Cuando una pareja imagina que algún día tendrá hijos, sus ilusiones y expectativas conforman una carga emocional que parte de sus recuerdos de cómo fue la relación de ambos con sus respectivos padres. A eso se agrega si existe el deseo de tener hijos, la preferencia por un niño o una niña, su posible nombre, el efecto del embarazo en la economía familiar o la carrera profesional de la mujer, y todas las preocupaciones sobre la salud del feto y luego del nacido. Así, el aún no concebido ya tiene una mochila interna llena de evocaciones, recuerdos, intenciones e historias previas de sus padres, atadas a experiencias, afectos y emociones proyectarán sobre su hijo durante el embarazo, de modo que al momento de nacer ya tendrá varias generaciones de experiencias sobre sus espaldas. Una vez nacido, día a día se confrontarán las expectativas familiares con sus avances o dificultades.

Uno de los temas de estas conversaciones es el del colegio en el que quisieran que se eduquen sus hijos. Aquí nuevamente jugará un rol la experiencia que cada uno de los padres tuvo en su respectivo colegio, las preferencias que emergen de las sugerencias o presiones de familiares y amigos, y la posibilidad de que haya vacantes en los colegios de preferencia.

Eso produce una ansiedad hacia la escolaridad desde mucho tiempo antes de que el hijo o la hija vayan al colegio, y en no pocos casos lleva a los padres a una inscripción prematura en algún colegio basado en los conocimientos y experiencias que vienen del pasado, sin tomarse el trabajo de revisar los criterios relevantes para el futuro de sus hijos.

Quien sabe sea oportuno para los padres hacer un estudio más detenido de lo que sería la educación relevante para el futuro y a partir de ello construir su propia visión de lo que sería la educación deseada para sus hijos, para luego ver entre los existentes cuál es el colegio que tiene una propuesta educativa que calza con esa visión.

Hay algunos indicadores que son básicos y otros más complejos. Entre los más básicos por supuesto el de la accesibilidad económica; si es solo para hombres o mujeres o mixto; si el idioma de enseñanza es el castellano o algún otro; si es laico o religioso, si es un colegio selectivo que en nombre de la exigencia provoca el retiro de alumnos que no califican con los exigentes estándares planteados para el conjunto (o frecuentemente derivan alumnos a clases extras y terapias).

Otro conjunto de factores tiene que ver con la metodología y orientación de la enseñanza: priorizan la exigencia académica sin importar las dificultades de los alumnos o procuran la centrarse en el bienestar de los alumnos procurando que sean felices en el espacio escolar; enfatizan el desarrollo de la personalidad, habilidades intelectuales, sociales y valores de modo integral, o fundamentalmente sólo interesa el cultivo del intelecto y el logro de altos estándares académicos. También es importante saber si incorporan la modernidad al quehacer educativo y si existe una rutinaria actualización de profesores. Respecto al clima institucional, preguntarse si se respira cordialidad, tranquilidad, confianza, o más bien rivalidad, competencia, tensión; si la disciplina es represiva y dogmática o firme pero comprensiva.

También es relevante observar la calidad de los canales de comunicación entre profesores y alumnos o padres y cómo reacciona el colegio cuando un padre solicita algún apoyo del colegio y si se preocupa por su estabilidad emocional, la construcción de una autoestima fuerte, que tengan confianza en sí mismos, capacidad de socializar fluidamente y enfrentar con seguridad lo desconocido. Sin duda los valores y la dimensión espiritual también cuentan por lo que es importante saber cómo el colegio le enseña a los alumnos a rendir cuentas y asumir responsabilidades por sus actos.

La comunidad de padres es otro factor a considerar: ¿cómo es la intervención de los padres en el colegio?; ¿están presentes a lo largo del año como parte activa y colaborativa de la comunidad educativa o el colegio frena su intervención que se limita a pagar y recibir informes trimestrales?

Finalmente es fundamental entender que la elección de un colegio debe corresponder a una decisión de la pareja de padres. Si uno de los padres no está de acuerdo con la decisión del padre dominante en la decisión, aunque se resigne a ella, la saboteará cada vez que haya algún problema. Este sabotaje puede expresarse en no-cooperar con el colegio, culpar a la pareja por el colegio elegido cada vez que el hijo tenga problemas, hablar mal del director o de algunos profesores, distanciarse del hijo, etc. Todo ello perjudicará al hijo que asiste al colegio.

Como se ve, hay mucho trabajo por hacer antes de definir la elección de un colegio y mientras más a consciencia se haga, tanto mejor para los hijos.

Artículo afín
Interesante artículo de Alejandro Jodorowsky, escritor y psicoterapeuta, sobre las cargas con los nombres que llevamos.
http://monicagiraldopaerez.com/2015/11/03/nuestro-nombre-es-el-primer-contrato-con-el-que-cargamos/