Hablar sobre el amor humano, para un varón que no es cantante, autoridad religiosa, poeta, actor o novio, parece extraño, porque a los hombres «les corresponde» hablar de economía, política, fútbol, negocios o escándalos policiales. Aún así, escribo hoy sobre el amor.

 

En las sociedades sanas, si mi hijo es igual al tuyo, y como padre sientes por él lo mismo que yo por el mío, a mí me debería importar tu hijo o nieto tanto como a tí los míos. Y si yo haría lo indecible por proveerle calor, alimento, vestido, estímulo y afecto a mis hijos y nietos, debería sentir el mismo deseo por los hijos y nietos de los demás.

 

Por alguna razón a nuestra vida política le falta ese amor y preocupación vital por la infancia y por eso hay tantos niños desnutridos y muertos de hambre y frío. En un país en el que no se ama a los niños, no se pueden amar entre adultos y mucho menos convivir en paz. Quizá la explicación a la falta de tranquilidad pública peruana no esté en los conspiradores externos o manipuladores comunistas, sino en la falta de amor entre peruanos que nos impide convivir en paz.

 

Frente a esta realidad tenemos una responsabilidad con miras a las próximas elecciones de alcaldes, congresistas, presidentes regionales y presidente de la república. Antes de escoger a nuestro candidato debiéramos peguntarnos previamente ¿es una persona que ama a los niños?. Difícilmente una persona que ama a los niños puede ser indiferente a su falta de atención alimenticia, educativa o médica, ignorar las terribles condiciones sanitarias y de infraestructura de sus colegios, desconocer sus necesidades insatisfechas sin un brazo del cual asirse hasta llegar a morir de frío, inanición o enfermedad curable.

 

Quizá esos candidatos conozcan menos las mañas políticas que permiten ganar votos con promesas populistas, costosa publicidad, exacerbación del fanatismo; quizá esos candidatos no sepan cantar o bailar grotescamente en los escenarios o exhibirse al lado de figuras de la farándula que les presten popularidad y votos. Pero si no tenemos la inteligencia para escogerlos, no los tendremos como autoridades.