Si aceptamos la idea de que al igual que en un hogar, el clima institucional de una institución educativa es una unidad que no se puede parcelar por segmentos y actores, entenderemos que tan importante como la manera de incorporar a un profesor nuevo, es la de despedir a alguien que debe irse.

 

De la manera como un director se relacione con sus profesores, éstos se relacionarán con los alumnos. No puede haber un clima democrático en un aula de un colegio que se maneja dictatorialmente. No puede haber un ambiente de apertura y comunicación fluida y sincera en un colegio en el que el vínculo autoridad profesores es represivo, persecutorio u hostil.

 

La manera como se procede para contratar a un profesor denota la importancia que se le da a su persona y al trabajo que desempeñará. Por ejemplo, si solo se considera su currículo pero no una evaluación psicológica, se deduce que no interesa la personalidad ni la capacidad didáctica sino básicamente sus conocimientos acumulados. Si la evaluación es extensiva, diversa, psicológica, académica y pedagógica con verificación de antecedentes, el mensaje es “nuestros alumnos son tan importantes que tomamos todas las precauciones para asegurar que estarán en buenas manos”.

 

En cuanto al despido de un profesor por iniciativa de la institución, la manera como se despide a uno es interpretada por los que se quedan como el método que se usará para despedir a cualquier otro. Por ejemplo, si se avisa con tiempo, con explicación de razones, respetando todos los beneficios sociales e indemnizaciones, el mensaje es “a pesar que el despido es algo ingrato, lo hacemos en forma correcta y digna, cuidando el orgullo y honor del despedido, procurando que tenga tiempo para encontrar una alternativa y adaptarse al cambio”.

 

El trato digno enaltece al empleador; es parte de su prestigio. En cambio, si se despide de modo abrupto, sin claridad de los motivos, humillando, maltratando, intentando no pagar los beneficios e indemnizaciones de ley, el mensaje es “aquí no nos interesan los profesores como personas… y -por lo que dije al principio- tampoco nos interesan los alumnos”.

 

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