El Tiempo, Piura, 18 10 2014

Hace poco leí una columna de Rolando Arellano sobre las autoridades electas de la cual cito un extracto “las encuestas te dicen lo que la gente quiere pero no siempre lo que realmente necesita. Tu labor es ser un líder para el progreso de tu pueblo y no solamente un seguidor de lo que la mayoría desea y que eventualmente le sea dañino. Si yo no hubiera ayudado a tu madre que también te observa desde arriba, a darte ese remedio que no te gustaba, probablemente hoy no estarías allí”. (Querido Hijo, El Comercio, 06/10/2014)

Inmediatamente lo asocié con una reiterada reacción negativa de profesores sobre tomar en cuenta lo que atrae a los niños a la hora de diseñar las clases. Ocurre que cuando digo que hay que respetar los intereses y motivaciones de los niños en la enseñanza en las aulas escolares, hay quienes dicen que los niños no pueden saber lo que es bueno para ellos ni conocer los requisitos que deben cumplir para favorecer aprendizajes ulteriores. Por eso los profesores deben imponer los temas aunque a los niños no les guste o no entiendan su utilidad. Algo así como que no se puede enseñar mirando las preferencias de los niños, porque los gustos de los niños no necesariamente coinciden con lo que los profesores saben que necesitan aprender para estar bien preparados.

Parece suponerse que la enseñanza en la que el maestro decide de antemano todo porque sabe lo que es bueno para el niño, se opone a la capacidad del maestro de detectar y conectarse con lo que motiva a los niños. En realidad de lo que se trata es de encontrar la manera de presentar los temas de clase demandados por el currículo de modo que éstos queden conectados con las motivaciones existentes de los alumnos, animándolos a involucrarse y aprender.

Por ello el reto del maestro no es el de desarrollar un programa tal cual viene dado en un libro o cuaderno de trabajo, sino el de diseñar las actividades o provocaciones en la que estarán presentes los asuntos a aprender pero de tal manera que el alumno los sienta accesibles, interesantes, relevantes y por lo tanto tenga interés en hacerlos suyos.

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(LT. El profesor como provocador). Comparen una clase tradicional para alumnos que aprenden a hacer una presentación mediante pautas y rúbricas que les da el profesor usando un ppt, con esta otra propuesta que parte por mostrarle a los alumnos este video para pedirles luego sus reacciones. ¿En qué caso creen que aprenderán algo significativo para sus vidas?