“El valor de la educación de una sociedad se mide observando el comportamiento de su Congreso, su presidente y sus partidos políticos”
Entrevista a León Trahtemberg por Por Marilyn Céspedes 27 04 2016

León Trahtemberg, educador y miembro del Consejo Nacional de Educación conversó con Gran Angular sobre las deficiencias del sector Educación en nuestro país. Trahtemberg señala que se debe recuperar la educación pública, modernizarla e impulsar una reforma magisterial integral que incentive un mayor liderazgo y promueva la innovación educativa. Afirma que las realidades universitarias son producto de una mala gestión de los gobernantes y legisladores que hicieron populismo universitario. Para remediar esta situación propone un mayor debate público de la ley universitaria; que se diseñe un proceso de recuperación universitaria que tome en cuenta otras experiencias de éxito a nivel mundial.

P.- El sector Educación no brinda igualdad de oportunidades en la cobertura ni en la calidad de enseñanza. Perú se encuentra entre los países con mayor desigualdad educativa ¿Qué reforma se debe tomar desde el gobierno central para revertir esta situación?
R.- Hay dos niveles de acción. Una, recuperar la educación pública como una opción igualadora, un espacio de encuentro de todas las sangres, a nivel de inicial, básica, superior y otras actividades distritales y regionales en arte, deportes, voluntariados, etc. La otra, innovar en la metodología de trabajo escolar, lo que requiere una visión de educación siglo XXI de la cual los maestros públicos y privados están aún muy distantes. Eso permitirá una educación personalizada que facilite a cada alumno avanzar según sus condiciones de entrada y potencial, y no según los estándares uniformes centralistas impuestos por el Minedu por igual para todos. No son menos los “fracasados” de la educación privada que los de la educación pública que perdieron la oportunidad de desarrollarse gracias a su paso por la escuela.

P.- Hay un deterioro de la educación pública que ha generado una migración masiva hacia la educación privada, que en muchos casos también es de mala calidad. ¿Cómo deben ser regulados ambos sectores?
R.- Es la sobrerregulación existente la que ha presionado a todos los colegios públicos y privados –con pocas excepciones innovadoras– a pretender hacer todos lo mismo, a la vez, con el mismo currículo, normas, plan de horas, áreas curriculares, metodologías, evaluaciones, etc. sin dejar espacio para la innovación. Han convertido a los colegios en academias de preparación para pruebas censales, PISA y exámenes de ingreso a las universidades que capturan a los alumnos antes de terminar la secundaria, que por lo demás es la más corta de América Latina. Esa regulación es la que asfixia la creatividad e innovación en la educación peruana que no ha gestado su propia propuesta pedagógica y de formación docente pertinente a nuestra realidad. A pesar del esfuerzo del Minedu en algunas dimensiones de su función política para conseguir recursos y en temas de infraestructura, evaluaciones docentes, y de los propios logros personales del Ministro Jaime Saavedra en la recuperación de un liderazgo reconocido al frente del sector, no ha tenido un liderazgo pedagógico liberador, capaz de convertir al Perú en un gran laboratorio de innovaciones educativas en el cual se geste el saber pedagógico que nos ponga varios pasos adelante respecto a nuestro atraso educativo.

P.- ¿Qué tan objetivo es medir el conocimiento con las pruebas PISA? ¿Esta prueba en verdad refleja la realidad educativa de los distintos países? ¿Cuál sería la manera más adecuada de medir el progreso en el sector educativo?
R.- PISA aporta un par de indicadores muy específicos sobre los aprendizajes de jóvenes de 15 años en matemáticas, ciencias y lectura que pueden medirse en pruebas diseñadas para responder a preguntas de opción múltiple al estilo PISA sobre la base del currículo y etilo docente europeo. Son entrenables y eso explica el salto de los asiáticos a la punta de los rankings.
Es discutible la presunción de que esa prueba tiene algún valor predictivo para los alumnos o las sociedades en las que viven, cosa que es cuando menos discutible. Gran parte de los países más innovadores del mundo no están en la punta de los rankings de PISA. Agreguemos a eso que al no haber otra prueba que abarque otras habilidades como creatividad, iniciativa, capacidad de resolución de problemas, ciudadanía, habilidades sociales, pensamiento crítico, capacidad de formular preguntas, etc. se crea el monopolio de PISA como indicador principal –único– y rector de los criterios de lo que es calidad en la educación mundial. Eso es perverso y nocivo.
Por lo demás, hay una presunción ideológica-educativa que no comparto que supone que los talentos y aprendizajes relevantes para la vida son medibles con puntajes, evaluables con pruebas escritas de selección múltiple y que hay tres áreas cruciales para ello (matemáticas, ciencias y lectura), y que pueden detectarse a los 15 años en una sesión de evaluación de 3 horas.
Para mí el valor de la educación de una sociedad no se puede medir en algún momento puntual de la escolaridad básica de los alumnos usando para ello su capacidad de resolver las mismas preguntas vinculadas a un currículo que para muchos es totalmente irrelevante para su vida personal, vocacional, talentos y ciudadanía. Mejor fotografía de nuestra educación podríamos tenerla observando el comportamiento del Congreso, de los partidos políticos y del JNE en las recientes elecciones, de los presidentes nacionales y regionales y alcaldes, de la vida ética del país, del caos del transporte, de las ineficiencias de los servicios públicos, de la inseguridad ciudadana, de la vida en las cárceles, etc. ¿Necesitamos PISA para eso? ¿Mejorar puntajes en PISA resolverá eso?

P.- Siguiendo este argumento, los resultados de las últimas elecciones en Perú revelaron que por un lado somos un país que no tiene memoria, por los actos de corrupción y violación de los derechos humanos durante el régimen de Fujimori, y por otro, se ha calificado (incluso en los medios) a la población de ignorantes, que tiene un tinte racista, clasista. ¿Qué opina de esta percepción que hay desde Lima?
R.- Creo que el país sí tiene memoria, pero funciona en los dos sentidos. No se olvide que Fujimori dejó su gobierno con un 30% de popularidad que ha heredado y mantenido su hija Keiko, lo que le ha permitido sacar el 33% de los votos del 2016. Hay memoria que valora y hasta exalta lo positivo que hizo Fujimori, principalmente porque los gobiernos que lo siguieron perdieron la oportunidad de poner el estado al servicio de los necesitados y hacer de los servicios públicos un ejemplo de limpieza, eficiencia y decencia. La corrupción e inseguridad ciudadana desatendida por Toledo, García y Humala jugaron a favor del fujmorismo.
Por otro lado hay memoria de los aspectos criticables al gobierno de Alberto Fujimori, razón por la cual cerca de la mitad del país es anti-fujimorista.
En cuanto al racismo y maltrato a la población ¿alguna vez en la historia del Perú fue diferente? Es parte del ethos nacional. Eso no se cambia por el hecho de que los candidatos escondan expresiones políticamente incorrectas.

P.- La implementación del Programa Nacional de Educación Intercultural Bilingüe ha apuntado no solo a la cobertura, sino también la calidad de educación de los sectores rurales muchas veces olvidados. ¿Qué efectos ha tenido hasta el momento este programa?
R.- No soy especialista en el tema, pero he escuchado que el asunto ha sido mencionado cientos de veces desde hace 30 años al menos y los resultados están a la vista. Se sigue pensando que la escuela rural y sus maestros son una versión rural de las escuelas y maestros urbanos, lo que crea un severo problema de identidad y pedagógico. La educación de nuestros tiempos es por definición intercultural e inclusiva, aún en espacios urbanos de habla castellana. Como eso no se entiende, se crea esa categoría “intercultural bilingüe” que en esencia es una expresión de la segmentación educativa existente, particularmente con los rurales que no dominan el castellano. Si habláramos de una educación pertinente a toda persona y realidad particular, no tendríamos tantas categorías. Por ejemplo educación para la democracia, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la ciudadanía responsable, etc. ¿por qué tiene que ser diferente sea que se trate de escuelas monolingües o bilingües? ¿Es posible una educación monocultural en el Perú?
Esos términos reflejan el carácter obsoleto de nuestra educación y refleja la dificultad de entender la educación como algo holístico, democrático, respetuoso de las diferencias, y con proyección para facilitar los aprendizajes para toda la vida.

P.- Hay una precarización de la labor docente que responde al descenso de los salarios de los maestros desde la década de 1960. Cae la remuneración y cae el prestigio de la carrera, también el nivel de exigencia. ¿Cómo lograr una reforma magisterial integral? ¿Qué incentivos deben plantearse para revalorizar la carrera docente?
R.- Sin duda tiene que haber una renovación en la fuerza magisterial peruana que incluya la identificación de la gente que puede ejercer la docencia, su formación, remuneración y responsabilidades dentro de las aulas. Eso requiere visión y pisar muchos callos y tener coraje político. Nuestros gobiernos hasta hoy han sido cobardes e irresponsables en este tema porque no les ha importado que los niños peruanos estén en manos de maestros que no están calificados para brindarles una buena educación, con tal de no hacerse mayores problemas políticos o sindicales con los maestros.
Las decenas de miles de buenos maestros merecen reconocimiento y oportunidades para seguir creciendo, pero los miles de incompetentes no tienen derecho a tener en sus manos a un solo alumno. Permitirlo es una violación al derecho a la educación de los alumnos, violentando su autoestima y convirtiéndolos en inválidos escolares.

P.- ¿Una mayor inversión presupuestal y una mejor infraestructura nos asegura una mejor calidad educativa? ¿O estamos frente a un problema más complejo que implica una relación intersectorial, con el sector salud, por ejemplo?
R.- Presupuesto, infraestructura, remuneraciones, equipos, una legislación moderna y pertinente –que no tenemos–, todo eso favorece la existencia de un contexto favorable para una buena educación, pero no la garantiza. Eso solo puede ocurrir dentro del aula de clases, en la relación humana y pedagógica de cada profesor con sus alumnos que en el Perú es marcadamente deficiente. Si cabe un símil, asumamos un padre que es violento con su hijo que vive en un hogar de esteras y gana sueldo mínimo. Si lo pasamos a una casa de ladrillo y duplicamos el sueldo ¿dejará de ser violento y maltratador de su hijo? No. Solo tendrá mejores condiciones de vida. Pero mientras no se intervenga en las características del vínculo padre-hijo no cambiará la relación violenta. Por eso es que lo que hay que modificar es lo que ocurre dentro del aula de clases.

P.- Los recursos audiovisuales e Internet son herramientas que pueden ayudar a potenciar el aprendizaje; sin embargo no se han implementado en las escuelas públicas debido a la falta de presupuesto, además los propios profesores en muchos casos no tienen la capacidad de poder usar estas herramientas ¿Qué se debe hacer desde el gobierno central, regional y local para expandir estas herramientas?
R.- No hay que confundir la existencia de esos recursos audiovisuales y digitales con la concepción de una educación moderna, que tiene que ver más con las visiones de cómo aprende un alumno y las metodologías de trabajo que con los equipos electrónicos que estén disponibles. Una relación profesor-alumno que no es interactiva será impermeable a las ventajas de contar con esas herramientas tecnológicas.
Facilitar el acceso universal a Internet es muy sencillo para un gobierno que se lo proponga, lo mismo que dotar de tabletas a todos los profesores y alumnos. La pregunta es qué van a hacer con eso. Ya desde el gobierno de Alan García se repartieron un millón de laptops a los alumnos y luego quedó evidenciado que no sirvió para mejorar sus aprendizajes escolares básicos. Para que un alumno se incentive a usar esos equipos en su educación necesita de un maestro formado para dominarlos y sacarles provecho. ¿Quién se ha ocupado de eso? En el momento que se repartieron laptops a alumnos y no a los profesores se condenó a muerte los objetivos de esa iniciativa.

P.- Hay una incongruencia entre lo que se enseña y lo que se busca en el mercado actual. Por ejemplo, las carreras técnicas están desvalorizadas, pero son las que más se demandan. ¿Cómo revertir esta perspectiva?
R.- En el corto plazo, puede haber una acción agresiva entre el estado, las empresas y los colegios e institutos para formar para el trabajo de modo que se asegure que los egresados tengan trabajo en aquello en lo que se les formó, lo que les asegura una experiencia laboral por unos años. Pero en el mediano plazo ese tipo de formación técnica siglo XX no parece tener mucho futuro, porque nunca podrán los colegios e institutos ir al ritmo de la modernización de los equipos y tecnologías de las empresas modernas, con lo que la formación de sus egresados en muchos casos estará desfasada del mercado de trabajo moderno que es voluble y está muy impregnado por desarrollos tecnológicos. Hay que buscar otras opciones de formación al interior de las empresas y universidades con carreras afines en esquemas duales o similares.

P.- La ley universitaria establece acreditación (licenciaturas, maestrías y doctorados) para que los profesores puedan dictar, ¿qué tan viable es esta medida considerando el costo de estas acreditaciones y el sueldo que reciben a cambio? Además, ¿estos títulos garantizan la calidad de enseñanza?
R.- Ningún título que yo conozca garantiza a priori calidad de nadie. Ni siquiera si trae un diploma de Harvard. Mucho menos su calidad como docente universitario. Hay que ver a cada persona en su totalidad. Por otro lado, no hay que ser muy brillante para darse cuenta que quienes quieran enseñar en las universidades “conseguirán” los títulos que necesiten con titulaciones dentro de su propia universidad u otra que sea fácilmente accesible. Una vez más, se cree que las leyes o normas pueden producir realidades que solo son visibles de modo imaginario en quienes diseñan la ley.
Las universidades deberían poder escoger a sus docentes en función de la naturaleza de cada carrera y los cursos a dictar. Si el Perú requiriese un experto que enseñe a diseñar equipos de licuefacción de gas, y hay uno solo en el Perú que no tiene los títulos solicitados ¿hay que prohibirle enseñar en un pos grado? ¿Y qué hay con las diversas especialidades de ingeniería, medicina, tecnología, informática, robótica, etc. de los que no hay expertos con los diplomas que pide la ley?
Por lo demás en el Perú asumir que quien tiene un doctorado sabe investigar y asesorar investigaciones es un supuesto por lo demás discutible.

P.- Una de las funciones básicas de la universidad es la investigación académica, la creación de nuevo conocimiento; sin embargo, en el Perú solo se destina 0.15% del PBI para esta actividad y son pocas las universidades que promueven esta actividad. ¿A qué se debe esta situación?
R.- No hay una visión en los políticos y gobernantes peruanos en el sentido de que la investigación en ciencia y tecnología y la generación de patentes nacionales, es un succionador para arriba de todo el sistema educativo. Mucho menos que el espíritu y afán por la investigación empiezan en la educación inicial y se cultiva lo largo de todo el proceso educativo. Se asume que si se invierte en el sistema educativo un cierto porcentaje del presupuesto y PBI se cumple con la responsabilidad de gobierno. No hay un liderazgo que promueva la innovación y junto con ella por supuesto los desarrollos de la investigación en ciencia y tecnología. Dada las debilidades de las universidades deberían haber ingentes fondos concursables para que compitan por ellos tanto equipos de investigación extrauniversitarios, como empresas y universidades, capaces de generar patentes. Eso “chorrearía” hacia abajo a todo el sistema educativo y permitirá que el dinero vaya a la investigación y no a la burocracia o se trabe en la tramitología universitaria.

P.- Las “universidades empresa” son un claro ejemplo de la presencia del mercado en el sector educativo. Poco a poco la currícula ha ido eliminando asignaturas básicas como la de los estudios generales y cada vez encontramos profesionales que no conocen nada de la realidad política o histórica del país y eso es algo normal para ellos porque no lo consideran relevante. Las universidades no están formando profesionales integrales. ¿Qué propone la ley universitaria para remediar esta situación?
R.- Los males de las universidades son patentes tanto en las públicas como en las privadas. Veo difícil hacer funcionales las reformas dibujadas en un papel o creer que las leyes van a crear un sistema que para la práctica es inviable. Más impacto tendría poner el tema en el debate público, crear una comisión de sabios peruanos y extranjeros del más alto nivel que lideren ese debate y hagan planteamientos acordes con lo más logrado de la experiencia mundial, que sea viable para el caso peruano. No he visto esa “comisión de sabios” en nuestro congreso aprobando esa ley universitaria que por lo demás no contiene ningún incentivo para que las denominadas “buenas universidades” del saltos para arriba. Parece que el objetivo es eliminar las mediocres, pero ¿en qué ayuda eso a las otras, además de ponerles trabas adicionales a sus quehaceres con acreditaciones con fuerte carga administrativa?
Hay que tener cuidado con estereotipar como portadoras de algún problema exclusivo a un conjunto de universidades. Todas tienen sus posibilidades y manchas. Hay universidades empresa que son fábricas de alumnos, así como hay otras que sin ser empresas canalizan ingentes recursos a sueldos, contratos, construcciones, etc. en las que se favorece a allegados. También entre ellas hay enormes deficiencias en la docencia y una fuerte presión para aprobar alumnos para que sus profesores no sean tachados. A su lado, hay otras que intentan hacer una buena vida universitaria.
Hace poco se hizo público el enorme derroche de dinero de las autoridades de San Marcos que se resistían a la renovación de autoridades. La universidades estatales de Tayacaja, Cañete, Moquegua, no sé qué formación podrán dar a sus estudiantes.
He aprendido a apreciar cada caso por sí mismo, evitando categorizar genéricamente a las universidades de cierto tipo como si fueran una sola.

P.- El proceso electoral ha puesto en evidencia la calidad educativa de las universidades en el país, se ha señalado a la Universidad César Vallejo de César Acuña como ejemplo de la proliferación de universidades que no garantizan que los egresados sean competitivos, ¿cómo regular a estas universidades que han proliferado en los últimos años?
R.- Conozco de cerca la UCV y desde el punto de vista de infraestructura y docentes, no veo que haya gran diferencia con buena parte de las otras universidades privadas. De hecho hay docentes que enseñan por horas en “las mejores” y enseñan otras horas en las demás como la UCV. Hace poco se criticaba a “Alas Peruanas”, Garcilaso y San Martín como caja chica de grupos políticos. Entre las públicas ¿realmente se puede sostener que todas ellas forman mejor que las privadas tan criticadas? Si bien UNI, San Marcos, Agraria, tiene cosas buenas que mostrar pero ¿es así con todas las otras?
La diversidad de realidades universitarias mayoritariamente insatisfactorias es responsabilidad de los gobernantes y legisladores que hicieron populismo universitario en lugar de tomar el tema en serio. Esa es la realidad que no se puede corregir con un plumazo y con una ley, por perfecta que sea. Hay que diseñar un proceso de recuperación universitaria que tomará tiempo pero requiere visión y formulación inteligente. Por eso hablé de una comisión de sabios para sacarlo de las manos de los políticos populistas con intereses directos en no cambiar estas estructuras.

P.- ¿Qué otros aspectos necesitan ser reestructurados en la ley universitaria?
R.- No es mi especialidad, pero creo que le haría bien al Perú que se instalen acá sedes de universidades reputadas en el mundo para abrir más opciones a los peruanos y que haya en el Perú una validación automática de los títulos obtenidos en las universidades más reputadas del mundo. Es curioso que los becados peruanos que viajan a estudiar en universidades reputadas del mundo, no puedan ejercer directamente en el Perú una vez graduados sin previas convalidaciones y trámites engorrosos.

P.- Revertir la crisis en la educación en el país no será suficiente en cinco años ¿Cuál es el reto de los próximos gobiernos para lograr una educación pública de calidad?
R.- Construir una visión de país en el que la educación sea la bandera del desarrollo nacional y luego plantearse las estrategias para lograrlo “cueste lo que cueste” incluyendo un gran pacto cívico-político por la educación. Hay cosas que pueden revertirse en dos años y otras tomarán 15. El rol del gobierno no es pagar sueldos o hacer asignaciones presupuestales. Es liderar al país en la dirección que marca su visión de país desarrollado, innovador, democrático, inclusivo, seguro, eficiente, éticamente limpio que prioriza las necesidades de los más débiles y abre las oportunidades para que vuelen los que puedan volar con sus propias alas.