Desde que en 1966 se publicara en EE.UU. el Informe Coleman que sostenía que las escuelas no marcan las diferencias en el desempeño de los alumnos porque su bagaje sociocultural de entrada resultaba determinante para su rendimiento a lo largo de su vida escolar, se han realizado un sin fin de estudios que han tendido a corroborar esta hipótesis que explica la desigual oportunidad educativa con la que cuentan los niños de diferente raza y status socioeconómico. Se pensaba que esto podría justificar algún tipo de reforma educativa capaz de afrontar el conflicto y la desigualdad social. Sin embargo, poco ha cambiado en 40 años.
Se acaba de publicar en Inglaterra un artículo que por enésima vez evidencia que el nivel socioeconómico del alumno define en buena medida su éxito escolar mucho más que el tipo de colegio al que asiste. Parafraseando el hallazgo, “dime cuál es el ingreso de los padres y te diré cómo se desempeñan sus hijos en las escuelas” (The Guardian “It’s official: class matters” 28/2/2006)
Este estudio fue realizado por los académicos de la University College London (UCL) y el Kings College London que han dado el soporte estadístico a esta tesis, basada en el análisis de las pruebas de habilidades y conocimientos rendidas por un millón de alumnos cuando tuvieron 11 y 15 años. (476,000 a los 11 años y 482,000 a los 15 años). Estos demuestran que el ranking de mejores colegios no mide realmente a los que hacen el mejor trabajo educativo o los que tienen los mejores profesores, sino a los colegios que albergan a los alumnos de procedencia socioeconómico más ventajosa, factor que pesa al menos 50% entre el conjunto de los determinantes del éxito escolar.
Este estudio ha confrontado a los expertos que sostienen que las tesis de la autonomía escolar debe incluir la selección de ingresantes, porque la evaluación de ingreso trae consigo una segmentación académica de los ingresantes en función de su procedencia socioeconómica, lo que atenta contra la equidad de la escuela pública.
A manera de ejemplo citan los colegios de zonas exclusivas del norte y oeste de Londres como Dukes Avenue, Muswell Hill, Lammas Park Road y Ealing, señalando que el 67% de los alumnos de 11 años llega al nivel 5 de las pruebas nacionales de inglés y el 94% de los alumnos de 15 años obtiene la nota aprobatoria de cinco ó más en la prueba GCSE en el nivel C o más alto. En cambio, los alumnos que crecen en áreas más deprivadas como Hillside Road, Dudley, Laurel Road, Tipton tienen porcentajes más bajos en ambas mediciones, llegando solamente al 13% y 24% respectivamente.
Puesto de manera simple, mientras más cercanos a la clase media sean mejor rinden los alumnos. Mientras más alumnos de clase media haya en el colegio mejor desempeño colectivo tendrá la institución. Si los padres actuaran en función de esto al escoger un colegio para sus hijos, se fijarían más en la composición del alumnado que en cualquier otro factor pedagógico.
Por otro lado la gran lección para los estadígrafos que estudian los datos sobre la educación es que cualquiera de las tablas existentes sobre desempeño escolar que desconozca el origen socioeconómico de los alumnos es injusta y constituye una manera imprecisa de juzgar los logros escolares.
Para los estudiosos de la autonomía escolar e inclusive la privatización de la escuela, este estudio muestra que mientras más medidas se tomen en dirección de crear un mercado educativo que incluya la selección previa de los alumnos en función de sus desempeños previos, más segmentada y discriminatoria por niveles socioeconómicos se volverá esta escuela; además, que los factores pedagógicos propios del quehacer escolar estar sub estimados por las evaluaciones de rendimiento que se usan actualmente, por lo que habría que diseñar nuevas pruebas que sean independientes de este factor.
Este estudio también apunta a señalar que las mejores escuelas desde el punto de vista de la equidad y la justicia social serían aquellas que contengan la mejor mezcla de alumnos en función de su procedencia socioeconómica. Quizá eso afecte algo a los alumnos de elite pero beneficiaría al conjunto de alumnos con la elevación de su estándar de logros escolares.
Estas investigaciones levantan un sinfín de cuestionamientos para padres y colegios y aún más decisivas para los decidores que tiene que definen hacia adónde orientar la educación nacional. Cuando menos debieran alimentar un debate que permita lograr una mayor comprensión del tema y la manera como se podría ayudar mejor a los estudiantes para que articulen las limitaciones de sus condiciones de origen con aquello que mejor estimule su potencial intelectual.