Regiones 24 07 2016

¿Por qué está olvidando la escuela que ser felices, saludables, sociables, compasivos, reflexivos, creativos y buenas personas son ingredientes vitales para la buena formación de los alumnos? ¿Por qué ha sido desplazado por una obsesión por los estándares y los puntajes en las pruebas?

Parece ser que el lanzamiento del Sputnik por los rusos en 1957 y su simbolismo en la carrera espacial ante los EE.UU. fue el punto de pivote. Los políticos norteamericanos lo interpretaron como un fracaso del sistema escolar norteamericano. El congreso promulgó en 1958 el Acta Educacional de Defensa Nacional para promover el mejoramiento de los logros académicos escolares que derivaron en el programa de la nueva matemática en 1960 y el énfasis en los STEM (science, technology, engineering, mathematics). En 1983 Reagan adopta la proclama de científicos, educadores y decisores “A Nation at Risk” empujando esa obsesión que relanza Clinton en 1994 con el programa “Goals 2000 = Educate America Act” para lograr altos niveles de competencia en matemáticas, literacidad y ciencias para el año 2000 expresados en estándares nacionales. Toma la posta George Bush impulsando el plan denominado “No Child Left Behind” con severos controles e incentivos para resultados en pruebas. Ese programa vino acompañado de paquetes completos de pruebas estandarizadas con desempeños estrechamente medidos especialmente en matemáticas y lectura. Los alumnos eran entrenados diariamente para dar respuestas al tipo de preguntas cortas y concretas que emanaban de esas pruebas desde 3er grado hasta el final de la secundaria.

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Los maestros de EE.UU. han lanzado una campaña para cancelar las pruebas estatales en 2021. Prefieren interactuar con sus estudiantes.

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El Papa pide una educación que no se mida por superar “pruebas estandarizadas”.El Papa ha pedido ir más allá de “simplificaciones aplanadas sobre la utilidad” al reclamar un sistema educativo que no mida su éxito solo al superar “pruebas estandarizadas” sino por las garantías que ofrece como “antídoto” a la cultura individualista. …“Hoy se requiere la parresia necesaria para ir más allá de visiones extrínsecas de los procesos educativos, para superar las excesivas simplificaciones aplanadas sobre la utilidad, sobre el resultado “estandarizado”, sobre la funcionalidad y la burocracia que confunden educación con instrucción y terminan destruyendo nuestras culturas; más bien se nos pide que busquemos una cultura integral, participativa y multifacética”, ha agregado. …Y ha asegurado: “El valor de nuestras prácticas educativas no se medirá simplemente por haber superado pruebas estandarizadas, sino por la capacidad de incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura. Un mundo diferente es posible y requiere que aprendamos a construirlo, y esto involucra a toda nuestra humanidad, tanto personal como comunitaria”. …“Educar es siempre un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia en otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común. Si los espacios educativos hoy se ajustan a la lógica de la sustitución y de la repetición; y son incapaces de generar y mostrar nuevos horizontes, en los que la hospitalidad, la solidaridad intergeneracional y el valor de la trascendencia construyan una nueva cultura, ¿no estaremos faltando a la cita con este momento histórico?”, se ha preguntado el Papa.

El origen de la escolarización moderna

¿Por qué si asisten al mismo colegio, con los mismos profesores y abordajes pedagógicos, los logros de unos y otros alumnos son tan diversos?

Educación en Estados Unidos, y el uso de pruebas estandarizadas para discriminar y «matar» la educación Telesur TV 31 octubre 2016 Anahi Rubin

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Las universidades públicas (EE.UU.) ya no requieren que los solicitantes de primer año presenten puntajes SAT o ACT. «Las pruebas estandarizadas agregan muy poco a nuestra capacidad de predecir el éxito de un estudiante individual en una universidad o colegio» … «He visto patrones claros que, cuando se pesan mucho en el proceso de admisión, las pruebas estandarizadas brindan ventajas de admisión a los estudiantes que ya están ventajoso, incluidos los estudiantes de familias de mayores ingresos «…» Algunos creen que los puntajes de los exámenes estandarizados son simplemente un reflejo del capital social acumulado, más que una medida objetiva de la capacidad o potencial académico de un estudiante «. Public universities to no longer require freshman applicants to submit SAT or ACT scores

«La conversación educativa que deberíamos tener» The Washington Post 30 10 2019 por Alfie Kohn Desafía la sabiduría convencional sobre la educación sobre lo que importa, y no importa, en educación. The education conversation we should be Having

Educación en Estados Unidos, solo para pocos. Desde el año 2014 se está organizando la resistencia a los exámenes estandarizados en este país; entre otros motivos por el abuso de parte de una industria multimillonaria de exámenes, quienes están homogeneizando el sistema educativo y agotando los recursos limitados de los distritos escolares. El máximo exponente de esta industria es la corporación inglesa Pearson; la más poderosa en el área educativa del mundo. Pearson, obtiene ganancias de 9 billones de dólares anuales, opera en más de 70 países; aunque el 70 por ciento de sus ventas son realizadas en Estados Unidos a través de 18 estados.

Los exámenes estandarizados afectan sobre todo a la comunidad afroamericana; que ha visto sus aulas convertidas en centro de preparación y análisis de estrategias para eliminar respuestas equivocadas, y en donde la creatividad y el pensamiento crítico son apartados.

Dos estados que han sido muy expuestos por esta clase de pruebas, son Chicago y Filadelfia; con cuantiosa población afroamericana. En estos lugares se usaron los exámenes para etiquetar las escuelas de las comunidades pobres como fracasadas, para después, finalmente cerrarlas. Esto también sucedió en la ciudad de Nueva York en el año 2013 durante la intendencia de Michael Bloomberg, quien después de evaluar los resultados de los exámenes estandarizados, culpabilizó del escaso rendimiento escolar a los maestros, y decidió cerrar 100 escuelas públicas, decisión que afectó a los estudiantes menos favorecidos económicamente.

Los Estados Unidos tienen una larga historia de usar pruebas de inteligencia para apoyar la supremacía blanca y la estratificación de clases. En 1920, se empezaron a usar estos exámenes, basado en teorías supremacistas del hombre blanco y norteamericano. La más representativa fue la investigación desarrollada por Francis Galton, médico y estadista inglés, quien fundamentó sus análisis en la trasmisión hereditaria de las facultades intelectuales y morales; y en donde la raza blanca era la que prevalecía. Obviamente bajo toda esta seudo teoría aparecía el racismo y el clasismo.

Muchos años después todavía subsiste en este país criterios similares a los que planteaba Galton, con los aditamentos de intereses económicos alrededor de la educación. Durante más de 10 años surgieron distintas experiencias educativas, como; No child left behind (Ningun chico se queda atrás) creado en la era de la presidencia de George Bush; Race to the top (La carrera a la cima) y Los estándares comunes estatales, que no dieron resultados positivos ni para estudiantes ni para maestros, pero ayudaron a incrementar los movimientos de resistencia.

En Seattle, los maestros se negaron a tomar los exámenes estandarizados. Esta decisión fue apoyada por la Federación Americana de Maestros (AFT en sus siglas en inglés) y la Asociación Nacional de Educación (NEA en sus siglas en inglés) quienes basaron su solidaridad argumentando que «los exámenes no responden al curriculum y objetivos de la escuela sino que se utilizan injustamente para evaluar los resultados de los docentes’’. También en el estado de Oregón, los sindicatos hicieron escuchar su opinión ante estos tipos de test y exigieron que en los contratos se incorpore una cláusula que prohíba que el desempeño de los estudiantes en estos exámenes sea utilizado como base para transferencias involuntarias, despidos o reducciones de salario.

Además del tema económico, muchos cuestionan la cantidad excesiva de tiempo que los estudiantes pierden a través de toda su carrera escolar por este tipo de exámenes. Según estudios de EL Consejo de las Escuelas de la Gran Ciudad, (Council of the Great City Schools), que representa a los distritos urbanos; « los estudiantes toman 113 exámenes estandarizados, desde el jardín de infantes hasta el grado 12. O sea que el estudiante invierte 1.6 por ciento de su tiempo escolar rindiendo exámenes’’.

El presidente Barack Obama también ha opinado sobre este tema, y exhortó a limitar las evaluaciones a un 2 por ciento del tiempo en el aula escolar. «El gobierno es parcialmente responsable por haber convertido los exámenes en lo más importante en las escuelas de Estados Unidos, donde los alumnos pasan entre 20 y 25 horas presentando estas pruebas estandarizadas’’; comentó el presidente norteamericano.

También la directora de la AFT, Randy Weingarten ha expresado; «ya no basta con enseñar a memorizar algunos números o términos, se debe aprender a pensar críticamente y ser capaz de absorber e interpretar el conocimiento’’.

A pesar de estas opiniones y de la resistencia de sindicatos y grupos educativos, los exámenes siguen existiendo; con la problemática de que los resultados sean muchas veces utilizados para desplazar y excluir a las minorías más pobres de este país.

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Números y educación (Santiago Cardozo) Exaspera un poco ver cómo la reflexión sobre educación ha sido plenamente copada por el “virus” de los números: encuestas, porcentajes, indicadores, gráficas de barra o de torta o de líneas o de lo que sea, esta parece ser la lógica que asume hoy la reflexión sobre la educación; especie de zona dentro de la cual se puede reflexionar sobre lo educativo. Llegados a este punto, es como si la educación se identificara punto por punto con el aparato estadístico que procura “reflejarla”.

¿Por qué este aparato estadístico se ha vuelto la forma misma de la reflexión sobre la educación? ¿Por qué las autoridades educativas se mueven de acuerdo con esta lógica, situándola en el centro del debate y de sus decires, como si lo educativo no fuera más que un estado traducible a porcentajes, indicadores, expresable en intrincadas grillas de medición de la realidad misma? ¿Por qué esta necesidad de lo estadístico?

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Francisco Cajiao: Despacio, que voy de afán (El Tiempo, Colombia, 25 de julio de 2016) El currículo tiene que ser discutido, formulado y asimilado a través de procesos en los cuales participen las comunidades académicas regionales, las asociaciones disciplinares de los maestros y expertos. Esto requiere tiempo. Hay que entender que el currículo no es una acumulación de asignaturas administradas en tiempos limitados para que todos los niños sean capaces de dar cuenta de las mismas cosas enseñadas de la misma forma. Hablar del currículo es hablar del aprendizaje, de las condiciones locales y culturales en que ese aprendizaje adquiere sentido, de la forma en que se debe propiciar el interés por los fenómenos del mundo físico y social, teniendo en cuenta los ciclos del desarrollo. El currículo tiene que ser discutido, formulado y asimilado a través de procesos en los cuales participen las comunidades académicas regionales, las asociaciones disciplinares de los maestros y, por supuesto, expertos con gran capacidad para escuchar y sistematizar. Esto requiere tiempo, como lo han demostrado los países donde el asunto se ha tomado en serio, entendiendo que el currículo no se limita a un conjunto de estándares de competencias, sino que tiene que ver incluso con la identidad nacional. (sigue)

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Vídeo: Las ideas fuerza de la educación en Finlandia en pocas palabras. En su reciente película «¿Qué invadimos ahora?» el siempre incisivo y polémico Michael Moore ha sabido explicar en unos pocos minutos el más que llamativo éxito educativo de Finlandia, un sistema basado en unas pocas ideas muy claras.https://www.youtube.com/watch?v=vuEhgfkPfho

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LT: Me resultó increíble encontrar en el otro lado del mundo alguien tan afín a lo que he venido sosteniendo hace meses respecto al currículo nacional y la necesidad de que el alumno disfrute de su vida escolar) Roger Schank: “El álgebra es como una religión y no enseña a pensar”. 27 JUL 2016 Por Ana Torres Menárguez http://economia.elpais.com/economia/2016/07/26/actualidad/1469530199_692638.html

Experto en Inteligencia Artifical y exprofesor en Yale: «La mayoría de la gente cree que las materias que se estudian en el colegio son las que hay que aprender y eso no es así. El programa académico de los institutos en Estados Unidos fue diseñado en 1892 por el entonces presidente de Harvard, Charles Eliot. Escogió biología, química, física, álgebra, trigonometría, geometría, literatura, historia y lengua extranjera. ¿Te resulta familiar? Esos eran los campos que se estudiaban en Harvard y la intención de Eliot era hacer la vida más fácil a los profesores de esa universidad, garantizando que los alumnos que entrasen lo harían con una buena base. Hoy se enseñan más de 150 programas en Harvard pero en los institutos (LT:colegios) todavía no hay asignaturas de programación o ingeniería medioambiental. ¿Cómo se explica eso?

¿Qué contenidos cree que se deberían enseñar en la escuela? R. Te tienen que enseñar cómo tener una vida mejor y ser más feliz. Sin embargo, el sistema te dicta erróneamente lo que debes saber.

¿Qué le recomendaría a un chaval de 18 años? R. Que se tome unos años antes de la universidad para descubrir todo lo que no le ha permitido el sistema educativo, para que entienda quién es y qué le gusta. Cuando llegan con 23 o 24 años son mejores estudiantes porque saben por qué están ahí. Mientras tanto, cualquier opción es buena: voluntariados en otro país, trabajo o prácticas.

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Roger Schank (Nueva York, 1946) cree que el actual sistema educativo se creó hace más de un siglo para la élite y los ricos; que se ideó para los intelectuales. Critica que en el instituto se estudie la obra de Cervantes o de Shakespeare que, en su opinión, no ayudan en nada a lo largo de la vida, y no se enseñe a saber buscar un trabajo. Su objetivo es tumbar el actual sistema educativo y construir una escuela online global con más de 500 programas académicos que permitan al alumno escoger lo que le interesa.

Sus palabras no serían tomadas en serio de no ser por los más de 30 años que dedicó a la docencia en universidades como Stanford. Considerado uno de los principales investigadores del mundo en Inteligencia Artificial, fue profesor de Ciencias de la Computación y Psicología en Yale y en los setenta se dedicó a investigar cómo educar a los ordenadores para que se comportasen como humanos. Cuando sus hijos comenzaron la escuela cambió el foco de su trabajo; se dio cuenta de que el verdadero reto era descubrir la mejor fórmula para educar a los humanos. A finales de los ochenta creó el Instituto de Ciencias de la Educación en la Universidad de Northwestern, en Chicago.

Hoy ofrece sistemas alternativos de aprendizaje basados en la enseñanza virtual desde su empresa Socratic Arts y dirige Enginees for Education, una organización sin ánimo de lucro que asesora a los estudiantes en la búsqueda de su vocación.

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Pregunta. ¿Cuál es su principal crítica al sistema educativo actual?

Respuesta. La mayoría de la gente cree que las materias que se estudian en el colegio son las que hay que aprender y eso no es así. El programa académico de los institutos en Estados Unidos fue diseñado en 1892 por el entonces presidente de Harvard, Charles Eliot. Escogió biología, química, física, álgebra, trigonometría, geometría, literatura, historia y lengua extranjera. ¿Te resulta familiar? Esos eran los campos que se estudiaban en Harvard y la intención de Eliot era hacer la vida más fácil a los profesores de esa universidad, garantizando que los alumnos que entrasen lo harían con una buena base. Hoy se enseñan más de 150 programas en Harvard pero en los institutos todavía no hay asignaturas de programación o ingeniería medioambiental. ¿Cómo se explica eso?

P. ¿Cree que habría que eliminar contenidos como el álgebra?

R. El álgebra es como una religión, todo el mundo cree que tiene beneficios pero no existe evidencia científica. No te podría decir la cantidad de personas que me han dicho que el álgebra enseña a pensar mejor, cuando no existe ninguna investigación que lo demuestre. Por eso digo que es como una religión; te dicen que Jesús visitó una montaña y, aunque no hay evidencias, la gente lo cree. Una vez terminado el instituto, nadie recuerda esos temas porque son inútiles y el 99% de los adultos nunca los han utilizado. Muchos estudiantes se sienten idiotas por no entender ese tipo de contenidos, genera frustración, hace a la gente llorar e incluso abandonar la escuela.

P. ¿Qué contenidos cree que se deberían enseñar en la escuela?

R. Te tienen que enseñar cómo tener una vida mejor y ser más feliz. Sin embargo, el sistema te dicta erróneamente lo que debes saber. Por poner un ejemplo, estudiar El Quijote en el instituto es un error. No te ayuda ni un segundo en tu vida, más allá de poder mantener una conversación sobre Cervantes. Es un sistema pensado para los intelectuales, pero hoy hacen falta otras competencias, como saber programar o conseguir un trabajo. Es importante ayudar a los niños a descubrir lo que más les gusta y para ello hay que ofrecerles programas abiertos y dejarles que decidan. Si un estudiante quiere ser médico, con programas de realidad virtual se pueden simular operaciones con pacientes reales y así puede descubrir si realmente le apasiona.

P. ¿Cuál es el principal freno para la modernización de la escuela?

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R. Siempre digo que todos los problemas de la educación empiezan por p: políticos y padres. Una vez tuve una discusión con el ministro de Educación de Italia porque presumía de ser el único país de Europa que exigía saber latín. Yo le dije que ese era el motivo por el que estaban tan atrasados. Si hablamos de los padres, se echarían a la calle si les decimos que sus hijos ya no van a estudiar trigonometría. Evitan el cambio porque presumen que la escuela que tenemos es la correcta. Que me enseñen la evidencia de que ayuda al mejor desarrollo del cerebro.

P. Universidades como la de Texas, Rutgers o la de Mondragón en México ya están utilizando sus plataformas online de aprendizaje. ¿En qué se diferencian de la metodología tradicional?

R. Soy psicólogo y he estudiado el funcionamiento de la mente toda mi vida. Los humanos comunican mejor las historias reales, son las que recuerdan, por eso las clases magistrales no funcionan. En las conversaciones reales se toman turnos y cada uno de los participantes no suele hablar más de dos minutos. Eso explica por qué somos capaces de mantener la atención. He analizado cómo funciona el aprendizaje y la base es hacer preguntas, intentar hacer cosas, fallar, pedir ayuda e intentarlo otra vez. Es lo que llamamos learning by doing (aprender haciendo) y es lo que hace mi plataforma; simula experiencias que permiten a la gente practicar, identificar qué hacen mal y corregirlo. Nadie quiere ser enseñado. Los niños aprenden solos, simulan construir ciudades con bloques, imaginan cómo ser padres con muñecos y ocasionalmente piden ayuda. En nuestra plataforma se trabaja por proyectos en lo que llamamos Story Centered Curriculum -programa basado en historias-. Tenemos ya uno de análisis de datos y ahora estamos diseñando otro en ciberseguridad.

P. Critica la fórmula de las universidades y sin embargo trabaja con ellas.

R. Tengo que confesarte que ya no queremos seguir trabajando con universidades porque no quieren romper con lo establecido, quieren continuar con las clases magistrales y los exámenes. Ahora nos interesa más ofrecer los programas directamente a grandes empresas que quieren enseñar a sus empleados a hacer bien su trabajo y ponerse al día con nuevas técnicas de análisis de datos. Esta es mi forma de ganarme la vida, pero mi interés real es destruir el sistema educativo.

P. ¿Cómo casa su forma de pensar con la cantidad de años que dedicó a docencia en universidades de élite como Yale?

R. Cuando llegué a Yale, pensaba que era uno de los mejores lugares del mundo para trabajar. Con los años, renuncié como profesor porque me di cuenta de que estábamos generando un perjuicio intentando ir de algo que no éramos. Un docente de Yale es sobre todo un investigador que publica en revistas científicas y da charlas. Su misión es hacer de los estudiantes futuros investigadores y si ellos no quieren serlo, se equivocaron de universidad. Ellos no saben que están en la mejor escuela, pero de investigación.

El sistema educativo en Estados Unidos se ha arruinado por universidades como Harvard, que recomienda ser muy bueno en materias como álgebra o trigonometría para sus pruebas de admisión, basándose en el programa de 1892. Los institutos mantienen ese programa para intentar generar potenciales alumnos para Harvard. Es una fórmula que hace mucho más fácil cribar entre 30.000 solicitudes anuales, pero está desfasada.

P. ¿Qué le recomendaría a un chaval de 18 años?

R. Que se tome unos años antes de la universidad para descubrir todo lo que no le ha permitido el sistema educativo, para que entienda quién es y qué le gusta. Cuando llegan con 23 o 24 años son mejores estudiantes porque saben por qué están ahí. Mientras tanto, cualquier opción es buena: voluntariados en otro país, trabajo o prácticas. En mi país hablamos de sexo, drogas y rock & roll, eso es lo que les toca a esa edad. ¿Alguien cree que tiene sentido pagar 50.000 dólares de matrícula para hacer eso?

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Sin embargo, la industria de tests prosperó, así como la de los juegos, software, aplicaciones educativas y canales de televisión educativos. El mercado llenó el vacío creado por las frustraciones generadas por las políticas educativas. Lo irónico del tema es que la presión de la industria de los tests en lugar de dar mejores opciones para el futuro lo que ha hecho es erosionarlas.

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El error de intentar medirlo todo. En un mundo evaluado por ‘likes’, algoritmos, indicadores y objetivos, los números no deben ser inmunes a la crítica. Estos parámetros son siempre reduccionistas. De entrada, porque la medición se refiere fundamentalmente a la parte cuantitativa de las cosas. Quien mide, inevitablemente, presta mayor atención a las dimensiones que se dejan medir mejor, de manera que éstas son privilegiadas en relación con otros aspectos de la realidad. La cuantificación hace que destaquen determinados aspectos, e invisibiliza a otros. La lógica de la medición tiene ciertos efectos secundarios. A menudo el impacto y la imagen se valoran más que el contenido

¿Y si estamos ahogando la sed de aprender de los niños con un bombardeo de estímulos? Los incentivos externos saturan los sentidos, empachan y anestesian la capacidad de saborear lo lento de lo ordinario CATHERINE L’ECUYER «¿Dónde marchitó aquel asombro? ¿Y si la sed de aprender se hubiera ahogado en un océano de información sin sentido, en un bombardeo de estímulos externos compuestos por ruidos, contenidos y horarios que no respetan el orden interior de los niños, y por qué no decirlo también, de nosotros sus padres? Para que la sed sea sostenible, es preciso dejar beber poco a poco a la persona de una fuente que se ajuste a sus necesidades reales. ¿Hay que sorprenderse si uno se ahoga intentando tomar un sorbo de una boca de incendio? El asombro es lento, saborea la realidad a la que se acerca por primera vez, o como si fuera por primera vez. En cambio, los estímulos externos que saturan los sentidos empachan, embotan, anestesian el deseo, la sensibilidad y la capacidad de saborear la dimensión estética y lo lento de lo ordinario».

Richard Gerver: “Hay demasiadas modas pasajeras en la educación”.Las escuelas se centran demasiado en lo académico. En España o Inglaterra los exámenes son la razón de ser de la escuela. Esto tiene que parar. La educación no va de aprobar exámenes, sino de desarrollar a los jóvenes para que tengan éxito. Los profesores no necesitan los exámenes para eso. Seamos serios. Están evaluando a sus alumnos todo el tiempo. Los exámenes existen porque les gustan a los políticos y los piden los padres. Pero, en realidad, como herramienta, obstaculizan la educación, no la mejoran. La OCDE señala que los países con sistemas que se centran en exámenes son en los que los chicos tienen más dificultades para encontrar un trabajo. Esto se debe a que la educación no está enfocada a su desarrollo, sino a prepararlos para un examen.

A treinta años del Simce: los avances y desafíos de un nuevo Sistema de Evaluación de la Calidad de la Educación Por Carlos Henríquez, Secretario Ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, responsables del SIMCE.Sabemos la importancia de contar con evaluaciones externas, pero también conocemos los límites de estas herramientas: siempre serán un complemento al trabajo interno de la comunidad escolar. Por ello hemos insistido en promover una mirada amplia, porque la calidad no puede reducirse a resultados en pruebas estandarizadas.

“En la evaluación, la LOMCE ha sido un obstáculo en el camino que se había emprendido” Paco Luna, experto en evaluación de Euskadi, sobre sus límites y sus posibilidades. Estas evaluaciones son técnicamente potentes, pero tienen limitaciones. Una muy fuerte es cuando se llega al nivel de resultados de alumnos. En ocasiones, los que estamos en este campo actuamos con una cierta arrogancia técnica, pensando que nuestros instrumentos son capaces de describir mejor la situación de aprendizaje de un centro que las pruebas que hace el propio centro. Es cierto que hay quejas en ese sentido, pero está muy relacionado con dónde sitúas la evaluación. Si lo haces como referencia única de un centro, entonces es normal que se pongan nerviosos, porque les estás dando una única fotografía que tienen que trasladar a las familias. Pero si les garantizas que es una información interna, sin rankings ni difusión de esa información, y que tienen autonomía para actuar a partir de esos resultados, no tiene por qué ser así. Si es una información complementaria periódica para compararte con otros centros y puedes analizar qué cambiar, estas evaluaciones aportan información y no tienen por qué ponerte demasiado nervioso porque no tienen consecuencias directas ni en el sueldo ni en los resultados académicos; es una información más para la toma de decisiones.