Correo 26 09 2014

Una alumna adolescente se le acerca angustiadísima al tutor y le dice: tengo algo muy complicado y crítico que contarte pero prométeme que no se lo dirás a nadie. El tutor no sabe si es algo personal de ella o de otros, si es algo romántico o social, si implica un riesgo para su vida o salud… ¿Qué hacer?

En 9 de cada 10 casos aceptará la condición de la alumna. Pero ¿es esa la opción correcta?. Supongamos que la alumna le confía que está a punto de iniciarse sexualmente, o en el consumo de drogas, o que un compañero robó el examen de química del escritorio del profesor…

Si el tutor no dice nada a nadie, se vuelve en cómplice de la adolescente en contra de los valores de la institución a la que representa y a la que debe lealtad porque es la que le ha dado la confianza del cargo con el cual se comunica con los alumnos. Además, se vuelve en un encubridor de los hechos que ocurrieron u ocurrirán que la adolescente compartió. Si le dice a la adolescente que en esos términos del secretismo no acepta escucharla, pierde la oportunidad de ayudarla y prevenir daños mayores. ¿Qué debe hacer el tutor? ¿quebrar la confianza de la institución o la de la adolescente y arriesgarse a que la alumna se perjudique por falta de orientación oportuna?

Directores: hagan la prueba. Verifiquen con sus tutores.