El Tiempo Piura 12 03 2016 Regiones 13 03 2016

Hay quienes se preguntan ¿por qué no se retiran los candidatos con escasa aceptación popular? Parten del supuesto que los que se presentan lo hacen solo para ganar y cuando eso parece imposible, deberían desistir.

Pero eso pierde de vista las ganancias secundarias que trae tal postulación que hacen que ganen, aun perdiendo.

La primera es la exposición pública gratuita, a través de los diversos medios de comunicación, que permiten construir una imagen pública y favorecer una recordación a usarse para los más diversos fines como una próxima candidatura o la convocatoria a puestos privados o públicos derivados del reconocimiento a sus méritos o su proyección futura. Para los candidatos novatos, hace las veces de un partido de práctica para foguearse y ganar experiencia. Para otros candidatos más recorridos en la vida política, es una forma de mantener su vigencia, así sea solo para alimentar su ego o sus negocios, porque las figuras públicas tienen cierto peso en sus relaciones con el mundo empresarial y político. Agreguemos a eso la posibilidad de obtener los suficientes votos para alcanzar una bancada en el congreso (sinónimo de poder político fáctico). Esto va aparejado con el efecto locomotora. Una lista congresal sin candidato presidencial tiene mucha menor exposición en medios, con lo que le quitan posibilidades de hacerse visibles a sus candidatos al congreso.

El caso típico del retiro de Renzo Reggiardo aduciendo que no hay garantías mostrándose esposado, el encadenamiento de Nano Guerra en las rejas de palacio, el acampamiento de Julio Guzmán en el exterior del JNE y sus acusaciones de fraude por acción de la conspiración de los dinosaurios y las manos negras de la vida política peruana, la escoba con la que se presenta Fernando Olivera, la resistencia de César Acuña para retirarse aduciendo que copiar no es plagiar y que la ayuda humanitaria no es una donación -como cobertura del mensaje de que los blanquitos le están haciendo bullying al exitoso empresario andino por razones racistas-, y tantos otros gestos y símbolos que buscan una recordación en el imaginario público más que una valoración ética de su postura.

Para los espectadores, las campañas electorales pueden ser una vitrina para aprender sobre estas aristas de la conducta de los políticos y entender mejor los gestos electorales y lo que ellos significan. Es parte de la apreciación y educación cívica que van adquiriendo los niños y jóvenes en la época electoral.

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Cuadro publicado por Caretas del 3.3.2016 en alusión al mes electoral previo a las elecciones 2011.
LT: Una buena encuesta puede dar una radiografía DEL MOMENTO de los encuestados, pero precisamente por eso no es PRONÓSTICO, 1) por que a partir de ella los interesados introducen las modificaciones que afectarán las tendencias 2) por la volubilidad de los encuestados. Además, no registran las razones psicoanalíticas de los votantes que resuelven su voto en la última semana o día de elecciones.

Julio Guzmán: saber ganar cuando se pierde (14/03/2016 César Luna Victoria en Semana Económica)

Julio Guzmán ha perdido, pero no porque el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) lo haya sacado de la carrera electoral, sino porque no ha tenido la grandeza para superar su derrota.

Asumamos que tiene toda la razón, que los errores en la inscripción de su candidatura son menores, que fueron subsanados por una asamblea posterior y que, en todo caso, no pueden impedir la contundencia del derecho constitucional a participar en las elecciones. Desde esa posición, la decisión contra Guzmán es injusta e inconstitucional y se explica, al decir de Guzmán, como un fraude promovido por los buitres que se benefician con su salida.

Sin embargo, desde la otra posición, hay razones suficientes en la resolución del JNE. En concreto, se sostiene que esa famosa asamblea posterior no subsanó los errores o, más precisamente, no tenía facultades para subsanarlos. ¿Legal o legalista, sustancial o formal? Ese es el debate. La resolución fue aprobada con las justas, 3 votos x 2 en contra. Casi un empate resuelto por penales. En la duda, debiera haber prevalecido el OK a Guzmán. Esa es mi opinión. Pero la resolución ya fue dada y, aunque no guste, tiene fundamentos legales. No hay fraude. Hay que aceptarla.

Desde la rabia Guzmán, como simple ciudadano, tiene todo el derecho de patear el tablero e iniciar una campaña para denunciar la miseria de los vocales que votaron en su contra, para demostrar que se influyó indebidamente para torcer la resolución y, sobre todo, para exigir que el JNE aplique la misma justicia y rigor a otros que habrían incurrido en errores similares, por lo que también deberían ser retirados de las elecciones. Tiene derecho a que lo sigan paseando en camioneta, camisa remangada, puños en alto, con la sonrisa electoral de siempre para recibir los aplausos de los guzmanlovers.

Pero Guzmán no tiene ese mismo derecho si pretende ser un político de a verdad. La política es el arte de lo posible y eso exige sacrificios para renuncias propias, nobleza para concesiones a los adversarios y sabiduría para liderar consensos. Guzmán irrumpió en el imaginario electoral proponiendo renovar la política con buenas prácticas, combinando la imagen de un técnico con la de un caballero, pero desperdició todo el capital acumulado de un 16% de intención de voto con una rabieta que lo desnuda como el más tradicional de todos los políticos, reclamando fraude y sembrando incertidumbre.

No tiene la altura de Al Gore que, en el 2000, competía por la presidencia de los Estados Unidos contra George W. Bush. La elección se definía en La Florida y Al Gore perdió por 537 votos. Hecho 1: en Palm Beach se ensayó la “cédula mariposa” que debía ser perforada para su conteo electrónico. Equívoca, confundió a muchos electores, la mayoría pensionistas y demócratas. En el conteo manual se confirmó que eran votos para Al Gore, pero quedaron para Bush. Hecho 2: los programadores del software del conteo de votos reconocieron que el “código fuente” podía ser manipulado, pero se negaron a proporcionarlo. Hecho 3: la empresa encargada de organizar la data electoral (Data Base Technologies) estaba asociada a la jefa de la campaña de Bush. Hecho 4: la Corte Suprema, controlada por los vocales nombrados por Bush padre, dio como ganador a Bush hijo por 5 votos x 4 en contra. Pero no era el final. 11 congresistas podían exigir nuevas elecciones si, además, contaban con el apoyo de un senador. ¿Qué hizo Al Gore? se comió el orgullo. Ni él ni ningún otro senador se adhirió a las pretensiones de decenas de congresistas que clamaban fraude. No se debía prolongar la incertidumbre.

Al final de la historia, Al Gore será recordado por su defensa del medio ambiente y sus luchas contra el calentamiento global. Su trabajo “Una verdad incómoda” le valió en 2007 un Oscar al mejor documental (cuyo director fue Davis Guggenhein) y un Premio Nobel por la Paz (compartido con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático). A George W. Bush, en cambio, lo recordamos con esa cara de “¿a ver quién me ayuda?”, cuando el 11S, ya informado de los ataques al World Trade Center, seguía la lectura de “Mi mascota la cabra” con unos niños en una escuela primaria de La Florida.

Aquí en Perú también tuvimos algo así. En 1985 Alan García había barrido en las elecciones, pero con el 49.37% de los votos válidos (no viciados) necesitaba la segunda vuelta. Lo seguía Alfonso Barrantes con el 22.95%, pero estaba claro que no lo superaría. Sin embargo, para la izquierda, una segunda vuelta era una oportunidad más de propaganda. Pero ya había crisis económica y el país no estaba para gastos adicionales. Barrantes renuncia a la segunda vuelta y, como no estaba prevista una renuncia, se “excluyen” del conteo los votos en blanco (cuando legalmente no son votos viciados) y se logra el milagro de que García tuviese el 53.1% para ganar en primera.

El final de esta historia también lo conocemos. García 1985 – 1990 rompió récord mundial de hiperinflación. A Barrantes, en cambio, lo recordamos como el Tío Frejolito, el que en medio de la crisis económica promovió el ‘Vaso de Leche’ en las escuelas primarias y los Comedores Populares en los barrios marginales, como una eficaz y solidaria manera de sobrevivir. A su modo, Al Gore y Barrantes renunciaron a seguir en los procesos electorales porque el poder no los seducía, sólo lo querían para hacer cosas mejores. Y lo hicieron a su modo. Julio Guzmán debiera mirarse en ese espejo. Usted y yo también.