Correo 13 06 2014

Escucho en los medios reiteradas quejas de ciudadanos y conductores que describen una situación inaceptable y concluyen con la expresión «y nadie dice nada» o «nadie hace nada». La semana pasada fue con motivo de la denuncia de acoso sexual de Magaly Solier, seguida de diversos actos de corrupción, crímenes, mafias de construcción civil que cobran cupos, asegurados con problemas de salud que tienen que esperar semanas o meses para ser atendidos u operados, innecesarias congestiones de transporte que hacen perder miles de horas porque no se colocan semáforos o no hay policías que apoyen la fluidez del tránsito, etc.

Me pregunto, ¿no es acaso que la ciudadanía ha sido educada para ser pasiva y resignarse al maltrato? Basta visitar la gran mayoría de los centros de educación inicial, colegios y universidades del Perú para darse cuenta de que ese es el enfoque educativo. Se convierte en valor educativo el estar quietos, obedecer, cumplir órdenes y consignas sin rebelarse ni confrontar. En buena cuenta, el bullying florece en ambientes en los que los testigos de un abuso o maltrato en el aula no dicen una palabra. No han sido educados para protestar, confrontar…

Claro, ser profesor de alumnos corderitos es más fácil que serlo de estudiantes activos, rebeldes, confrontacionales… pero cuando sean adultos, ¿qué tipo de ciudadanos serán? ¿Aquellos que intervendrán para exigir que se corrija lo que anda mal, o aquellos que verán los abusos y se pondrán de costado?