Más allá del debate de las políticas y estrategias de la educación, parece hacer falta una mayor focalización para identificar los propósitos de la educación que independientemente del espacio y tiempo, la sostienen y en torno a los cuales giran esas políticas, metas, contenidos curriculares, estrategias pedagógicas, etc.

 

El reputado psicólogo Howard Gardner (Harvard), autor de la teoría de las inteligencias múltiples, en los dos capítulos iniciales de su libro “La Mente Disciplinada” (1999) sostiene que estos propósitos son cuatro: la transmisión de roles (las nuevas generaciones deben reemplazar a las anteriores), traspasar los valores culturales de la nación; inculcar las capacidades del alfabetizado (leer, escribir y calcular), y comunicar ciertos contenidos de las disciplinas académicas y maneras de pensar. Todos ellos están regidos por las tres virtudes que han animado a la educación a la largo de la historia y que están en el ámbito de la verdad, la belleza y la moral. Eso conjunto constituye las constantes de la educación y la atraviesan en el espacio y tiempo.

 

Gardner ejemplifica estos tres ámbitos de formación de los alumnos usando tres temas paradigmáticos: en el ámbito de la verdad científica, cita la teoría de la evolución de Darwin, en el ámbito de la belleza cita la ópera Las bodas de Fígaro de Mozart, y en el ámbito de la moral cita el Holocausto perpetrado por los nazis en la 2da Guerra Mundial.

 

Dice que no necesariamente tienen que ser esos temas. Podrían ser temas de relevancia similar como la teoría de la relatividad ó la medicina oriental en el primer caso, las obras de Shakespeare o Miguel Ángel en el segundo, o la revolución francesa o rusa en el tercer caso. Lo relevante es entender que además de la importancia intrínseca que tienen esos temas, su estudio aporta notablemente al desarrollo de la ciudadanía contemporánea formando personas que entienden el mundo y se benefician de ese entendimiento, y que desean ardientemente mejorarlo.

 

En lo primero, la comprensión de lo esencial de las especies, la selección natural, los procesos de adaptación, la lucha por la supervivencia entre individuos y poblaciones, permite comprender el mundo y diversos temas contemporáneos que afectan a los seres humanos como la clonación, terapia genética, eugenesia, las inteligencias artificiales, etc.

 

En cuanto a la ópera como expresión de belleza, son relevantes sus intrincados lenguajes artísticos, sus semblanzas de caracteres creíbles que evocan la época y las emociones humanas que produce, pero a su vez permite a las personas ejercer este conocimiento de la estética del arte aplicándolo a otras obras de arte y artesanía y quizás también inspirar hermosos nuevas creaciones.

 

En cuanto al Holocausto, el estudio del tema lleva a extenderse luego a todo tipo de preguntas sobre qué es aquello que hace que los seres humanos se comporten de modo tan violento y destructivo, a veces en secreto y otras de manera abierta. Cómo lidiar con los dilemas y presiones que llevan a la gente a actuar tan malignamente en ciertos contextos, de modo tan distinto a lo que harían en otros contextos o con otro tipo de límites y contrapesos.

 

Estas constantes de la educación en cada generación se han implementado de maneras diferentes en función del lugar en el que las políticas educativas nacionales o institucionales se han ubicado entre los extremos de los siguientes diez pares opuestos: entre amplitud y profundidad temática; entre acumulación y construcción del conocimiento; entre la búsqueda del crecimiento intelectual y la búsqueda de resultados utilitarios; entre la uniformidad y la individualización; entre la responsabilidad privada y pública de la educación; entre la orientación al dominio de las disciplinas académicas y la orientación interdisciplinaria; entre la minimización de las mediciones del desempeño (énfasis en procesos) y el énfasis en una evaluación constante para verificar logros (énfasis en resultados); entre procurar que los alumnos alcancen estándares particulares –adecuados a cada alumno- y mantener el foco en que todos alcancen estándares universales; entre educación maestro-centrada y alumno-centrada; entre un uso instrumental periférico de la tecnología (medio) y el énfasis en la tecnología como herramienta y solución a los principales problemas educativos (fin).

 

Gardner comparte con los lectores su opción personal. Está a favor de profundizar en los temas, construir conocimiento, cultivar la búsqueda del conocimiento por sí mismo, una educación individualizada, su carácter público (así sea ofrecida por privados), centrada en el alumno, que respete las diferencias individuales. Así mismo opta por el aprendizaje por disciplinas, evaluaciones continuas, y altos estándares para el trabajo escolar. En cuanto a la tecnología, se ubica equidistante entre los extremos.

 

Valdría la pena que los directores de los colegios utilicen esta matriz para hacer su propio diagnóstico y esclarezcan la orientación ideológico-educativo de su institución.

 

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