Mucha gente se ha sorprendido ante la ineficiencia del programa del “Vaso de Leche” que disponiendo de 100 millones de dólares anuales destinados a niños y madres en riesgo de desnutrición, solo logra que 30 millones lleguen a la población objetivo. Los otros 70 millones se pierden en burocracia y en fugas a otros consumidores. Quizá se sorprenderían más de saber que de los 1,500 millones de dólares al año que se invierten en educación básica para que los estudiantes peruanos se alfabeticen en términos científicos, tecnológicos y cívicos, los logros son menores aún. Para la mayoría de los alumnos ir o no ir al colegio público da casi lo mismo, especialmente después de aprender a leer y escribir, cosa que pocos logran con solvencia.
¿Qué se puede hacer en el 2005? Debemos asumir que el gobierno del presidente Toledo ya fracasó en el tema educativo. Si bien aumentó un 40% los sueldos de los profesores, no lo condicionó a ninguna contraparte, por lo que eso no ha tenido impacto alguno en un mejor aprendizaje de los alumnos. Se está invirtiendo más dinero para obtener el mismo resultado. En el año 2005 veremos más de lo mismo, con un Ministerio de Educación que luchará por sobrevivir, aunque no debido a la incompetencia del ministro Sota y sus altos funcionarios, sino porque el gobierno hace tiempo declinó de dar la batalla por la educación. Esta supervivencia implicará retocar el currículo y algunas normas, instalar algunas computadoras y mejorar algunas aulas, repartir libros y aumentar nuevamente los sueldos a los profesores para que no hagan huelga, y con ello tratar de llegar al 2006.
¿Qué hacer mientras tanto pensando en el próximo gobierno? Generar experiencias en pequeña escala que sirvan de antesala para las reformas de julio-diciembre 2006. En esa línea un primer reto para el Ministerio de Educación y los Gobiernos Regionales consiste en calificar y movilizar a la demanda (padres), que debidamente informada de los magros logros de sus hijos demanden una educación de calidad a todo aquel que quisiera candidatear a algún cargo presidencial, regional, provincial y congresal.
Un segundo reto corresponde al Congreso. Es hora de formular una nueva “Ley del Magisterio” y una nueva carrera magisterial que incentive el mejoramiento permanente de los docentes y su evaluación periódica, y que fortalezca la función del director. Este, una vez que esté debidamente certificado, debe gozar de amplia autonomía a cambio de rendir cuentas periódicamente a la comunidad educativa.
El sistema de evaluación debe premiar con aumentos y otros beneficios a los maestros y directores con méritos y sancionar a quienes acumulen deméritos, llegando inclusive a la separación de la carrera magisterial.
El tercer reto corresponde a los empresarios, que deben comprarse el pleito por la educación de calidad, sin la cual jamás podrán competir en productividad con los asiáticos. Tener a sus hijos en colegios privados no les va a resolver las carencias de mano de obra calificada para los innumerables puestos de trabajo del mercado laboral ni tampoco la carencia de una ciudadanía calificada e informada. Los empresarios debieran hacer sentir enérgicamente sus exigencias educativas en todos los foros disponibles, incluyendo los eventos pre-electorales.
El cuarto reto le corresponde al Consejo Nacional de Educación, que a principios del 2005 debiera entregarle al Perú una visión de futuro para su educación, de modo que todos sepan en qué dirección remar.
El quinto reto corresponde a los gobiernos regionales y municipales, que tienen la posibilidad de iniciar innovaciones piloto a pequeña escala para así generar experiencias que luego de ser validadas puedan ampliarse a escalas mayores. Por ejemplo:
a) Crear algunos colegios públicos regionales experimentales, que siendo gratuitos se administren bajo un régimen de gestión privada, pagados con “vouchers” regionales.
b) Publicar los objetivos de cada grado que tienen que lograr los alumnos y tomar exámenes regionales, publicando los resultados para estimular la presión social por una mejor educación.
c) Estimular la creación de acreditadotas independientes para que evalúen a los institutos y colegios que voluntariamente lo soliciten, para así ganar experiencia en la acreditación educacional.
El sexto reto corresponde al nivel universitario. En lugar de repartir ciegamente los recursos a todas las universidades, reservar un monto para un fondo concursable para investigaciones que tengan un impacto directo en la atención de las necesidades del país. Así mismo, iniciar un fondo para créditos educativos, al que puedan aplicar los estudiantes pobres con más méritos, de modo que puedan estudiar en los institutos o universidades que prefieran, incluyendo los privados.
Todas estas son actividades que aunque se realicen inicialmente con pequeños montos, ayudarían a sensibilizar a la población hacia la demanda por una educación de calidad, y a la vez generarían un bagaje de experiencias de modo que las que resulten exitosas puedan replicarse a gran escala en el próximo quinquenio.