Un buen colegio se ve en el trato que da a los alumnos diferentes, aquellos que no están cuadriculados por los comunes denominadores que definen a los “buenos chicos”, es decir aquellos que tienen un enorme potencial pero tienen dificultades para expresarlo, aquellos que por ser confrontacionales necesitan profesores que los reten y a la vez limiten. Pero en el mundo de la educación privada lo que usualmente hacen los colegios de elite es no admitir a esos alumnos, (o eventualmente admitirlos y luego deshacerse de ellos).

Alfie Kohn, uno de los más brillantes y sensatos pensadores de la educación de los Estados Unidos acaba de publicar un artículo “The Meaning of Selective Admissions: Whom We Admit, Whom We Deny” que vale la pena de ser leído por educadores y promotores educativos serios y comprometidos con la buena educación (Independent School, Winter 2012 http://www.alfiekohn.org/teaching/admissions.htm)
Kohn se pregunta ¿qué significa que un postulante que pasa por diversas pruebas de admisión a un colegio sea declarado “no apto”? Hay dos presunciones que usan estos colegios. 1) Que es posible predecir razonablemente qué postulantes tendrán más éxito académico, pese a que se sabe que las pruebas estandarizadas son pésimo predictor del éxito futuro. 2) Al escoger a “los mejores” el colegio podrá alcanzar la excelencia.

Lo que se sabe a ciencia cierta hoy de las pruebas estandarizadas es: 1) Sus resultados se correlacionan con el nivel socioeconómico de la familia. 2) Mide solamente la habilidad para dar ese tipo de puebas, sin relación alguna con los talentos intelectuales. 3) El peor formato de esas pruebas es el de selección múltiple porque no permite elaborar las respuestas y están hechas para comparar entre los que toman las pruebas más que para identificar qué características posee cada alumno. No es casualidad que ya van más de 850 colleges norteamericanos han abandonado su uso para las admisiones.
Entonces, si no se puede identificar el potencial futuro de éxito de un joven de 14 ó 18 años ¡cómo se puede asumir que sí es posible con uno de 4 años? Por otro lado, al niño de 3 ó 4 años se le evalúa por lo que ya trae consigo, es decir, por sus antecedentes socioeconómicos familiares. Entonces, ¿se trata de privilegiar a los privilegiados y después vanagloriarse de que están en la vanguardia social? Con ello, lejos de apostar por la equidad social, estos colegios cumplen el rol de perpetuar la inequidad.

Por otro lado, al escoger alumnos hábiles en los criterios tradicionales se deja de lado a la enorme cantidad de niños talentosos en otras áreas e intereses, que pueden tener atributos admirables (compasión, humor, sentido lúdico, etc.) y personalidades intrigantes, con lo que los colegios se vuelven lugares menos interesantes porque exponen a sus alumnos a interactuar con menos personas que son significativamente diferentes a ellos mismos.

La verdad es que los colegios más selectivos escogen a “la crema” de los postulantes por otras razones: 1) por mantener un factor de prestigio; 2) para contar con alumnos más dotados que aseguren que cuando egresen alcanzarán mejores ingresos a la educación superior, reforando el prestigio del colegio; 3) son más fáciles de educar; 4) Tienen padres con capacidad de pago y ser donantes a la instiución.

Hace 4 décadas, el psicólogo McClelland se preguntaba retóricamente ¿por qué perdemos tanto tiempo tratando de detectar los mejores criterios que predigan el éxito escolar? Si el propósito de la educación es precisamente mejorar el desempeño de quienes tienen dificultades, las mejores escuelas serían aquellas que evidencian que son capaces de hacerlo. En ese caso, los colegios selectivos son los menos indicados para reflejar excelencia educativa y la capacidad de mejorar el desempeño de los alumnos (más allá de lo que ya traen consigo).

Alfie Kohn dice que una receta sencilla para actuar con sentido educativo entre todos los postulantes que reúnen los criterios ideológicos y sociofamiliares que establece el colegio, podría ser dejar de ser selectivos y utilizar métodos de loterías para escoger alumnos al azar entre aquellos que postulan. Es limpio, socialmente responsable, se puede usar en cualquier nivel desde la educación inicial hasta la superior y da la oportunidad a la escuela de demostrar realmente cuán buena es.

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