¿Judíos estudiando a Jesús y conmemorando la Navidad? (Aurora Digital, Israel, 03 01 2013)

No estoy seguro que todos los judíos entiendan que si quieren que las sociedades nacionales de los diversos países del mundo acepten sin sorpresa ver judíos con kipá sobre la cabeza o con la vestimenta ortodoxa negra incluyendo el llamativo sombrero, la recíproca también es esencial. Ocurre que la realidad de la educación judía en diversos lugares del mundo es bastante distinta y apunta más bien a reconocernos como grupos segregados dentro de la civilización.

Recuerdo que cuando dirigía el colegio judío “León Pinelo” en Lima regularmente uno de los rabinos me hacía saber su malestar por permitir que los alumnos hicieran maquetas de la vecindad del colegio incluyendo una iglesia vecina con su cruz en la fachada. También sus expresiones de malestar porque había profesoras que asistían al colegio vestidas con los atuendos típicos de significación religiosa para ellas (de color morado en octubre -mes del Señor de los Milagros- y de blanco con negro en noviembre, mes de la santa de su devoción). El uso del símbolo más (+) para las sumas… y así sucesivamente. Inclusive se molestó en una ocasión en la que invité a un sacerdote amigo para explicar a los alumnos los fundamentos de la religión católica, sin entender que si los judíos vivimos en sociedades mayoritariamente cristianas, debemos conocerlas y entender cuáles son los pilares de su credo, costumbres y cuáles son las peguntas que se hacen respecto a los judíos y su religión. Si no lo hacemos en el marco de la escuela judía, entonces ¿adónde van a poder procesar esta información?

El argumento de aquél rabino era que la cruz era un símbolo cristiano; estudiar a Jesús o los dogmas del catolicismo no era parte de nuestra cultura e interés; la vestimenta religiosa católica exhibía los valores de una religión ajena a la judía; etc. En suma, la sociedad judía que vivía al interior del colegio debería rechazar estos elementos por ser ajenos (¿herejes? ¿amenazantes?).

Cualquier estudiante de psicología podría fácilmente agregar argumentos e interpretaciones que no son precisamente favorables a esa forma de educar a los judíos y promover una identidad judía positiva. Rechazar lo ajeno no implica automáticamente reforzar lo nuestro. Puede ser más bien una expresión de un sentimiento defensivo y negativo o de debilidad o falta de tolerancia frente a lo ajeno, o también una muestra de incapacidad de lidiar con ello. Temer que la sola presencia de alguien que piensa, cree y se expresa de manera diferente puede debilitar el mensaje judío parece reflejar una tremenda debilidad. Pero más importante que todo eso, es lo que este rechazo representa en términos de (in)tolerancia especialmente cuando los judíos aspiramos a que nuestros niños y adultos o rabinos puedan acudir a colegios abiertos, instituciones o simplemente caminar por las calles sin que nadie los mortifique ni los señale porque escogieron vestirse de tal o cual manera.

En ese sentido, las calles de Israel y la organización política y social que respeta plenamente todos los credos y las formas de expresarlo con sus tradiciones y vestimentas debería ser el referente para los colegios judíos de la diáspora.

Con motivo de mi participación en las redes sociales, suelo enviar a mis seguidores cristianos saludos y bendiciones con ocasión de la Navidad. Hay quienes me preguntan cómo es que hay judíos como yo que se suman a las bendiciones por Navidad, cuyo sentido religioso está vinculado a contenidos netamente paganos, que los cristianos hicieron suyos, y cuyos orígenes e historia han hecho tanto daño a los judíos. Les comento mis razones: 1) Es una oportunidad para transmitir saludos con «ondas positivas» a mis amigos cristianos en una oportunidad que para ellos es sumamente significativa (aunque probablemente ni tengan ida del origen pagano de la festividad). 2) Una buena parte del mundo occidental cristiano, sin distingo de religiones, está unido en la noche de Navidad en un ambiente marcado por sentimientos positivos de paz, amor, alegría, felicidad, encuentro familiar, que son muy necesarios para la humanidad toda (incluyendo aquella parte que ha sido activa participante del maltrato histórico a los judíos), por lo que -sin ser partícipe de la festividad que no me es propia- me aúno a esos sentimientos con la esperanza de que todos juntos, sin diferencias de religiones u otras creencias, logremos hacer de éste un mundo mejor.

Por eso, como educador judío, no tengo reparo alguno de desearles a todos los cristianos una Feliz Navidad.