Superintendencia Universitaria: Endosarle prestigio a la institución (2da parte)
Por León Trahtemberg
Esta mañana coloqué en el twitter un artículo que había publicado en Correo el 16 de agosto del 2013 tratando de sugerir un camino para prestigiar la Superintendencia Universitaria que se ha vuelto un foco de impase en el debate de la nueva ley universitaria. El artículo aludido está en http://www.trahtemberg.com/articulos/2215-superintendecia-universitaria-endosarle-prestigio-a-la-institucion-.html
La reacción de comentaristas como Rosa María Palacios y Ricardo Cuenca fue que no era viable una superintendencia fuera del Minedu o del Sector Educación por razones constitucionales, porque tiene que estar adscrita a algún sector, y que eventualmente si no hay un marco institucional con reglas claras y pertinentes, cualquier buen equipo de profesionales competentes que inicie y prestigie la gestión no tiene garantizada su continuidad.
Acepto las acotaciones y atingencias que plantean porque mi intención no fue desarrollar una fórmula legal definida (que de darse el caso tendría que ser producida por ingeniosos abogados) sino una figura conceptual que procure que a la par que le dé suficiente autonomía a esta superintendencia, le dé también confiabilidad.
En un país con institucionalidad tan débil y poco creíble como el Perú, la única opción que veo para adquirir algún prestigio y credibilidad es la de colocar gente de primer nivel al frente de la misma en tanto se pone en marcha y adquiere prestigio institucional. Es en esa línea que mencioné cómo es que personas como Julio Velarde en el BCR, Jorge Santistevan de Noriega, Walter Albán y Beatriz Merino en la Defensoría del Pueblo, le dieron prestigio y credibilidad a su institución. Es la razón por la que muchos gobiernos buscan un ministro confiable para el MEF, han convocado ahora a Jaime Saavedra para el MINEDU, en su momento se puso a Gastón Acurio como cabeza visible de las primeras “Misturas”, y a la inversa, es la razón por la que hasta hoy no hay confianza en los ministerios claves de los que depende la seguridad y defensa nacional, entre otros.
En suma, siendo la principal objeción a la creación de una Superintendencia Universitaria su falta de autonomía e imparcialidad, el esfuerzo debe concentrarse en crear la fórmula para que la Superintendencia Universitaria sea potente, creíble, confiable, lo que requiere de reglas y convocatorias de integrantes que le den suficiente autonomía del poder político y económico, así como prestigio y credibilidad. De ser así se desinflaría uno de los grandes impases que existen hoy para avanzar en el tema. De paso, el Perú honraría a personalidades impecables dándoles la oportunidad de desempeñar roles profesionales y éticos que precisamente surgen del reconocimiento de sus calidades personales.
La Superintendencia Universitaria y La Calidad Publicado por Ricardo Cuenca 15 12 2013
La superintendencia universitaria y la calidad (y una respuesta a León) La garantía de calidad de las instituciones es ajena a la posición que tienen. En países más institucionalizados esto no tiene duda. En países en proceso de institucionalizarse, como nosotros, es un asunto que debe trabajarse. La superintendencia universitaria debe estar adscrita a un sector, cualquier sea este, por un asunto de diseño institucional del país. Podría estar en la PCM, en pesquería, en el MEF o en educación. La opción de independencia de cualquier sector es solo por mandato constitucional. Por eso la propuesta de León Trahtemberg, publicada hace algunos meses, (vuelta a presentar hoy por redes sociales http://www.trahtemberg.com/articulos/2215-superintendecia-universitaria-endosarle-prestigio-a-la-institucion-.html) en el momento no es posible. Para que la superintendencia universitaria sea como el BCR o SBS tiene que haber un cambio constitucional. Ambas instituciones está normadas por Constitución. Tampoco puede compararse la SBS o el BCR con la SUNAT. Su lugar en el espacio institucional y el estatus legal son distintos. La SUNAT, así como la SMV, son organismos autónomos, pero adscritos al MEF. No están normados en la Constitución y por eso necesitan su lugar algún sector del aparato estatal. Podrían estar en Pesquería, en la PCM o en Educación. La autonomía y la capacidad se consiguen en el gobierno y la administración. Es decir en el ejercicio de las funciones de las personas. La exigencia de legitimidad, que es lo que se propone con la retórica de la “descontaminación” de la superintendencia de las vilezas políticas le corresponde al conjunto de reglas o al “stock” de recursos; es decir, al Estado mismo. La base conceptual sobre esto puede revisarse en este artículo de Sebastián Mazzuca http://www.scielo.cl/pdf/revcipol/v32n3/art02.pdf . Creo, a diferencia de León y probablemente de muchos otros, que el Estado y las instituciones requieren de personas con autonomía y capacidad operando en un sistema de reglas legítimo y utilizando los recursos del Estado (los reales y los simbólicos). Los personajes que proponen León son irrefutables. Algunos de ellos son amigos personales y conozco su calidad. Pero estos personajes u otros requieren un contexto institucional de acción. De lo contrario, la brillante agencia con la que emprenderían las cosas sería un esfuerzo con pocos frutos y una oportunidad más que perdería el país.