Diarios Regionales 18 02 2018

¿Por qué los estudiantes tienen tantos problemas con las fracciones? Al preguntar si 12/13 + 7/8 es más cercano a 1, 2, 19 ó 21, solo el 24% de una muestra representativa nacional de más de 20,000 estudiantes de 8º grado de EE. UU. respondió correctamente hace 40 años. Desde entonces hasta hoy la precisión en el resultado mejoró sólo del 24% al 27%. También hay problemas con la suma, resta, multiplicación y división de fracciones. Solo 50% de los alumnos de 6º y 8º grado responden correctamente lo que no solo predice mal desempeño matemático futuro sino también en química y física que usan fracciones en las fórmulas.

Las fracciones son difíciles de entender porque hay que superar dificultades inherentes y culturalmente contingentes. Por un lado la dificultad derivada de la naturaleza de las fracciones, común a todos los estudiantes del mundo. Comprender la relación a / b es más difícil que comprender un número entero. También es difícil entender las complejas relaciones entre la aritmética de las fracciones versus los números enteros. Por ejemplo, multiplicar fracciones implica aplicar la operación de número entero de forma independiente al numerador y el denominador (p. Ej., 3/7 x 2/7 = (3 x 2) / (7 x 7) = 6/49), pero haciendo lo mismo en la adición se cometen errores (p. ej., 3/7 + 2/7 ≠ 5/14). Otra dificultad está en el sentido del uso de algoritmos estándar para diferentes operaciones de fracciones. ¿Por qué necesitamos los denominadores iguales para sumar y restar fracciones, pero no para multiplicarlas y dividirlas? ¿Por qué invertimos y multiplicamos para resolver problemas de división de fracciones, y por qué invertimos la fracción en el denominador en lugar de la del numerador?

También hay dificultades culturalmente contingentes como el uso del lenguaje que pueden mitigar o exacerbar las dificultades. Los idiomas de Asia oriental expresan fracciones como 3/4 como «de cuatro, tres», lo que hace que sea más fácil entender su significado que términos relativamente opacos como «tres cuartos». En cuanto a la valoración social el aprendizaje matemático se considera crucial en todo el este de Asia, no así entre los estadounidenses. (Fractions: Where It All Goes Wrong, Robert S. Siegler, 28 11 2017, Scientific American )

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Math learned best when children move. Los niños mejoran en matemáticas cuando la instrucción se ocupa de sus propios cuerpos. Este es uno de los resultados de un estudio reciente procedente del Departamento de Nutrición, Ejercicio y Deportes de la Universidad de Copenhague. Los resultados también documentan que los niños requieren estrategias de aprendizaje individualizadas. (U. Copenhaguen). Journal Reference: Mikkel M. Beck, Rune R. Lind, Svend S. Geertsen, Christian Ritz, Jesper Lundbye-Jensen, Jacob Wienecke. Motor-Enriched Learning Activities Can Improve Mathematical Performance in Preadolescent Children. Frontiers in Human Neuroscience, 2016; 10 DOI: 10.3389/fnhum.2016.00645

¿Y si estamos ahogando la sed de aprender de los niños con un bombardeo de estímulos? Los incentivos externos saturan los sentidos, empachan y anestesian la capacidad de saborear lo lento de lo ordinario CATHERINE L’ECUYER «¿Dónde marchitó aquel asombro? ¿Y si la sed de aprender se hubiera ahogado en un océano de información sin sentido, en un bombardeo de estímulos externos compuestos por ruidos, contenidos y horarios que no respetan el orden interior de los niños, y por qué no decirlo también, de nosotros sus padres? Para que la sed sea sostenible, es preciso dejar beber poco a poco a la persona de una fuente que se ajuste a sus necesidades reales. ¿Hay que sorprenderse si uno se ahoga intentando tomar un sorbo de una boca de incendio? El asombro es lento, saborea la realidad a la que se acerca por primera vez, o como si fuera por primera vez. En cambio, los estímulos externos que saturan los sentidos empachan, embotan, anestesian el deseo, la sensibilidad y la capacidad de saborear la dimensión estética y lo lento de lo ordinario».

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Por ello, la investigadora tiene en la mira a dos de los grandes culpables de nuestros problemas actuales (y de nuestros tormentos pasados): los exámenes y las tareas.

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