La Comisión Nacional de Educación nombrada por el Congreso Norteamericano en 1994 para estudiar el tema de “Tiempo y Aprendizaje” publicó ese año un interesante reporte que sigue siendo vigente y que tiene diversas aristas relevantes para el caso peruano. Su tesis era que el tiempo es el principal factor del aprendizaje que esta ausente del debate escolar sobre el mejoramiento de logros de los alumnos. En el caso peruano, (según ley vigente desde 1982) el año escolar tiene 36 semanas útiles o sea 180 días; en los 185 días restantes no hay clases para los alumnos. Complementariamente las normas ministeriales establecen que los alumnos de primaria deben estudiar anualmente 1000 horas de primaria y 1170 de secundaria, lo que en el caso de cumplirse óptimamente con los alumnos de la escuela publica peruana los colocaría aún muy detrás de las 1460 de EE.UU., 3170 de Japón, 3280 de Francia y 3528 de Alemania. Este ya es un poderoso indicador de la enorme distancia que separa la formación de nuestros estudiantes respecto a los países del primer mundo, sin haber mencionado aún una sola palabra sobre todos los otros factores diferenciales.
Pero yo agregaría a ese informe que los problemas del tiempo no quedan allí. Desde hace siglos, bajo la inspiración de los modelos de división de trabajo de Taylor, se ha asumido que todos los alumnos de la misma edad deben ir a la escuela al mismo grado, estudiar los mismos contenidos de la misma manera y en el mismo tiempo, a pesar de la reconocida heterogeneidad de cualquier grupo etareo. Al hacerlo así se garantiza la desmotivación de todos, ya que los más hábiles se aburren, los más débiles se rezagan, y los alumnos medios avanzan con diferentes niveles de vacíos, ya que cada uno se concentra, entiende y aprende de otra manera cada una de las asignaturas. En resumen, en lugar de usar estrategias para asegurar que los logros escolares sean similares en todos los alumnos aunque les tome tiempos diferentes, hacer que el tiempo sea el mismo para todos solo garantiza que siempre habrá alumnos fracasados, aburridos, desinteresados, desmotivados y malformados.
Agreguemos a eso que como se exige a los profesores que cumplan sus programas anuales en el tiempo pre establecido, conforme avanza el año los profesores avanzan más rápido para poder cumplir con todos los temas hasta fin de año, sacrificando con ello la comprensión y el aprendizaje de los alumnos, especialmente los más débiles, trasmitiendo además el mensaje de que los últimos capítulos del syllabus siempre son los menos importantes, porque son aquellos a los que se les dedica menos tiempo.
Cuando la mencionada comisión investigó el trabajo escolar encontró que en EE.UU. solo el 41% del tiempo escolar se dedica a lo que se denomina el tiempo académico, mientras que en Alemania y Japón le dedican el 100% del tiempo (para lograr los objetivos académicos del currículo). En estos dos países el tiempo académico se diferencia claramente del tiempo no académico (para otras actividades y aprendizajes extracurriculares) que es abundante, pero se realiza después de las horas de clases.
En adición al tiempo escolar en Japón es usual que los alumnos desde el 9no grado asistan al “juku” después del colegio, que es una especie de academia privada que ofrece tutoría individual, instrucción adicional, ayuda remedial y prepara a los alumnos para los exámenes de ingreso a las universidades.
Los alumnos alemanes no asisten a los “jukus”, pero en cambio pasan al menos dos horas diarias haciendo tareas complementarias para el colegio y preparándose para aprobar el examen “abitur” que permite el acceso a la universidad..

REFLEXION

El año escolar de 6 o 7 horas diarias durante 180 días debería convertirse en una pieza para el museo que exhiba la educación del pasado. Llego la hora de crear escuelas que funcionen 365 días al año, con actividades curriculares y extracurriculares, con sesiones obligatorias y opcionales, con apoyos individuales y grupales, con contenidos comunes y diferenciados para cada alumno de cada grado.
Si los hogares bien constituidos en muchos casos han dejado de ser las células sociales sanas básicas de la sociedad, la ultima chance de brindarles un espacio educativo sano y estimulante a nuestros niños y jóvenes es la escuela, un espacio en el que consuman productivamente su tiempo libre alejándolos de los vicios y peligros de la calle. Pero eso no se va a lograr con su organización actual y mucho menos sí esta cerrada la mitad del año.