La alta dirección de la Cancillería se mudará al local del INC y el personal de planta se mudará al sótano de la Maternidad de Lima. Por su parte el edificio del MEF también se venderá. Su alta dirección se instalará en las oficinas de INDECOPI y sus funcionarios se repartirán entre los sótanos de la Plaza de Acho y de la SUNAT. Los excendentes irán a un sector aún disponible del cementerio «El Angel»

Si estas noticias hubieran sido ciertas, en minutos se habría armado un escándalo mayúsculo en los sectores políticos y empresariales del país. Pero cuando la noticia es que se vende el local del Ministerio de Educación sin tener edificio alguno al cual mudarse, y sus oficinas se repartirán temporalmente entre la Biblioteca Nacional, el sótano del Museo de la Nación y algunas oficinas en el Centro de Lima hasta que algún día se concluya la construcción de una nueva sede (¿2015?), esa noticia no alarma a casi nadie. El sentido común que hubiera dicho «si vas a mudar el ministerio, múdalo a su nueva sede» se transforma cuando traducido a sentido gubernamental se convierte en «primero vende, (así sea un terreno que siempre podrás vender bien en San Borja), con cargo a que algún día haya una nueva sede. Mientras tanto, pongan las oficinas en cualquier espacio que se encuentre. Total… es solo la educación».
¿Se imaginan ustedes que si el Ministro o los Viceministros quieren reunirse con sus altos funcionarios, -cosa que deberían hacer a diario-, estos tengan que caminar algunas cuadras o venirse en taxi para cada reunión?

Esa sospechosa premura en vender la sede de San Borja, aunada a la dispersión de sus oficinas que por lo demás humilla a sus altos funcionarios y trabajadores hacinados en el sótano del Museo de la Nación, resulta altamente metafórica. La educación está en el sótano del interés gubernamental, en el sótano de las prioridades del MEF, en el sótano de la agenda de los congresistas, y por lo tanto comprensiblemente en el sótano de las tablas internacionales de rendimiento académico de los alumnos.