El DS 0007-2001 del Ministro Marcial Rubio y su Vice Idel Vexler (quien retornó al cargo con Javier Sota) marcó un hito en nuestra historia cívica escolar. Después de décadas de una inaudita costumbre de hacer marchar a los alumnos por semanas, con su escolta escolar armada, bajo el mando de ex suboficiales del Ejército con miras a un desfile escolar militarizado para el aniversario patrio, se eliminó la obligatoriedad de los desfiles escolares. Además, se prohibió a los colegios que quisieran participar en ellos consumir más de 20 horas de clases para el entrenamiento. (La reciente directiva RM 0352-2006 elimina totalmente el uso de horas de clases curriculares). Se permiten los pasacalles, exposiciones artísticas, festivales deportivos, teatrales, musicales, gastronómicos, etc. y otras actividades más propias de una civilidad que quiere celebrar con entusiasmo y alegría el aniversario patrio. Así, en vez de exaltar la marcialidad, rigidez y solemnidad jerarquizada de un desfile militar se pasa a expresar la alegría, frescura y jovialidad de una juventud civil que celebra su identidad peruana muy lejos de las armas, por cierto.

Nada más lejano a la moderna pedagogía que concebir a los directores como generales o los profesores como oficiales a quienes los estudiantes deben la obediencia de un soldado. O, que se utilice el rigor y la obediencia rígida a los superiores propios de las FF.AA. como medio educativo para perfilar la identidad peruana de los adolescentes.
Hay adultos que escogen voluntariamente ser militares y con ello aceptan someterse al rigor de la vida militar, porque entienden que así acumularán habilidades para una carrera que los forma para enfrentar situaciones de guerra. Pero eso no tiene porqué convertirse en el paradigma educativo a seguir por toda la juventud peruana, que tiene que aprender a desempeñarse disciplinadamente en ambientes democráticos civiles no autoritarios, jerarquizados ni represivos. Un país que está buscando que fortalecer su ciudadanía deliberante, su cultura democrática, no puede seguir pensando que para amar a la patria hay que marchar como soldados. Montesinos, Hermoza, Villanueva, han marchado bastante… ¿qué garantizó eso?. Por lo demás, es evidente que la sociedad peruana es altamente indisciplinada y trasgresora de las normas legales e instituciones, pese a estar conformada por adultos que en su juventud marcharon en los colegios y cursaron la instrucción premilitar. ¿Garantizó algo todo eso?.
Un buen militar primero debe ser un buen civil.