El Tiempo Piura 10 10 2015

En América Latina acostumbramos a pensar en la escuela como un espacio público de encuentro, interacción y diálogo entre niños, jóvenes y adultos, que comparten un espacio en el que se realizan actividades educativas.

No estamos acostumbrados al concepto norteamericano común que ve la educación como un “commodity” individual que responde a reglas empresariales en un “mercado” competitivo en el que se transan productos como “educación” y “crianza”. Un enfoque en el que los padres son vistos como “consumidores calculadores” que evalúan el servicio mediante criterios de calidad, forma de entrega, excelencia y resultados. En este enfoque la escuela se reduce a ser un lugar en el que se practican técnicas que se evalúan contra su capacidad de reproducir conocimientos y lograr objetivos medidos por criterios uniformes y consistentes. En suma, la visión de una escuela como una tecnología de la normalización.

Un ejemplo de este enfoque lo vemos en la columna de Ross Ramsey “Cuando permitir el abandono (deserción) escolar es una bendición para el presupuesto” (The Texas Tribune 27/10/2011). Dice que cada estudiante que abandona la escuela se convierte en un ahorro para los contribuyentes. Se podrá argumentar que es mayor el costo de tenerlos fuera en pandillas, en la cárceles, atendidos por la beneficencia o en trabajos de escasa calificación. Pero esos son impactos en el futuro. En el corto plazo su abandono escolar se convierte en un ahorro para el presupuesto y una liberación de dineros que se pueden usar para otros asuntos más efectistas para los electores, que es lo que les interesa a las autoridades políticas en relación a su presupuestal bianual.

Saquen su cuenta. En Texas en el 2008-9 abandonaron la escuela 40,923 estudiantes del 7mo. al 12 avo. grado, y otros 34,907 en el 2009-2010 a razón de 11,567 dólares del costo por alumno, eso significa 473.4 millones de dólares el 1er año y otros 403.9 millones el siguiente, o sea 880 millones en los dos años, 43% de los cuales saldrían directamente del presupuesto estatal (datos del año de la columna).

Personalmente lamento estos enfoques. Me adhiero al pensamiento humanista que propone atender las necesidades y derechos presentes de las personas que además son la base para asentar sus opciones futuras.

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