Alan García anunció en Pacaycasa-Ayacucho el 8 de septiembre en el “Día Internacional de la Alfabetización” que en un año no quedarían analfabetos en Huancavelica y Ayacucho y que en cinco años la tasa nacional bajaría del 11% al 4%. Si bien la prioridad política debería colocarse en prevenir que ningún niño llegue a ser analfabeto, no deja de ser importante atender a los adultos analfabetos ya que poseer educación básica es un requisito indispensable para salir de la pobreza y desarrollar la plenitud de su potencial humano al servicio del progreso. Los datos de ENAHO-INEI muestran que 10.9% de la población peruana de 15 años o más es analfabeta, promedio que esconde la diferenciación entre varones 25% y mujeres 75% y entre urbana (5.5%) y rural (21.1%), expresada por ejemplo en las diferencias entre Apurímac 23%, Huancavelica 22%, Ayacucho 20%, Cajamarca 19% y Huanuco 17% respecto a Callao 1.8%, Lima Metropolitana 2.2% e Ica 3.5%. Agreguemos que en el caso rural se trata usualmente de mujeres mayores de 35 años, que no dominan bien el castellano y que viven en la pobreza en zonas muy alejadas e incomunicadas. Es significa que las estrategias de alfabetización deben considerar estas diferencias. Por ejemplo en las zonas urbanas más fáciles de alfabetizar o en aquellas rurales en las que hay empresas mineras o agrícolas modernas se podría dar incentivos tributarios para que durante la jornada laboral se alfabetice a los analfabetos, los que difícilmente podrán dejar sus labores o descanso para ir a un centro de alfabetización. En el caso de las mujeres merecedoras del apoyo del programa “Juntos” podría aumentarse la asignación mensual con la condición de que se alfabeticen y acrediten sus avances. Los estudios sociológicos universales enseñan que la persona que deja de ser analfabeta es más productiva, mejora sus ingresos, tiene menos hijos y estos están mejor atendidos, nutridos, criados, se enferman y mueren menos. Es decir, a la par que los padres que dejan de ser analfabetos, ascienden en su nivel educativo y productivo, y los hijos mejoran su nivel de vida, lo que genera un ahorro a la familia y al estado que pueden usar el dinero en otras mejoras. Es decir, es un buen negocio para todos, por lo que podría valer la pena pagarles para que estudien. Es una inversión estatal para el desarrollo de los recursos humanos nacionales. En cuanto a lo planteado hasta ahora por el ministerio de educación, se trata de una política que reposa en cuatro pilares: asociarlo a los programas sociales existentes; enfatizar la acción voluntaria que incluya: gobierno central, gobiernos locales, fuerzas armadas y policiales, estudiantes de educación superior, docentes, iglesias, empresas y la población en su conjunto; selección y atención paulatina e integral de regiones, provincias, distritos, que permita declararlas libres de analfabetismo. Para el año 2007 se priorizarán Ayacucho y Huancavelica para ir cubriendo progresivamente todo el resto del país. La metodología a utilizar, es la del programa cubano «Yo, sí puedo» que empezó en Haití en el año 2002 con clases que se emitían por radio para luego ser mejorado hasta llegar a lo audiovisual, tal y como funciona hoy. Las clases se llevan a cabo mediante 17 videocintas con 65 lecciones, una cartilla para el alfabetizador y libros de ejercicios para cada estudiante. Se arman grupos de no más de 15 personas en algún comedor comunitario, capilla, biblioteca o espacio que cuente con luz eléctrica para encender el televisor. Se trata de llegar lo más cerca posible a las zonas rurales que es donde hay más analfabetos. Un facilitador, no necesariamente docente, actúa como nexo entre el televisor y los participantes. Las clases son diarias, de unas dos horas de duración. Para que se le considere alfabetizado, el educando tiene que ser capaz de leer y escribir, al final del curso, una carta legible presentada en una forma determinada. Este programa ha sido evaluado por UNESCO en la 175 sesión del Consejo Ejecutivo (París 25/8/2006) señalando algunos reparos. Entre ellos, que no incluye la aritmética y que “da prioridad a procesos de aprendizaje que son un tanto mecánicos” y “adolece de una ausencia de procedimientos de evaluación sistemática y presenta carencias en lo referente al uso de la información”. Además, vencida la primera barrera de saber leer y escribir rudimentariamente, las personas deberían estar en condiciones de poder ingresar a la educación de adultos para completar su educación básica. Lamentablemente en muchas zonas no existe esta oferta educativa, por lo que el Ministerio de Educación debería prever los marcos de educación de adultos que permitan consolidar estos aprendizajes.