Correo 06 01 2017

Cuando la gente habla y hacen gestos, estos suelen revelar información más allá de lo hablado. Si eso se aprovecha en las relaciones profesores alumnos, pueden ampliarse el abanico de comunicación y trasmisión de conceptos con lo que pueden obtenerse muchas ganancias en el aprendizaje. Las investigadoras Miriam Novack y Susan Goldin publicaron sus hallazgos en Learning from Gesture: How Our Hands Change Our Minds (Educational Psychology Review • September 2015)

Encontraron que la evidencia actualmente disponible, aunque varía con la edad de los alumnos, muestra que el gesto puede desempeñar un papel formativo en el aprendizaje. Sugieren cómo podrían aprovecharlo los docentes. Primero, pedir a los alumnos que expliquen respuestas a los problemas alentándolos explícitamente a utilizar sus manos. Si prestan atención solamente a lo que dicen hablando, se pierde el conocimiento que los estudiantes expresan únicamente con sus manos que suele estar a la vanguardia de su conocimiento.

Segundo, los gestos de los profesores pueden guiar la atención de los niños y ayudar a su imaginación cuando están tratando de entender los conceptos, especialmente cuando son ideas abstractas o desafiantes, como imaginar una molécula o un agujero negro.

Tercero, los gestos pueden ser utilizados por los niños en lugar de objetos físicos ausentes, porque las manos viajan con el alumno. Los gestos son portátiles, flexibles y ayudan a mejorar los contextos de aprendizaje.

Aprovechemos eso talentos tan característicos de los mimos y payasos para comunicarnos sin apelar solo a la palabra hablada.

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