Desde el 2008 sostuve que el gobierno aprista estaba equivocado en educación. Con impromptus e histrionismos presidenciales no se puede hacer política educativa aún con enorme derroche propagandístico sobre una “revolución educativa” (con proyectos mal formulados como el colegio mayor, la acción cosmética en los colegios emblemáticos, el reparto arbitrario de laptops, declaración falsa de analfabetismo cero). Bastaba esperar las evaluaciones “pos- apristas” para que se evidenciaran la enorme ineficiencia, desaciertos y escasos avances en el campo educativo.
Razones sobraban: con un denso currículo inaplicable, enfoque burocrático ministerial paralizador de innovaciones, gestión pedagógica escolar del siglo XIX, obsoleta e inocua capacitación de maestros, directores sin prerrogativas, presupuestos limitados, exclusión de los más débiles, escaso espacio para iniciativas innovadoras que sirvieran de norte a una reformulación del quehacer educativo nacional. ¿Por qué habría de mejorar la educación peruana? Las ligeras mejoras mostradas por las evaluaciones censales del 2do grado del 2008 al 2010 se agotaron rápidamente, ni bien llegó a su techo la estrategia de convertir al 2do grado en una academia de preparación para la prueba de fin de año. Eso está reflejado en los resultados del 2010 y 2011 (ECE-2011).
Hay que hacer exactamente lo contrario a lo que no funcionó hasta ahora si queremos dar saltos hacia arriba en la calidad de la educación peruana. Hay que hacer modificaciones estructurales en los enfoques burocráticos, estatistas y controlistas congresales y ministeriales que ahogan la innovación, así como reformular las capacitaciones, la exclusión de los débiles y aumentar las prerrogativas de los directores, aumentando las autonomías escolares. El Perú debe convertirse en un gran laboratorio de experiencias innovadoras en educación, para aprender de las exitosas y difundirlas, y el estado debe concentrarse en apoyar a quienes no pueden volar solos.
Lograr una buena educación nacional requiere visión, inteligencia política, fórmulas creativas, liderazgo valiente y coraje para innovar. Hasta el 2011la educación andaba por inercia, en la retaguardia, impotente, cobarde, temerosa de innovar. Más de lo mismo no servirá. Este gobierno tiene el equipo y la oportunidad para marcar la diferencia. Necesitamos masivos estímulos para promover la innovación y replicar luego lo que sí funciona.
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