Los promotores del TLC anuncian que habrá ganadores y perdedores. Los perdedores, serán principalmente los agricultores más pobres y menos modernizados de la Sierra y Selva. Para minimizar el daño se les promete pagar compensaciones, sin precisar cómo se calcularán, financiarán y canalizarán.
Los promotores de la lucha contra el narcotráfico sostienen que es vital erradicar los cultivos de hoja coca porque el 90% termina en manos del narcotráfico. Se les promete a los cocaleros compensarlos con capital, ayuda técnica y facilidades de comercialización para pasarse a cultivos legales alternativos, pero el programa existente es ineficiente. Las empresas mineras exportan y ganan hoy más que nunca, pero las comunidades nativas que viven en torno a las tierras concesionadas siguen tan pobres como siempre, pese a las prometidas regalías locales.
Todos ellos están sometidos a una propaganda gubernamental y empresarial sobre el estado óptimo de nuestra macroeconomía, que no debe cuestionarse, agradeciéndoles sus servicios a Toledo y PPK. A la vez, ambos reconocen sin mayor pudor que el índice de pobreza sólo se ha reducido en 3%. En suma, la mayor riqueza se ha concentrado en los «ganadores» de siempre, y los marginados de los beneficios del crecimiento económico son también los mismos «perdedores» de siempre, que lejos de ver cómo mejora la educación y salud tienen que resignarse a promesas de recibir algún día 100 soles mensuales del Estado y algunas compensaciones aún inimaginables. No es de extrañar que a más anuncios de logros económicos y manipuladora publicidad gubernamental, más resentimiento se acumule en los «perdedores» de siempre, conscientes de que son víctimas de una creciente desigualdad.
En este contexto, las encuestas electorales del 2006 son similares a las de 1990, cambiando al outsider Fujimori por Humala. Lourdes Flores y Valentín Paniagua equivalen al Fredemo, que es fuerte en las urbes más desarrolladas. Alan García es fuerte en el norte y Ollanta Humala es fuerte en todas las zonas de mayor pobreza que buscan un salvador.
El mensaje de la población al empresariado y a los líderes de los partidos políticos es claro: mientras no apuesten por políticas de inclusión, equidad, limpieza ética, salud y educación de calidad para todos, seguiremos siendo un país resentido, vengativo, sin norte y con pocas esperanzas, cuya población más golpeada y marginada apostará aún a ciegas por el salvador de turno .