El QS World Universities Ranking evalúa la calidad de las universidades del mundo de acuerdo con encuestas en las que participan 33.000 académicos de todo el planeta y 16.000 empleadores de graduados. Evalúa en detalle a más de 700 universidades de todo e l mundo a partir de seis indicadores de desempeño: 40% de la evaluación le corresponde a la reputación académica mundial; 10% a la reputación entre empleadores mundiales; 20% a las citaciones que se hace de sus publicaciones; 20% al ratio de estudiantes por catedrático; 5% al porcentaje de estudiantes extranjeros; y 5% al porcentaje de catedráticos extranjeros.

Para QS, entre las primeras 300 figuran mayoritariamente universidades del mundo desarrollado y muy pocas latinoamericanas: Sao Pablo y UNAM (169), Campinas (235), Católica de Chile (250), Chile (260) y Buenos Aires (270). Ninguna peruana.
Cuando se listan todas las universidades latinoamericanas evaluadas por QS entre las 100 primeras aparecen por país Brasil 32, Argentina 19, México 15, Chile 14, Colombia 8, Venezuela 4, Perú 3, Cuba 1, Costa Rica 1, Puerto Rico 1, Ecuador 1, Uruguay 1.

Si se asignan 100 puntos a la Universidad de Sao Pablo (1era), las mejores universidades latinoamericanas por país que le siguen tienen 99.20 Católica de Chile (2da) 94.50 Los Andes de Colombia (4ta), 93.10 UNAM México (6ta), 82.40 UBA Argentina (décimo segunda) y después 74.80 Católica de Perú (vigésimo tercera) además de 59.90 para San Marcos (puesto 52) y 50.60 para Cayetano Heredia (puesto 74).

Es lógico que si el 70% del peso en el ranking tiene que ver con publicaciones y reputación académica y empresarial mundial, serán las universidades más antiguas y conocidas, y especialmente las que más investigación producen y publican, las que estarán mejor ubicadas. En América Latina eso ocurre en las universidades públicas de Brasil, México y Argentina, y más recientemente, en Chile y Colombia. Aun así, no está de más dejar sentado que los datos utilizados para armar el ranking no dan mucho peso a las competencias que adquieren los graduados gracias a la formación universitaria en sí, y en cambio dan mucho peso al prestigio y calidad de sus catedráticos y las encuestas de opinión entre directores, académicos y estudiantes, los cuales aportan datos muy subjetivos.

Siendo Perú un país que no invierte en investigación, destacan las dos privadas que algo invierten en dicho rubro y San Marcos para salvarle el pellejo a las estatales, aunque todas bastante lejos de los líderes mundiales y también regionales.

Por lo tanto, no hay sorpresa ni misterio. Además, se vuelve a hacer evidente que en cuanto a desarrollo tecnológico y valor agregado que impacta en el PBI nacional, coinciden los países con universidades que más invierten en investigación con los que puntean los rankings, y resulta lógico que Perú esté tan rezagado simultáneamente en los rankings de investigación, tecnología, reputación de universidades y capacidad de generar valor agregado a los bienes que se producen localmente o se exportan al exterior.

Es imposible que las 130 universidades peruanas se vuelquen repentinamente a la investigación, ni siquiera las cinco que más investigan (agregando la U.Lima-111 y Agraria-114) porque aún si se destinara un gran presupuesto, instalar la dinámica de la investigación toma muchos años. Quizá tenga más sentido crear un gran “Centro Nacional de Investigaciones Interuniversitario”, con régimen privado, en el cual concentrar ingentes recursos y convertirlo en el gran centro productor de investigaciones y patentes del Perú.

En cuanto a los estudiantes universitarios peruanos más exitosos y ambiciosos que buscan universidades de primera línea para sus estudios superiores de grado o posgrado, estos rankings deben llevarlos a reflexionar. Deben preguntarse respecto a la carrera y universidad escogida, si estudiar en el Perú los va a poner en la primera línea de la competencia profesional o académica mundial; o, si para ello amerita hacer el esfuerzo por irse al extranjero a una de las universidades más reputadas, que en muchos casos tienen costos similares a las más reputadas peruanas. Por lo menos para el posgrado, la respuesta no parece muy difícil.

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Top 6 trends in higher education (Brookings 1919) 1. Online education has become an increasingly accepted option, especially when “stackable” into degrees. 2. Competency-based education (CBE) lowers costs and reduces completion time for students. 3. Income Share Agreements (ISAs) help students reduce the risk associated with student loans. 4. Online Program Manager (OPM) organizations benefit both universities and nontraditional, working-adult students. 5. Enterprise training companies are filling the skills gap by working directly with employers. 6. Pathway programs facilitate increasing transnational education, which serves as an additional revenue stream for universities.