El “Academic Ranking of World Universities-2003” de la Shanghai Jiao Tong University se realizó después de dos años de investigaciones con una gran muestra de universidades en base a cinco criterios: a) Sus premios Nobel; b) Sus investigadores altamente citados; c) Artículos publicados en las revistas Nature y Science; d) Artículos en el «Science citation index-expanded» y en el «Social Science citation index»; y e) Desempeño académico de sus profesores.

Este ranking se basa en el dicho “por sus frutos los conoceréis”. Entre las 101 primeras calificados, 58 son de EE.UU. seguidas de Inglaterra (9), Japón (5), Alemania (5), Canadá (4), Suiza (3), Suecia (3), Holanda (3), Francia (2), Australia (2), Israel (1), Bélgica (1), Noruega (1), Dinamarca (1), Italia (1), Finlandia (1), Austria (1). La ausencia de universidades latinoamericanos en el ranking por falta de inversión en educación superior explica buena parte del subdesarrollo económico de estos países. Entre las la UNAM de México y la Universidad de Sao Paulo ocupan el puesto 153, la Universidad Federal de Río de Janeiro y la de Buenos Aires comparten el 301, la Estadual Campinas el 351 lugar y la Universidad de Chile el 401. No hay ninguna universidad peruana pública ni privada entre esas 500.

Obviamente las mejores universidades disponen de ingentes cantidades de recursos para contratar profesores y desarrollar investigaciones. Por ejemplo la universidad de Harvard dispone de un fideicomiso de $ 18,500 millones. Muy a lo lejos, entre las estatales latinoamericanas la UNAM tiene un presupuesto anual de US$ 1,500 millones de dólares y la Universidad de Chile de $ 220 millones.

Quizá el Perú debiera seguir la estrategia que utilizó exitosamente Israel para concentrar en un solo instituto a sus mentes científicas más lúcidas para producir la ciencia y tecnología que necesita el país. En 1949 Israel creó el Instituto Científico Weizmann para la investigación científica, la gestión de patentes y creación de compañías de base tecnológica y está en la frontera del conocimiento. Hoy el Weizmann figura entre los líderes mundiales en la investigación multidisciplinaria que alberga a unos 2500 científicos, técnicos de laboratorio y estudiantes de investigación. En el año 2005 una encuesta de más de 2,000 científicos de talla mundial realizada por la revista The Scientist lo elegió como la mejor universidad del mundo para que los científicos de la vida lleven a cabo sus investigaciones. A su lado se creó en 1959 el Yeda Research and Development como brazo comercial del Instituto Weizmann que comercializa las nuevas patentes y genera enormes ganancias que retroalimentan continuamente la investigación científica. Yeda registra alrededor de ochenta patentes por año, setenta y cinco por ciento de ellas en las ciencias de la vida. En total, los científicos del Weizmann han sido responsables de más de mil patentes registradas, muchas de las cuales han sido desarrolladas comercialmente.

El Perú debería aprovechar su temporal bonanza económica para tomar iniciativas en el campo de la investigación científica y tecnológica que apuntalen su sustentabilidad socioeconómica. Identificar sus fortalezas en torno a las cuales focalizar los esfuerzos por desarrollar ciencia, tecnología, patentes y recursos humanos altamente calificados, que nos coloquen en el mapa mundial de la excelencia científica. El foco podría ser la biodiversidad.

El Perú es uno de los mayores centros de germoplasma de especies domésticas comercialmente útiles de flora y fauna del mundo. Es un país megadiverso que alberga cerca de 50,000 especies vegetales diferentes (20% del total del planeta). Al menos 2,600 tienen aplicación industrial como fuente de alimentación, medicinales, recursos madereros, forrajeras, aceites y grasas, aromas y perfumes, productos de cosmetología, productos curtientes, especies y tintes y colorantes. Se han reportado 24,500 especies de plantas superiores, especies de helechos, mamíferos, aves, peces, reptiles y filos menores. Toda esta diversidad dentro y entre las especies puede proporcionar al planeta alimentos, maderas, fibras, energía, materias primas, sustancias químicas, industriales y medicamentos.

El gobierno podría convocar a los mejores científicos peruanos residentes en el Perú (junto con algunos residentes en el exterior), garantizándoles sueldos de nivel internacional y formar con ellos un Instituto de Altos Estudios Científicos y Tecnológicos que se encargue de realizar investigación de avanzada que luego pueda producir patentes y además suficientes retornos económicos para mantener continuamente la investigación científica y tecnológica de avanzada. La inversión inicial podría salir de recursos del estado y donaciones mineras. Paulatinamente se autofinanciaría con los “grants” que capten los investigadores junto con las regalías de las patentes. En pocos años tendríamos una de las universidades “top-100” y pocos años después una de las “top-10”. Alan García podría ser el iniciador de esta experiencia y ser recordado como Ben Gurión en Israel, por haber sido el impulsor de la vanguardia científica y tecnológica peruana.