Alfie Kohn se pregunta si el Presidente Obama, al demandar la universalización de la educación inicial de calidad, se refiere a una educación de alta intensidad que acelera las habilidades a desarrollar en la escuela desde la infancia. Obama dice “hay que empezar a la menor edad posible” a “equipar a nuestros ciudadanos con las habilidades y entrenamiento” que requerirán el día que las necesiten para su trabajo. Se acentúa la competitividad global y formación de futuros trabajadores desde la infancia. Inclusive el NYT editorializa pidiendo acelerar los aprendizajes de los niños desde los 4 años, preparándolos para un currículo exigente que asegure lograr el nivel internacional en matemáticas, comunicación y ciencias.
El problema es que se está apelando a métodos contraproducentes, diseñados para la enseñanza directa de habilidades y la repetición de hechos, herencia del conductismo que entiende que los niños son receptores pasivos del conocimiento que se les imparte desde fuera, con escasas oportunidades para investigar y hacer preguntas que los intrigue. En vez de descubrimiento y exploración se les entrena para estar sentados callados y escuchar, memorizar listas de letras, números y colores. Su éxito o fracaso es monitoreado, cuantificado y reforzado con estímulos de tipo palo y zanahoria para que produzcan las respuestas correctas, contrariando décadas de investigación que apuntan precisamente a lo contrario. Cuidado con mecanizar a los niños. (The trouble with calls for universal ‘high-quality’ pre-K, Alfie Kohn, Washington Post 01 02 2014)