Para qué estudias si no vas a poder trabajar en lo que estudiaste es una pregunta que deberían hacerse los postulantes a las universidades del mundo, ya que solo 1 de cada 2 podrá ejercer la profesión para la cual se están formando. El 39% de los empleadores mundiales opina que la falta de habilidades laborales de los egresados es la principal razón detrás de las vacantes que no logran llenar. Esto se desprende del el estudio ‘Educación para el empleo: diseñando un sistema que funcione’, de McKinsey Center for Government publicado por eltiempo.com el 18/5/2013. En él se pone de manifiesto la desconexión entre empleadores, instituciones educativas y jóvenes, que es y será una de las causantes del desempleo juvenil en el mundo que llega a unos 75 millones de personas.

McKinsey encuestó a 8,000 jóvenes, empleadores e instituciones de nueve países: Alemania, Arabia Saudita, Brasil, Estados Unidos, India, Marruecos, México, Reino Unido y Turquía para constatar en todos lados que a la par que hay gran desempleo, también hay gran dificultad para encontrar jóvenes preparados para lo que los empleadores requieren.

McKinsey encontró que solo 28% de los jóvenes consigue su primer empleo antes de graduarse y un 26% 3meses después. El resto toma 6, 12 y más meses para emplearse. Sin embargo, solo el 55% de los que consiguen ubicarse laboralmente lo hacen en el mismo campo en el que estudiaron.

El caso más grave de desempleo juvenil se presenta en Europa, principalmente España, donde al menos cinco de cada 10 muchachos están desocupados. En América Latina el 51.7% de los jóvenes no estudian ni trabajan; en México llega a 23% y en Colombia a 20%.

El estudio de McKinsey Center for Government también revela que los jóvenes eligen “casi a ciegas” qué van a estudiar desde el punto de vista de la información del mercado laboral que rige las profesión elegida, por lo que desconocen las verdaderas posibilidades de empleo que tendrán en el futuro

McKinsey Center for Government plantea algunas recomendaciones:
a) Empleadores pueden ayudar a diseñar planes de estudio en las universidades y ofrecer a sus empleados como docentes
b) Instituciones educativas que brinden a los estudiantes la oportunidad de pasar la mitad del tiempo en un empleo y ofrecerles garantías de contratación
c) Llevar el aula al lugar de trabajo. Ubicar a los alumnos como pasantes o aprendices en el lugar de trabajo para adquirir experiencia. Esto se llama sistema dual, muy exitoso en Alemania
d) Llevar el lugar de trabajo al aula. Instituciones que utilicen simulaciones físicas (como un falso hotel o una mina de carbón) o simulaciones digitales o por computador
e) Mejorar la comunicación entre el empleador y el joven para que sepan qué busca el otro y qué puede ofrecer.

Todo esto no es novedad para el Perú. En la CADE 2006 coordiné una mesa con la participación de Franco Giuffra (BCP), Patricia Salas (CNE) y Gustavo Yamada (CIUP) en la que se señaló claramente que había una creciente brecha entre la educación y el mundo laboral que debía abordarse para articular la oferta educativa con la demanda laboral. Particularmente Gustavo Yamada les planteó a los empresarios financiar la creación de un centro de estudios del capital humano que viera la formación profesional en el espejo del mercado laboral, pero no hubo mayor interés en asumir el reto.

Yamada y Giuffra señalaron que la falta de información sobre carreras profesionales y técnicas, tasa de ocupación y remuneraciones hacía que el sistema educativo sea improductivo y estafe las ilusiones de los postulantes. Eso explicaba por ejemplo por qué había 43,000 estudiantes de Derecho y Ciencias Políticas y 40,000 estudiantes universitarios de pedagogía primaria y secundaria (además de 80,000 más en los ISP), de los cuales ni siquiera el 5% iba a conseguir trabajo bien remunerado en su profesión. LA educación peruana aún usa patrones de principios del siglo XX, con el predominio de los abogados, administradores, médicos y educadores, con poco énfasis en profesiones técnicas y universitarias modernas propias de la economía global del siglo XXI.

Una política de estado concerniente a los jóvenes podría considerar cerrar la brecha informativa, sin lo cual se seguirá estafando a quienes buscan que cultivarse con la formación universitaria.

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