Facebook 14 12 2013

A raíz de la convocatoria que hice para que profesores interesados en sumarse al proyecto del Colegio Áleph (que iniciará sus labores en marzo 2014) puedan enviar su CV se presentaron cientos de profesores y luego de un riguroso proceso fueron seleccionados aproximadamente 30. Los seleccionados debían participar de una capacitación previa al próximo año escolar, entre agosto y diciembre del 2013, para conocer de cerca el proyecto educativo y permitir a los promotores conocerlos mejor.

Obviamente estos profesores están trabajando en diversos colegios hasta fin de año por lo que la capacitación se hacía en horarios vespertinos para no afectar sus labores actuales. Todos ellos renunciarían a fin de año a sus colegios actuales para empezar sus labores en el Colegio Áleph en el año 2014, una vez ratificado el deseo de ambas partes por trabajar juntos el próximo año. Por lo tanto no tenía sentido renunciar antes de fin de año, hasta estar seguros que podrían lidiar bien con el nuevo proyecto y terminar de convencerse de que era una buena idea dar por terminada su relación laboral en su institución actual.

Fue muy interesante escuchar los testimonios de los profesores respecto a la reacción de los directores de sus actuales colegios. Algunos, han entendido perfectamente que la profesión docente no implica esclavitud respecto al centro de trabajo, y si el profesional siente que cumplió un ciclo en una institución y quiere variar de ambiente o crecer en otro espacio, eso es legítimo y tiene sentido.

De hecho, muchos de los mismos directores o coordinadores lo han hecho en su propio caso. Estos directores les han dado todas las facilidades a los profesores para cerrar el año, agradecer sus aportes en el tiempo que estuvieron juntos y despedirse cordialmente. Es un buen reflejo de la calidad humana del director y del espíritu institucional positivo.

Otros en cambio han reaccionado en forma adversa. Han acusado a los renunciantes de traición, deslealtad, falta de reconocimiento a la institución que los cobijó y les han hecho sentir que son “no queridos” desde que informaron que dejarían la institución. Curiosamente, casi sin excepción, son instituciones y directores que cuando quieren despedir a un profesor son capaces de hacerlo de un día para otro sin siquiera respetar plenamente sus derechos laborales, pero cuando el profesor es el que se retira por su propia voluntad, son colmados de agravios y adjetivos descalificadores.

Esa asimetría y falta de entendimiento de la libertad del individuo por forjarse su destino y las reciprocidades del buen trato en el mundo del empleo son una más de las expresiones de decadencia de instituciones que aún no han entendido que hace tiempo terminó la esclavitud, y si uno quiere retener o atraer gente buena tiene que tener a la cabeza de sus decisiones estratégicas el buen trato al personal.

¿Quieres retener a tu gente? Trátalos bien, págales bien, respeta sus necesidades de crecimiento personal y dales incentivos para su progreso. Y si deciden irse, sé amable, respétalos, y entiende que cada persona que deja tu institución, en su vínculo con los demás, es un embajador de tu prestigio. Es muy lindo ver a ex profesores regresar a la institución en la que trabajaron un tiempo y encontrar las puertas abiertas.

Igualmente, mantener el contacto amable y colaborativo con las instituciones en las que trabajaron para seguir colaborando en aquello que pudiera estar a su alcance.

Dejar una institución no tiene porqué ser interpretado como un divorcio a la mala. Pero eso depende de la institución y de quienes la dirigen.

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