El Tiempo, Piura 27 09 2014

Una investigación de Ostrov y Gentile sobre la relación entre la agresión escolar y la exposición de los niños a programas televisivos violentos (power rangers, guerra de las galaxias) o programas educativos (Arthur, Clifford the Big Red Dog) mostró que no es válida la presunción de que los primeros aumentan la agresión física y los segundos la reducen y desarrollan conductas pro sociales en los niños. Para sus observaciones usaban una tipología de tres tipos de agresiones: físicas (pegar, empujar), relacionales (no aceptar para un juego o compartir con el grupo), y verbales (estúpido, cállate, etc.). Descubrieron que mientras más programas educativos veían, los niños se volvían más agresivos relacionales, mandones, controladores y manipuladores, hasta 2.5 veces más que en el caso de la relación entre los niños que veían programas violentos y sus conductas agresivas. Al tratar de analizar las razones encontraron que el libreto de los programas educativos consiste en plantear un conflicto, al que se le da mucho tiempo de exposición y recién al final se resuelve. Pero, los alumnos iban registrando las conductas agresivas de los actores a lo largo del programa sin conectarlas con la conclusión o moraleja que venía al final del programa.

La Dra. Cynthia Scheibe observó 470 episodios de ½ hora de programas televisivos educativos y en todos los casos había un personaje que era insultado, recibía apodos o sufría de desprecio. Más interesante aún resultó que de los 2,628 menosprecios que identificó solamente en 50 ocasiones se reprendió o corrigió al causante en los programas agresivos, y ni una sola vez en los programas educativos. En 84% de los casos solo había risas o ninguna respuesta en absoluto. (Educar Hoy, Bronson y Merryman, Cap 9)

Estos estudios cuestionan las antiguas suposiciones sobre las causas y la naturaleza de la agresión infantil. Culpar a la familia de constituir un entorno difícil, o calificar al agresor como desadaptado psicológico, no refleja toda la complejidad del tema.

Todas estas investigaciones nos deberían llevar a revisar los sentidos comunes educativos, porque como se ve, pueden conducir a recomendaciones y conductas contraproducentes. Los programas educativos no son realmente educativos, y el ocultamiento de cómo se desarrollan los conflictos lejos de bajar suben la angustia de los hijos.

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