El presidente Alan García publicó una columna en el diario Expreso el reciente domingo 28 de junio titulado “A la fe de la inmensa mayoría” diciendo que las expresiones de crítica y protesta al gobierno están fundamentalmente basadas en una conspiración internacional de países que creen en el estatismo económico y la demagogia, que buscan hacer caer el modelo de democracia política y económica que el trata de liderar para el Perú. La estrategia enemiga consiste en desinformar, negar, generar incredulidad, introducir la violencia en cualquier reclamo o protesta, alimentar los medios con la violencia de la noticia negativa. Sin embargo no vencerán porque son una pequeña minoría. Para vencerlos demanda de la mayoría pro-sistema que enfrente el monopolio de la movilización y el grito de los antisistema. Quizá convenga tocar la fe en sí mismo del presidente García, con algunos apuntes.

 

1). La rutina del frente regional que aglutina a diversos grupos y demandas que protestan, toman carreteras, negocian y triunfan funciona tan bien ante la falta de autoridad y contra-estrategia del gobierno, que no hay aliciente para detenerla.

 

2). Si al cabo de 3 años de gobierno tiene 74% de desaprobación manteniendo el mismo mapa electoral “sistema-antisistema” del 2006, acusado –según Apoyo- por cometer los mismos errores (37%), mal despeño frente a conflictos (37%) y alza de precios e inflación (36%) es porque no ha hecho aún un trabajo suficientemente bueno.

 

3). La falta de autocrítica y los ataques descalificadores a todos los que piensan distinto aíslan al presidente (García contra todos) e incrementan la falta de credibilidad y gobernabilidad. Si 80%del país no cree en el presidente y su gobierno, es porque no ha hecho un buen trabajo, porque no hay 80% de “peruanos antisistemas”.

 

La soberbia, incapacidad de prevenir y reconocer errores, creer que comunicar supone imponer, indiferencia frente a la corrupción, monumental ineficiencia en el gasto, permitir que Yehude Simon y Meche Cabanillas hagan el papelón de negar su conocimiento y responsabilidades en la entrada de Sunat a Panamericana o la fracasada acción policial en Bagua, no parece contribuir alimentar la fe de los peruanos.

 

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