Hay millones de colegios en el mundo, y decenas de miles de universidades e institutos superiores. ¿Cómo pueden conocer las instituciones de educación superior el valor de la educación con la que llega cada postulante procedente de 200 países del mundo, para escoger entre ellos a los aptos que serán aceptados?

Estas instituciones procuran simplificar sus criterios. Buscan algún tipo de parámetro reconocido, que facilite catalogar y comparar a los postulantes entre sí en cuanto a su antecedente académico para escoger a los que destacan. Y para ello usan evaluaciones reconocidas mundialmente que evalúan de modo estandarizado a quienes aplican a ellas. Las más conocidas son el SAT (Scholastic Assesment Test), los AP (Advanced Placement) o el diploma del IB (International Baccalaureate). Además, para demostrar el dominio del inglés existen el TOEFL (americano) o IELTS (británico). El SAT, AP y TOEFL son más usados en EE.UU. y Canadá, mientras que el IB y IELTS son más usados en los países vinculados a Gran Bretaña. (Setting Out in Search of Education por Christopher F. Schuetze, NYT, 27/3/2012)

Es importante agregar sin embargo que así como la estandarización de pruebas o diplomas trae consigo una serie de ventajas, también tiene limitaciones y riesgos. Uno es que precisamente quienes se salen del estándar pueden ser excluidos pese a ser altamente talentosos. Otro, que quienes se preparan para la excelencia en el desempeño de estas pruebas o diplomas no necesariamente son los estudiantes más completos o destacados en áreas que las pruebas no miden. Una rigurosa preparación para las pruebas puede tener un alto costo en calidad de la educación integral

Esto lo tratan de subsanar las universidades con información complementaria (recomendaciones, ensayos sobre sus experiencias de vida, entrevistas personales). Es un camino estandarizado para lograr una buena selección. Sin embargo, los colegios deben ser conscientes que si bien eso permite presentar requisitos para ingresar a las universidades, estas evaluaciones solo recogen una pequeña parte de la formación integral de las personas, por lo que su misión no debe limitarse a formar postulantes sino a educarlos en el sentido pleno de la palabra.