La comisión de admisión de la UNI me invitó a comentar su examen de ingreso. Tratándose de la universidad en la que cursé mi primera carrera profesional, accedí. En esencia, pregunté por los que no ingresaron. ¿Cómo se explica que tanta gente talentosa, que ha tenido muy buenas carreras universitarias y profesionales, no haya podido ingresar a la UNI? Esa pregunta se la repito a la gente de admisiones de la Universidad Católica, Pacífico, etc. pero también a directores de colegios que son partidarios de exámenes de ingreso que evalúan madurez, conocimientos, conductas y habilidades en los niños con el fin de deslindar quién ingresa y quién no.

Pienso que los exámenes de ingreso a los colegios son un espejo del tipo de educación en la que cree esa institución. Si seleccionan por inteligencia o talento innato, ya sabemos a quién se va a discriminar. Si seleccionan por aprendizajes entrenables acumulados, ya sabemos cuál será el enfoque de aprendizaje. Si seleccionan por la capacidad del niño de adaptarse al modelo de evaluación del colegio en lugar de adaptar la evaluación al tipo de niño que les toca evaluar, ya sabemos que en ese colegio no se respetarán las características de personalidad, inteligencias, ritmos de aprendizaje, temperamento, etc. de cada niño, obviando algo tan elemental como el reconocimiento a las diferencias individuales. Si seleccionan por las características de la familia del postulante, ya sabemos qué tipo de conductas permitidas o censuradas le esperarán al estudiante.

Por otro lado si seleccionan por orden de llegada, o por ser hermanos de otros alumnos o hijos de exalumnos, es decir criterios que no cuestionan en absoluto las características intrínsecas del alumno sino cuestiones de orden extra-alumno, ya podemos preveer que hay espacio para respetar las particularidades de cada alumno. “Díme cómo es el examen de ingreso del colegio y te diré qué tipo de enfoques usan para su educación” parecería ser un buen resumen.

Este tema merece ser analizado con cuidado por todos aquellos que se dicen educadores. Un niño que “fracasa” en el examen de ingreso a un colegio porque no tiene ciertas capacidades o habilidades que el colegio exige, es un niño que sin entender mucho a qué lo han expuesto sus padres y los colegios que lo evalúan, estará recibiendo el mensaje de su inutilidad desde muy pequeño, acompañado de sentimientos de vergüenza, culpa, rabia y tantos más que sus padres tendrán presentes al modelar su percepción del valor que tiene su hijo como estudiante. Por su parte, los colegios selectivos bajo esos criterios de habilidades y conocimientos acumulados están evadiendo la responsabilidad de educar a los niños como tales, ya que desde el principio transmiten el mensaje “yo solo quiero a los perfectos. Los que tienen alguna deficiencia no tienen cabida acá”. Eso es algo que todo padre debe tener presente cuando se informa sobre los exámenes de ingreso a los colegios a los que piensa presentar a sus hijos.

Finalmente, algunos consejos para padres lectores de esta columna. “Sus hijos pueden tener algunas dificultades para aprobar los exámenes de ingreso a un colegio. Sin embargo, jamás le den a ningún colegio el poder para definir su sentir respecto a sus hijos, ni permitan que su autoestima se modele en función de la opinión que el colegio les trasmita. Cada colegio tiene su sistema de ingreso, evaluación, sus preferencias en el tipo de alumnado, sus políticas internas, y a veces ocurre que nuestros hijos no calzan con las expectativas de ciertos colegios. Jamás asuman a priori que si algo anda mal en esta evaluación es por un fracaso suyo, de su esposo(a) o de sus hijos. Puede ser una debilidad del colegio.

Si Ud y su esposo(a) quieren procurar lo mejor para sus hijos, no asuman como verdades incuestionables los señalamientos que les haga el colegio, por prestigiado que éste sea. Verifiquen con calma cuál es la situación real de sus hijos antes de juzgar o actuar. Algunos colegios tienen mucho cuidado al evaluar a sus alumnos, pero otros lo hacen con cierta ligereza ó con una afán de “sacudirse de quien tenga problemas” (así sea un potencial Einstein, Obama ó Bill Gates). Sugiero que busquen a un profesional competente y confiable, educador o psicólogo, para que los oriente respecto a este tema desde una mirada más humana, objetiva, profesional y educativa. Eso les dará las pistas sobre cómo tomar mejor la experiencia que les han hecho vivir en relación a sus hijos.

Por último, si fuera el caso de que su hijo o hija tuviera algunas dificultades reales, no es su culpa haber nacido así. Siempre debe sentir que tiene los recursos suficientes para salir adelante.

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