Un mes después, quedan cosas por decir respecto al discurso presidencial del 28/7/2010. Dado que éste tiene espacio y tiempo finitos, podemos aprender mucho observando los temas que el presidente Alan García escogió mencionar y cuáles son aquellos que dejó de lado (premeditadamente o por negación inconsciente).

¿Qué dijo respecto a educación? Como en los otros sectores, hizo un listado de obras, acciones y gastos. Un mosaico de temas inconexos referidos solo a la educación básica. ¿Qué fue lo que no dijo? No mencionó el Proyecto Educativo Nacional que marca la visión y orientación futura de la educación al 2021; la infancia; juventud; educación rural; formación magisterial; municipalización de la educación; educación superior, investigación, ciencia y tecnología. Es decir, habló de la escuela para niños urbanos de 3 a 17 años y algo triunfalista sobre alfabetización. El resto quedó fuera. Una mirada escolarizada de la educación y del rol del estado, divorciada de las demandas que plantea el desarrollo de la competitividad científica y tecnológica del Perú, de la que hablan los ministros sin entender su relación con la educación.

¿Cómo encarnó su rol de gobernante-educador político? Después de todo, el presidente encarna los valores que sostienen al ejercicio de la autoridad. Cuando habló de los logros del gobierno dijo “hemos” (poniéndose orgullosamente al frente), pero cuando obligado por la notoria corrupción, inseguridad, ineficiencia en la descentralización se vio obligado a reconocer las deficiencias del gobierno, se abstrajo de la responsabilidad señalando como culpables a las instituciones y funcionarios por su ineficiencia, corrupción y descoordinación. Algo así como “Los éxitos son míos, los fracasos de otros”. Eso difícilmente genera simpatías ni identificación con la autoridad que es incapaz de reconocer su rol y limitada capacidad de acción ante las ineficiencias, corrupción y decisiones equivocadas del gobierno. Además, hubo un uso de expresiones triunfalistas con escaso contenido real. Difícilmente se puede definir como «reforma de la educación» haber evaluado a los profesores y capacitado una parte de ellos por períodos cortos, reconstruido en Lima 21 colegios emblemáticos y haber alfabetizado a 1’100,000 peruanos (aún sin auditoría seria). ¿Qué reforma educativa es aquella que no produce renovación de los obsoletos paradigmas para la formación, capacitación y enseñanza docente, así como de la gestión educativa, manteniendo como resultado un escasísimo aprendizaje por parte de los alumnos?

Lo que le hace falta al Perú es que el presidente le proponga una visión y lineamientos estratégicos en los que el desarrollo venga como resultado de impulsar la educación, investigación, ciencia y tecnología, y que además anime a todos los peruanos a remar en esa misma dirección.

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