Cuando los educadores peruanos piensan en países donde la educación “anda bien”, frecuentemente mencionan a Alemania. Por un lado por el prestigio de los colegios peruano-alemanes como el “Max Hule” de Arequipa, o el Humboldt, Santa Úrsula o Waldorf en Lima; por otro lado por la presencia de la GTZ como organismo de cooperación técnica alemana que hace años apoya al Ministerio de Educación; y quizá finalmente por el prestigio que tiene la educación técnica secundaria alemana que inspiró a reconocidos institutos como Senati o Tecsup.

Sin embargo, eso no quiere decir que en Alemania no estén preocupados por los fracasos de su educación, como lo reseña Ciro Krauthausen el 17/6/2002 en el diario “El País” de España, con un artículo titulado “Alemania aborda una gran reforma por los malos resultados en los informes de la OCDE”.

Los resultados del informe PISA de la OCDE que comparó el desempeño académico de 180,000 jóvenes de 15 años en 32 países, muestra que la educación en Alemania obtiene resultados por debajo de la media internacional: puesto 21, en comprensión escrita; puesto 20 en matemáticas; y puesto 20 en Ciencias Naturales. Particularmente preocupante resultó constatar las diferencias en las puntuaciones que obtienen los alumnos alemanes según sean ricos o pobres, pese a que más del 90% de la educación primaria, secundaria y universitaria son públicas. Así la brecha social se convierte en brecha académica, lo que ha estimulado las voces que claman por reformar el sistema educativo alemán.

Hasta ahora el debate educativo alemán se había centrado en la inconveniente separación temprana de los alumnos en tres tipos de colegio, al cabo de cuatro años de educación primaria. Entre los 9 y 10 años de edad, los padres tienen que optar ya sea por la hauptschule (entre cinco y seis años adicionales), la realschule (seis años y un título medio que posibilita el ingreso a una escuela técnica profesional) o el gymnasium (nueve años, equivalente al bachillerato que da derecho al ingreso en la Universidad).

El 40% de los alumnos de la hauptschule, donde el nivel académico es el más bajo, proceden de las capas sociales menos favorecidas. Esta jerarquización se ha tolerado porque favorece a los hijos de las clases dominantes. Pero ahora está cobrando interés el modelo alternativo que fue impulsado fuertemente en los años setenta por los socialdemócratas, que es la gesamtschule. Ahora sí se discute todo: las deficiencias en las escuelas infantiles, los problemas de la jornada escolar continua, la calidad de los maestros, los insuficientes conocimientos de alemán de los hijos de inmigrantes y la necesidad de evaluar el sistema educativo descentralizado, para difundir en todo el país los proyectos que mejor hayan funcionado en cada estado federado.

Resumidamente los ajustes que se están debatiendo son de tres tipos:

1. La extensión de la jornada escolar al día completo, que hoy en día solo existe en el 5% de los colegios mientras el resto de los jóvenes regresa a su casa después del mediodía. Esto desfavorece a los niños que no tienen quien los acompañe en su casa y les ofrezca un estímulo intelectual en el hogar, donde se limitan a jugar con la computadora o a ver televisión.

Frente a esto el Gobierno quiere fomentar masivamente la jornada de día completo, asignando un presupuesto adicional de 1.000 millones de euros durante los próximos cuatro años, para que así los 10.000 colegios puedan ofrecer este tipo de atención.

2. Reforzar el dominio del alemán. Tanto el informe Pisa como otros estudios demuestran que los insuficientes conocimientos de alemán de los alumnos con padres extranjeros son un elemento importante en la crisis académica. En su inmensa mayoría, los que enfrentan estas dificultades son hijos de extranjeros, un grupo que de por sí, por ejemplo en la capital Berlín, representa un 50% del total de nuevos alumnos. De allí que se propone reforzar el dominio del alemán para los hijos de inmigrantes, en forma obligatoria desde el nivel pre escolar, para salvar el problema de que uno de cada cinco hijos de inmigrantes ni siquiera logra el título de la hauptschule, el doble de lo que ocurre con los alumnos hijos de padres alemanes.

3. Establecer un sistema de evaluación informativa uniforme para todos los 16 estados que actualmente tienen distintos sistemas de evaluación, para así evaluar con criterios similares las distintas experiencias educativas y aprender todos de las más exitosas.

Como vemos, aún los antiguos líderes en educación están hoy en problemas. Todos los países tienen que superarse permanentemente, para evitar quedarse en el camino.

 

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