El Tiempo, Piura 15 02 2015

Me asombra la gran cantidad de padres de familia que me comentan que el colegio al que asisten sus hijos plantea tales niveles de exigencia tanto en idioma extranjero como en matemáticas y otras áreas, que la única manera de sus hijos para «sobrevivir» en el colegio y evitar los desaprobados (y eventual repitencia o expulsión del colegio) es contar con profesores particulares. Hay un ejército de profesores particulares de inglés, alemán, matemáticas, etc. que llenan las jornadas pos escolares, agotan a los alumnos y desgastan económica y emocionalmente a los propios padres para quienes la vida escolar de sus hijos es un factor de constante estrés. En buena cuenta, deben hacer en casa por su cuenta aquello para lo cual han matriculado a sus hijos en los colegios. ¿Tiene sentido todo eso?

Por otro lado ¿sorprende que los alumnos «odien» ir a su colegio? En buena cuenta los colegios, y en muchos casos cada profesor que se encuentra con los padres para hacerles recomendaciones para que sus hijos mejoren en el colegio, se han convertido en brokers de profesores, psicólogos y centros de atención especial, (sin contar los que recomiendan medicación para niños inquietos sin consulta médica especializada de por medio). Por si fuera poco, c/u tiene sus profesores o terapeutas recomendados, con lo que se concreta una especie de sub-colegio particular que sustituye las falencias del original. Me sorprende además que tantos padres sientan que no hay alternativas al respecto.

Parece que para los colegios y los propios padres no está muy claro cuál el rol de los padres en relación a la escuela. Es su rol el de terapeutas y profesores particulares de sus hijos (por sí mismos o contratando a otros para esas tareas) para asegurar que sus hijos cumplan la carga que les coloca el colegio, o es su rol el de acompañar a sus hijos en su crecimiento y desarrollo personal, interactuar con ellos en los asuntos personales, sociales, recreativos que afiancen su comunicación y bienestar como familia, sin inmiscuirse en los asuntos que competen a su actividad escolar que le corresponden al colegio.

Quien sabe sea bueno que ambos, colegios y padres, reflexionen y revisen las expectativas del uno respecto al otro.

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