¿Cómo se sienten los perdedores? (futbolistas o alumnos)

Viendo a,los jugadores argentinos que dieron un gran partido y se entregaron hasta el final para ganar un partido que finalmente perdieron, no puedo dejar de pensar en todos aquellos que están expuestos a constantes situaciones de ser perdedores, aunque hagan todo lo posible por ganar, como por ejemplo los alumnos de los colegios que desde temprana edad son comparados unos con otros a través de las notas o apreciaciones de los profesores. En particular, aquellos que continuamente resultan «perdedores» de cuanta actividad o evaluación enfrentan, así hagan su mejor esfuerzo. Pobre su autoestima, su autoconfianza, su autoimagen… Si para los adultos profesionales es durísimo, cómo será para los niños y adolescentes en formación.
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El mundo Mundial 1: La fábrica de ficciones Por MARTÍN CAPARRÓS NYT 11 de junio de 2018 «Es lo que hace: el fútbol es la mejor máquina de ficción que hemos inventado desde que un tal Saulo dijo que un tal Jesús había resucitado, desde que un tal Robespierre insistió en que una república da a sus ciudadanos libertad, igualdad y esas cosas. El fútbol no llega a tanto, pero es un gran fabricante de ficciones».

El fútbol como metáfora de la sociedad

Contra el fútbol, de todo corazón.En los mundiales la despersonalización llega a su clímax. Entonces todo el mundo, los mendigos sacoleros de las grandes aldeas latinoamericanas y los monjes del desapego de las alturas del Tíbet y el presidente de Francia y el colegio de cardenales, hacen entrega de sus responsabilidades ciudadanas, humanas, y civiles, y se olvidan de todo, mientras la casa se nos cae en pedazos. Y el grito de gooool estremece los cimientos de los edificios hasta el lúgubre Saturno. Y nadie te pregunta como antes, cómo estás, sino cómo van, como si no existieras. El fútbol pertenece a la categoría de las drogas de evasión, como las religiones burocráticas, el opio y la cocaína.Y cuenta (como las religiones burocráticas, el opio, la cocaína) y la pornografía y la guerra, entre las más poderosas multinacionales en la crónica de la criminalidad moderna. Aunque parezca exagerado, así parece: ni más ni menos.

El fútbol según Eduardo Galeano. En «Fútbol a Sol y Sombra»el genial escritor uruguayo regaló, además de relatos riquísimos, su visión de los actores principales del deporte.

Cinco de los mejores poemas dedicados al fútbol por el Día Mundial de la poesía

Consejos válidos para la práctica de cualquier disciplina deportiva y para la convivencia rutinaria en los espacios escolares y laborales LOS 10 MANDAMIENTOS DEL BUEN FÚTBOL, SEGÚN LOS NIÑOS. Los programas educativos de LaLiga conciencian a los jóvenes sobre los valores del deporte. Lo prioritario es formar personas

Estrellas del fútbol que se queman a los 13 años Los expertos alertan contra una epidemia que afecta casi a uno de cada tres jóvenes deportistas de élite. «La historia es bien conocida. A los cinco años, un niño empieza a dar sus primeras patadas al balón y a destacar notablemente entre sus compañeros. Las alabanzas llegan pronto a oídos de los padres: “Oye, la pega muy bien. Debería probar en algún equipo”. A los ocho ya juega en el equipo de su barrio. Antes de que cumpla los 10, llega el gran momento: se le selecciona para jugar en la cantera de un club importante de Primera División. Más felicitaciones. Con 12 años es elegido para formar parte de la selección de su región e, incluso, llegan las primeras convocatorias nacionales. Se suceden las llamadas de las agencias de representación, que le ofrecen botas que cuestan 300 euros a cambio tan solo de que se deje guiar. Pero a partir de los 13 el fútbol deja de ser solo un juego. Antes de los 15, las dificultades para compatibilizar el deporte y los estudios son ya evidentes. El joven no duerme, no come y, sobre todo, ya no sonríe cuando juega. Poco a poco desaparece de las alineaciones. Cuando cumple la mayoría de edad, los técnicos le hablan ya de que su evolución no ha sido la esperada y a final de temporada recibe una carta del club: no cuentan con él. La recibe con alivio, porque ya no quiere saber nada del fútbol. Se ha quemado.»

¿Y si el fútbol profesional fuera más educativo para los niños? Miles de chavales imitan en los patios de sus colegios lo que hacen sus ídolos futbolísticos. Pero, ¿hasta qué punto lo que ven nuestros hijos en sus referentes es positivo? Si fuéramos capaces de fomentar un locus de control interno (atribuir lo que nos pasa a variables que podamos controlar), nos irían mejor las cosas, además en todos los sentidos.