Correo 3 1 2014

Tversky y Kahneman (2002 Premio Nobel de Economía) encontraron que psicológicamente para la mayoría de la gente evitar un gasto (pérdida) de 100$ es un incentivo más poderoso que procurar una ganancia de 100$. Eso ayuda a entender por qué pese a todas las evidencias del beneficio macro económico de invertir más en educación de calidad para todos (así como en investigación, ciencia y tecnología), muchos estados (como el peruano) prefieren invertir menos en educación, con lo que la gente menos educada contribuye luego menos a su economía personal y nacional y le cuesta más al conjunto nacional a lo largo de los años de su vida.

Milan Thomas ha hecho estimaciones de los costos económicos de tener 57 millones de niños fuera de la escuela primaria en 20 países. (The Economic Effect of Exclusion from Education, 26/11/2013)

Para los países pobres y emergentes analizados, el costo promedio de tener a los niños excluidos de la escuela es de 2.74 % del PBI. Si estimamos los ingresos no percibidos esperados de los niños excluidos con datos sobre los salarios de los educados con primaria y secundaria en Costa de Marfil, Gambia, Malí , Senegal y Yemen, el costo económico de excluirlos es mayor que la ganancia en un año de crecimiento económico promedio. Además, para los 20 países analizados, el aumento del gasto público necesario para lograr la educación primaria universal es tan solo 1/5 de lo que se ganaría si estuvieran educados contribuyendo a la economía y su desarrollo social.

En suma, es señal de idiotez económica, social (y moral) no invertir en educar bien a los niños. Del mismo modo lo es no invertir en investigación, ciencia y tecnología que es la aspiradora intelectual y académica que succiona hacia arriba a todo el sistema educativo. Además, posibilita el desarrollo de patentes locales que no solo sirven de base para múltiples emprendimientos nacionales, sino que agregan valor a lo producido en el país.

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