Cuando antes del mundial se preguntaba por los favoritos a ganar, usualmente se mencionaba a Brasil, Alemania, Francia, España, Inglaterra, Uruguay, Argentina; es decir, aquellos países que alguna vez ya ganaron el Mundial, copa América, Eurocopa y que son proveedores de grandes jugadores que hacen recordar a sus países de origen. Sin embargo al verlos jugar en el Mundial, varios resultaron eliminados rápidamente, otros ganan sin convencer; a la par, en esa exploración inicial, se le hace muy difícil al público imaginar a un país asiático, nórdico o africano como ganador del mundial. Esto, porque pesan mucho en la mente de las personas los continuos éxitos del pasado y el brillo de los jugadores más emblemáticos.

Es algo parecido a lo ocurrido en las pruebas PISA (con las que no me identifico pero que sin duda pesan en el imaginario mundial de calidad educativa).

Los tradicionales campeones de la educación Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, Estados Unidos, Rusia, quedan desplazados primero por los países nórdicos y los angloparlantes periféricos a Inglaterra, y luego por China, los tigres asiáticos, los nacidos luego de la disolución de Yugoslavia y la URSS y los asiáticos emergentes.

En el fútbol se ve un desarrollo notable del fútbol africano, asiático y del mundo árabe, pero la gente aún no logra imaginarlos ganando campeonatos, cosa que quizá pronto harán.

¿Por qué ocurre esto? En muchos casos, y se observa claramente en los casos de Argentina, Alemania y España, porque el éxito del pasado obstaculiza el cambio generacional de jugadores, entrenadores y concepciones futbolísticas. Aquellos países que tienen jugadores “estrellas” o veteranos famosos no prescinden de ellos -aunque no jueguen tan bien en el equipo nacional- y más bien muchas veces son la principal causa de un mal funcionamiento colectivo, como le pasaba al Perú. A nuestro equipo le fue bien -aunque los éxitos aún tardarán en llegar- porque se tomó su tiempo para armar un buen equipo, tomó distancias de varios de los jugadores emblemáticos veteranos, prestó más atención a los emergentes y a los que eran más funcionales al trabajo en equipo. Quién sabe la incertidumbre y a la vez obsesión por contar con Paolo Guerrero terminó perturbando a ese colectivo que se iba afinando crecientemente.

¿A qué viene mi reflexión? De ninguna manera para competir con los aficionados al fútbol que son conocedores y a los analistas expertos en fútbol, porque yo solo soy un ocasional observador de algunos partidos en los eventos mundiales. Si me atrevo a opinar públicamente es porque muchas veces “los que no saben” tienen algo de razón o ven lo que otros no ven.

Mi punto principal es que hay demasiadas cosas en la vida a las que les damos valor por su peso histórico o tradicional más que por su vigencia real y funcionalidad para estos tiempos. Una de ellas es la del formato tradicional de colegio o universidad, con sus exámenes, notas y rankings, incluyendo el peso que le damos a los que tienen más renombre porque en el pasado eran considerados referentes de excelencia.

Para varias de esas instituciones escolares y universitarias, públicas y privadas, laicas y religiosas (siempre hay excepciones, claro), el éxito del pasado se convierte en su principal impedimento para innovar y reformular su visión y quehaceres… Para las nuevas, usarlas como referente también es un freno para la innovación porque en vez de colocarse en la vanguardia se colocan en la retaguardia de los progresos mundiales en educación.

Quien sabe si el Perú quisiera estar en la vanguardia más que en la retaguardia de la educación mundial debiera apostar mucho más por la renovación e innovación, en vez de aferrarse a modelos retrógrados que quizá en alguna época produjeron resultados satisfactorios.

A la luz de la realidad de nuestra sociedad, es evidente que en materia de ciudadanía y de competitividad científica y tecnológica con capacidad de generar patentes, egresados empleables y bienestar colectivo, estamos bastante rezagados. “No la vemos” como país, mientras otros pasan de largo.

Quizá si apostamos por la innovación en vez de la imitación nos iría mucho mejor.

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(Varios en América Latina lo venimos diciendo hace tiempo pero el sistema tiene los reflejos de un enfermo terminal….) Chile: llevamos más de una década con los resultados en las pruebas estandarizadas estancados de acuerdo con evaluaciones nacionales e internacionales.Mientras no cambiemos la forma en que la política educativa, la gestión escolar y los docentes conceptualizan el aprendizaje y las prácticas que dicha concepción acarrean, no mejorará la calidad de la educación. Tal como lo planteó Einstein, es una locura hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes. Es el momento de cambiar la mirada y las acciones.

Lo que aplauden de la selección de fútbol lo censuran en los colegios

Yo no me visto con la camiseta de la selección de fútbol (Ciudadanía)

Al día siguiente: Lo que tuvimos en la selección nacional de fútbol fue una isla de excelencia en un océano de mediocridad (los torneos, clubes, corrupción y campos deportivos de fútbol peruanos). La prueba de fuego del Perú para convertirse en un merecido actor de alta competencia en el fútbol mundial se dará al día siguiente del mundial. Si el magnetismo de esta selección se convierte en la vanguardia de las acciones orientadas a tener una organización moderna y eficiente del fútbol -con lo cual se le rendirá merecido tributo a las huellas que dejaron- o si todo regresa a la normalidad, como si el ánimo nacional en torno a esta selección nunca hubiera existido, con lo que cada nueva clasificación al mundial será como una nueva lotería

En el Perú no sería «políticamente correcto» que algún comentarista diga esto, en plena euforia (histeria) mundialista que llega al extremo del culto a la personalidad de Paolo Guerrero. En este caso, dirán que por ser chileno este comentarista tiene un sentimiento anti peruano, etc. Me pregunto ¿no deberíamos aspirar, como sociedad democrática, a que se ventile un abanico de opiniones diversas sobre los temas importantes como este, incluyendo las posiciones minoritarias discrepantes con las corrientes mayoritarias, en aras de la prevención de fanatismos y las «versiones únicas correctas de las cosas», que es la gran enemiga de la cultura democrática? Si no tenemos la capacidad de escuchar posiciones distintas de fuentes diversas, aunque no coincidan con las nuestras personales, algo peligroso nos está pasando. No olvidemos que también en el fútbol, así como en la religión o la historia del Perú, de la manera como se abordan los temas se contribuye a forjar la educación ciudadana democrática de los peruanos. En FB: https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/1765540890213105

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