¿Qué conecta a Morales Bermúdez, Fujimori, Yehude Simon, Gian Marco, Iván Thays, Gustavo Rodriguez y Gastón Acurio, que han hecho noticia reciente?.

Morales Bermúdez (plan Cóndor), deporta en 1978 a 13 peruanos por pensar diferente. Alberto Fujimori, (indulto sugerido por García a Humala), disuelve un Congreso porque no tolera a los que piensan diferente. A Yehude Simon y Gian Marco le hacen apanado por pensar diferente en temas de coyuntura: negarse a votar por la acusación constitucional contra Omar Chehade y no alinearse con el rechazo a la ley SOPA reclamando que se respeten los derechos de autor. Ambos fueron deportados mediáticamente por pensar diferente.

En ese contexto, comentando la novela “Cocinero en su tinta” de Gustavo Rodriguez, Iván Thays escribe en El País un comentario crítico a la comida peruana. Dice “creo, honestamente, que la comida peruana es indigesta y poco saludable. Casi sin excepción se trata de un petardo de carbohidratos al cubo, una mezcla inexplicable de ingredientes (muchos de ellos deliciosos en sí mismos, hay que decirlo, pues los insumos son de primera calidad) que cualquier nutricionista calificado debería prohibir”. Eso provoca una irritación masiva y un regalo de todo tipo de adjetivos y expresiones descalificadoras.
Era como si Thays hubiera dicho que no le ve nada especial a Machu Picchu, o que el pisco chileno es mejor que el peruano. A falta de una identidad peruana sólida, cualquier mención a uno de estos íconos hace trastabillar esa frágil identidad.

Pensando en la educación ciudadana, me resultaba preocupante la respuesta masiva autoritaria, totalitaria y represiva de quienes buscaban acallar como sea a Thays (deportarlo).

La buena noticia: 1) Thays no se amilana y defiende su derecho a opinar libremente y reitera sus objeciones. 2) Rodríguez -y varios otros- demandan ser comprensivos y tolerantes con el crítico, proporcionando las cosas y respetando su derecho a pensar diferente. 3) Acurio se retracta de su irritada reacción inicial y con altura y espíritu conciliador demanda calma, respeto y rescatar lo que sea útil de las críticas para convertirlas en oportunidades para mejorar.

En conclusión, hay esperanzas para la democracia peruana.