El Tiempo 07 05 2016

Formación de docentes siglo XXI

¿Cómo debería orientarse la formación docente de estos tiempos, a la luz de las innumerables investigaciones que evidencian el nocivo efecto que ejercen en el aprendizaje significativo de los alumnos las pruebas estandarizadas y una pedagogía orientada a entrenar a los alumnos para rendir pruebas, obtener puntajes y notas con las cuales calificar, comparar y jerarquizar alumnos?

La investigación acumulada evidencia que a más preocupación por las notas, menos interés en el aprendizaje auto-motivado. A más presión para que los alumnos sean contestadores eficaces de las preguntas de los profesores o exámenes, menos interés de los alumnos por investigar, hacer preguntas sobre lo que les inquieta y por usar la inteligencia para plantear opciones creativas.

Los profesores que quieren confrontarse con la inercia perversa heredada de la pedagogía usual en el siglo XX debieran plantear resultados de la educación en términos alternativos y usar otras formas de evaluar logros que no reposen en resultados de pruebas. Por ejemplo, incentivar la motivación por el aprendizaje continuo (que es un componente de partida para el aprendizaje continuo por toda la vida); trabajo con grupos pequeños colaborativos interdisciplinarios; incentivos alternativos para lograr una lectura placentera, etc.

Los formadores de docentes deben escoger entre alentar a los estudiantes de pedagogía para convertirse en defensores del status quo y de tener éxito manteniendo los parámetros docentes tradicionales o más bien animarlos a hacer preguntas radicales, cuestionar los “sentidos comunes” pedagógicos, afinar sus radares intelectuales para penetrar en las inconsistencias del modelo tradicional, participar de movimientos que demanden la renovación pedagógica. Los estudiantes deberán escoger entre agachar la cabeza y no mirar las inconsistencias esperando que se extingan con el tiempo o en cambio tomar parte activa en la lucha por cambiar las cosas y demandar una formación docente acorde con los tiempos.

Finalmente, los formadores de profesores que quieren alentar la renovación pedagógica en la escuela tienen que preguntarse si para ello están dispuestos a dejar de usar métodos tradicionales de dictado de clases a partir de sílabos elaborados sin participación de los estudiantes y evaluaciones de alumnos usando pruebas clásicas y notas asignadas por dar las respuestas que son correctas a criterio del profesor, porque ello de partida sería inconsistente con la renovación invocada.

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