Correo 04 11 2016

Las neurociencias nos están dando luces, alertas, criterios, (muchos de ellos coincidentes con lo que dicen hace décadas los psicólogos del aprendizaje) pero no plantea fórmulas o una propuesta pedagógica.

Aunque antiguo, un previsor artículo de Alfie Kohn ayuda a precisar respecto a los reales aportes de la neurociencia a la educación (“Back to Nurture”, American Health, 1993)

En la generación de posguerra, la mayoría de los problemas mentales y emocionales eran analizados enfocando la maternidad inadecuada, las influencias sociales negativas y otros asuntos vinculados al medio ambiente de crianza. La siguiente generación, conforme se fue medicalizando la psiquiatría y psicología, giró del análisis y tratamiento del ambiente de crianza al de la salud mental de las personas y los factores genéticos que se trataban con medicamentos o intervenciones quirúrgicas. Los problemas emocionales se analizaban mirando los cerebros y las causas biológicas más que la cultura y medioambiente de crianza.

Abundaban fondos (buena parte de empresas farmacéuticas por supuesto) para la investigación del cerebro buscando respuestas biológicas a cuestiones relativas a la salud mental, y escaseaban para los contrarios. “Somos lo que nuestros genes han hecho de nosotros. Encuentra el gen responsable de una conducta y la curamos”. Se dio public dad a vistosos estudios sobre las causas genéticas del alcoholismo, la neurosis, la esquizofrenia, y varios más (que luego tuvieron que reconocerse como no válidos).

Me dejó pensando cómo hoy en día se aceptan comúnmente hallazgos de las neurociencias como si de estos pudiera derivarse propuestas pedagógicas, asumiendo una relación causal no probada que merecería estudios más precisos. Sin duda las neurociencias poco a poco permitirán entender mejor cómo funciona el cerebro y su relación con el pensamiento, razonamiento y el aprendizaje. Pero hay que tener cuidado en saltar prematuramente a relaciones causales y hasta pedagogías basadas en las neurociencias. Diferenciemos entre criterios (inspirados en los hallazgos neuro-científicos) de las recetas supuestamente derivadas de las neurociencias.

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Las neurociencias y el mercado en educación, en La Capital (Argentina) 16 de Julio de 2016 por Marcela Isaías (entrevista a Gabriela Dueñas)

La doctora en psicología Gabriela Dueñas opina que hay que estar alertas al avance del comercio en salud y educación.

Las neurociencias son un área de conocimiento científico con valiosos aportes para el campo de la salud y la educación. Sin embargo, también pueden representar un riesgo cuando sólo responden a determinados intereses, como los que imponen las industrias farmacéuticas. La opinión la comparte la doctora en psicología Gabriela Dueñas.

«Las neurociencias constituyen un área del conocimiento científico que en los últimos años viene haciendo investigaciones importantísimas, con valiosos aportes al campo de la salud y de salud mental. Suponen un gran avance en la medida que responden a los requerimientos epistemológicos que se exigen actualmente desde el mundo académico», define quien es además capacitadora y autora de numerosos materiales de formación docente. El problema aparece cuando se corren de ese aporte al campo de la salud para responder a intereses económicos, por lo general ligados a la industria farmacéutica. Dueñas dice que eso ocurre, por ejemplo, «con la invención de los famosos «Trastornos Mentales» propuestos por Manuales como el DSM (por su sigla en inglés, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), que dan lugar al problema de la patologización y medicalización de la vida y las infancias. Manuales cuyo uso está desaconsejado por la ley de salud mental Nº 26.657, aunque sea un tema del que no se hable con frecuencia».

El tema ha cobrado especial vigencia desde que en mayo pasado el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación firmó un convenio con la Fundación Ineco. A partir de ese acuerdo, que rubricaron el ministro Esteban Bullrich y el neurólogo Facundo Manes, se crea en el ámbito educativo nacional el primer Laboratorio de Neurociencias y Educación.

Dueñas mira con preocupación este acuerdo, el avance de una fundación como Ineco en los ámbitos de la salud y de la educación: «La Fundación de Manes está seriamente cuestionada porque mantiene una perspectiva de fuerte sesgo biologicista, que promueve la medicalización de las infancias. Y, ahora, a partir del acuerdo con Bullrich, desde el campo educativo».

Tal como explica la educadora, «la mente, la subjetividad infantil, en pleno proceso de constitución y maduración orgánica en estos tiempos tempranos de la vida, no pueden reducirse a su cerebro. Los niños no son simples soportes biológicos de funciones cognitivas aisladas unas de otras. La mente, el psiquismo del que dependen la inteligencia y sus funciones, no pueden compararse con una computadora. Las personas, los niños somos sujetos, no artefactos».

Así defiende mirar las problemáticas que aparecen en el terreno de la salud, y ahora principalmente en el de la educación, entendiendo que se trata de algo complejo y como tal que admite distintas miradas: «Hoy las neurociencias, la genética, la psicología, la pedagogía, están en condiciones de afirmar que la subjetividad, fundamentalmente, y sin negar su dimensión biológica, se entreteje de épocas y contextos».

Tendencia

La tendencia a atender a las distintas problemáticas de las infancias y de las adolescencias por la vía de la medicalización no es nueva y crece en tanto no se discute el tema desde una perspectiva compleja. La doctora en psicología considera que esto es decisivo para poder entender qué pasa en las escuelas con esos chicos y chicas que se manifiestan «inquietos», «imposibles de tener en un aula» o que permanentemente desafían la autoridad pedagógica.

Para ese paso recuerda que la institución escuela está desfasada por los niños, niñas y adolescentes que las habitan, porque «conservan un modelo del siglo XIX, con escolares modelos siglo XXI». Eso —explica— genera un abismo cultural entre la escuela, las expectativas que tienen sus docentes y hasta los equipos de profesionales que intervienen que siguen formándose y hasta respondiendo a un niño «moderno», absolutamente diferente a, por ejemplo, los nativos digitales que hoy habitan las aulas.

La especialista reconoce que la situación impacta en tensión y conflicto permanentes, donde los docentes se sienten bastante desamparados y los equipos técnicos no alcanzan. «Ante ese desborde lo que aparece es el atajo de las soluciones fáciles», agrega para hablar de lo que se conoce como la medicalización o patologización de las infancias. »Donde tenemos chicos que no prestan atención, la respuesta es que «han nacido con una falla neurológica» y para eso «hay una pastillita que te los tranquiliza»; y además «hay programas de adiestramiento cognitivo conductal para que mejoren la conducta»; «de reeducación del pensamiento para que respondan a la expectativas de las currículas» y «programas de reprogramación neurolingüística, en el caso del lenguaje, para que hablen como espera la escuela»», ironiza para describir el mecanismo de cómo funciona este proceso de primero catalogar (ADD, ADHD, TOC, TGD, TEA, entre otras) a chicos que no atienden en clases, que manifiestan problemas de aprendizajes o son incansables niños inquietos, para luego medicarlos.

Estas salidas rápidas y fáciles son impulsadas por el mercado. Y el mensaje que las sostiene es siempre el mismo: «El problema no es la familia ni la escuela sino el chico». «Es el chico quien paga el costo de todo esto», remarca Dueñas y suma un tema estrechamente ligado a esta problemática: los certificados únicos de discapacidad.

Para dimensionar la situación cita el notable crecimiento de la entrega de certificados únicos de discapacidad (CUD). Según la base del Registro Nacional de Personas con Discapacidad, entre 2009 y 2014, se solicitaron esos certificados para el grupo etario de 5 a 9 años: 25 en 2009; 2.234 en 2010; 4381 en 2011; 7.469 en 2012; 10.325 en 2013 y 12.285 en 2014. La educadora no tiene dudas que detrás de estos certificados también hay un negocio: el de corporaciones de profesionales de la salud y la educación, además del de la industria de los laboratorios farmacéuticos.

Entrevista con Nora Rodríguez, pedagoga y autora de «Neuroeducación para padres» (España)

«Muchos niños son brillantes aunque sus notas digan lo contrario»

«Los aprendizajes que ocurren muchos antes de que estén preparados para ello dañan la autoestima y generan altos niveles de estrés. Esto a la vez se convierte en un modo de entender el aprendizaje con dolor, un dolor emocional que impide avanzar. Hoy la pedagogía actual sustituye esto con nuevos recursos, como por ejemplo, saber cuál es la mejor edad para aprender ciertas cosas».

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CLASES MAGISTRALES NO CONMUEVEN EL CEREBRO En el año 2010 un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT), en Boston, colocaron a un universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas durante siete días. El experimento arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión; prácticamente nula. Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.

“El cerebro necesita emocionarse para aprender”, explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil y director del Máster en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos.

Gamo, que estudia las dificultades de aprendizaje de personas con dislexia o TDAH desde hace más de 20 años, observó que en la mayoría de los casos esos problemas no estaban relacionados con esos síndromes, sino con la metodología escolar. Él y su equipo identificaron que el 50% del tiempo de las clases de primaria en España se basan en transmitir información a los estudiantes de forma verbal, algo que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en bachillerato casi el 80%.

Basándose en diferentes investigaciones científicas y en las suyas propias, concluyeron que para la adquisición de información novedosa el cerebro tiende a procesar los datos desde el hemisferio derecho -más relacionado con la intuición, la creatividad y las imágenes-. “En esos casos el procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos faciales, corporales y el contexto desempeñan un papel muy importante. Otra muestra de la ineficacia de la clase magistral”, explica Gamo. http://economia.elpais.com/economia/2016/07/17/actualidad/1468776267_359871.html

Artículo en hebreo (dudas sobre el efecto real del Ritalín y Concerta) מחקרים: השפעת הריטלין והקונצרטה מוטלת בספק http://www.ynet.co.il/articles/0,7340,L-4826755,00.html
MÁS CONDICIONES ADVERSAS, MENOS CONEXIONES NEURONALES EN LOS NIÑOS Los científicos que estudian el cerebro confirman que las experiencias durante la primera infancia tienen un papel esencial en la arquitectura cerebral. Por ejemplo, el estar expuesto a situaciones de violencia o de adversidad durante los primeros años de vida puede traducirse en cambios físicos en la estructura de las conexiones neuronales del cerebro. Las neuronas o células nerviosas permiten que los niños respondan a los estímulos que les rodean y constituyen los bloques con los cuales se construye el cerebro humano. Un niño expuesto a condiciones de adversidad de manera sistemática durante la primera infancia desarrolla menos conexiones neuronales. Revertir estos resultados más adelante es complejo y costoso.

How ‘learning styles’ undermine education This week is ‘Brain Awareness Week’, an event aimed at dispelling so-called neuromyths. A letter published in the Guardian on the eve of Brain Awareness Week, signed by 30 neuroscientists, psychologists and educationalists, criticised what the signatories claim is one of the biggest neuromyths – that children have distinct ‘learning styles’. The letter argues that there is ‘no evidence, or very weak evidence’ to back up this idea. The message is clear: ‘Teachers must ditch… learning styles.’

Experto derriba mitos sobre el cerebro y la educación. Francisco Moya afirmó que «más vale asistir a 50 clases de 10 minutos que a 10 clases de 50 minutos». Sobre la edad ideal para aprender a leer, el doctor en neuroeducación sostuvo que podría ser perjudicial enseñarle a los niños menores de seis años.

Cómo progresan los niños si son bien estimulados en su cerebro y emociones sobre todo en sus primeros cinco años de vida. Molly Wright (Queensland, Australia, de 7 años, 7 minutos en TED):

No evidence to back idea of learning styles (Firmantes al final)