Con motivo de la intención del Movadef de inscribirse como partido político se ha desatado una ola de justificadas preocupaciones y coberturas de prensa, una de las cuales se orienta a demostrar a través de entrevistas y cuestionarios a jóvenes de que ellos no saben nada de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, su accionar terrorista y la tragedia que le significó al Perú su aparición en la escena política creando violencia y destrucción.

De inmediato algunos, como de costumbre, culparon a la escuela de no inculcarles estos conceptos y plantearon como solución introducir al currículo y libros escolares más materiales referidos al tema. Veamos

1). Si el conocimiento adquirido por los escolares medido por lo que saben los egresados de los colegios -inclusive los más reputados- dependiera de lo que está señalado en los programas y libros escolares, no tendríamos los desastrosos resultados en comprensión lectora, matemáticas y ciencias que se registran cada año. Así mismo, no habría violencia familiar, inseguridad ciudadana, contaminación ambiental, evasión de impuestos, accidentes viales, consumo de drogas, sexualidad precaria, bullying, desprecio por los pueblos nativos, discriminación étnica y racial, etc. porque el aprendizaje positivo de todo lo que los evitaría está en los programas y libros escolares. Es ingenuo asumir que eso se debe solamente al hecho de que hay muchos profesores a los que les falta una formación adecuada y que falta inversión en educación. Algo más serio pasa con la sociedad adulta.

2). Si se le pregunta a los jóvenes de 30 años o menos quién fue Velasco, o inclusive Belaúnde o Haya de la Torre, la gran mayoría no tendrá la menor idea. Si se le pregunta con qué países vecinos Perú perdió territorios a lo largo de su historia, sólo dirán Chile. Sospecho que nadie diría que más territorios perdimos con Colombia y Brasil. ¿Por qué sí recuerdan Chile? Porque siendo el tema más lejano de un modo u otro se lo trata una y otra vez en las discusiones públicas, coberturas periodísticas, aniversarios cívicos, recuerdos de héroes, juicio en la Haya, etc. Es decir, es trabajado por la sociedad adulta, los políticos, los medios, y entonces entra al espacio mental de los más jóvenes.

3). En todos los países del mundo hay descontentos y extremistas. En el Perú sin duda hay descontentos con el estado de derecho, y no pocas encuestas mencionan que una parte importante de peruanos no cree que en la democracia se resolverán sus problemas básicos. Es más, no les importa que el gobernante robe o use métodos vedados con la legalidad del estado de derecho o los derechos humanos, con tal que haga obras que satisfagan sus necesidades básicas más inmediatas.

Basta ver lo que pasó en Bagua, el Moqueguazo, el Andahuaylazo y la Conga –entre las situaciones mediáticamente más espectaculares- para darse cuenta que hay un germen de confrontación latente entre las poblaciones que habitan el territorio peruano y los gobernantes que lo administran (en nombre del estado de derecho), que con cualquier pretexto legítimo o distorsionado explote y se disperse por todo el país.

Supongamos que 1 de cada 10 peruanos está descontento al nivel descrito y que 1 de cada 10 descontentos cree que el camino de la violencia es el único que cambiará definitivamente el estado de cosas actual. Estamos hablando de decenas de miles de peruanos que podrían adherirse a cualquier liderazgo que pregone las vías violentistas y la cancelación de la democracia. Más aún si el análisis por ejemplo de los adherentes al Movadef muestra que entre sus líderes y seguidores hay terroristas excarcelados (no necesariamente arrepentidos ni recuperados para la democracia en las cárceles peruanas) y jóvenes universitarios que no vivieron ni recuerdan las amargas épocas del senderismo y que solamente se quedan con los clisés que circulan sobre algunas de sus reivindicaciones por un Perú mejor.

4). En el Perú, cada vez que se habla del triunfo del estado sobre Sendero Luminoso y MRTA y las heridas que heredamos de eso afloran los conflictos políticos: los negadores de los excesos de las fuerzas armadas y policiales, los cuestionadores de las recomendaciones de la CVR, los opositores al régimen de Fujimori y sus métodos, etc. lo que impide que haya un consenso sobre el tema con el cual llegar a los jóvenes de un modo uniforme, sólido, consensuado, unívoco, para que su recuerdo, comprensión, rechazo y prevención de situaciones futuras se instale sólidamente en la conciencia colectiva. Mientras sea así. existe además el riesgo de que el tema sea tratado por cada profesor con el sesgo de su ideología o entendimiento particular del tema, lo cual puede ser muy riesgoso especialmente si se trata del caso de profesores resentidos, con espíritu autoritario o con vocación «anti-sistema».

Existiendo el informe de la CVR sobre el cual hay algunos reparos respecto a cifras y sesgos en la redacción ¿tan difícil es perfeccionar el informe para que refleje una visión más abarcativa de las diversas maneras de ver el tema, así como definir el perfil del «Museo de la Memoria», de modo que pueda existir una versión oficial altamente consensuada con la cual llegar a las nuevas generaciones, ?

Mientras no se haga eso, -que es tarea de los adultos, especialmente los políticos- nada de lo que se ponga en los programas o libros escolares cambiará la situación actual.