Correo 14 02 2014

Las condiciones del embarazo y primeros meses de vida influyen el desarrollo del cerebro y los patrones biológicos de la vida humana y marcan los riesgos de tener enfermedades cardiacas, hipertensión, diabetes tipo II, problemas de salud mental y otros males de la adultez como los desórdenes del sistema inmunológico

Un estudio sueco longitudinal demuestra que niños que han sido criados en ambientes de carencias, precariedades y abuso tienen riesgos mucho más altos de padecer las enfermedades mencionadas en la adultez. El riesgo de enfermedad cardiovascular de los criados en precariedad es 7 veces mayor, el de problemas mentales es 10 veces mayor, la mortalidad por depresión 2 veces mayor. (Young y Richardson, editors, Early Child Development, World Bank, 2007, pag. 57-58)

En Estados Unidos se ha comprobado que a partir de los 3 años queda marcada la gradiente de las tendencias a mayores enfermedades en personas que provienen de niveles socioeconómicos inferiores asociados a depresión por falta de cuidados en la infancia.

Resulta difícil entender cómo es que habiendo economistas lúcidos en el MEF y la PCM que saben que la atención oportuna y preventiva de la infancia implica reducción de costos futuros y menores problemas de salud física y mental de la población, no se fijen la meta de 100% de atención integral a la infancia en el cortísimo plazo.

Bastaría con la voluntad política para costearlo, asignar recursos y convocar operadores efectivos públicos y privados para realizarlo.

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