Tenemos funcionarios ministeriales competentes al lado de otros pasivos y corruptos. Tenemos un ministerio de economía que por cuarenta años ha evidenciado no tener idea de lo que significa colocar la educación, investigación, ciencia y tecnología en la cabeza de la agenda nacional. Tenemos miles de directores y maestros de muy buen desempeño, al lado de otros adecuados y otros muy incompetentes. Tenemos pésimos resultados de aprendizaje en alumnos de primaria y secundaria. Todo ello resultado de una ineficaz combinación de diseño, gestión y operación del sistema educativo. Es un sistema con enfermedad terminal sin indulto a los afectados.

No se entiende aún que para que los buenos directores y docentes del Perú puedan producir al límite superior de sus capacidades, deben estar insertados en un sistema de gestión que los empodere para ello. Sin embargo la estructura organizativa, de gestión, financiamiento y legislación vigente lo hacen imposible.

Si el sistema educativo fuera un juego de lego, habría que desarmarlo totalmente y volver a armarlo (“reingeniería” total). Sin embargo eso tendría la limitación de que se tendría que contar con los mismos jugadores, así se les rote a otros puestos en el equipo. Hay que pensar en cómo meter nuevos jugadores a un nuevo sistema.

Sugiero pensar en un sistema educativo complementario al actual, que funcione con otras reglas de juego y les dé a los alumnos lo que la escuela formal tradicional no les puede dar, en tanto ésta pasa por una reforma sustantiva.

Este sistema de educación complementaria podría estar regido por una institución diferente al ministerio de educación, financiada por municipios y empresas en programas de responsabilidad social, y ofrecer un abanico completo de actividades educativas extracurriculares, de refuerzo y complemento, presenciales y virtuales, académicas y ocupacionales, a las que pueda acceder todo niño peruano tanto en época de clases como fines de semana y vacaciones mediante un “bono extracurricular” que se le otorgaría gratuitamente para un número de horas semanales de clases y talleres extracurriculares. De este modo, los alumnos recibirían oportunidades adicionales de reforzar lo que aprendieron bien y de ampliar sus opciones de aprendizaje. Esto les daría la oportunidad de desarrollar sus capacidades sin que ello dependa exclusivamente de las clases y profesores de la escuela pública formal oficial. Esta no necesariamente anda mal por culpa de los profesores (hay muchísimos que son competentes, dedicados, responsables y hasta sobresalientes), sino por falta de visión, creatividad y voluntad innovadora de los gobernantes, congresistas y las burocracias oficiales.

Agreguemos a eso que buena parte de la educación privada latinoamericana también languidece por estar basada en modelos educativos retrógrados, que siguen basados en la idea de que la escuela tiene que proveer un servicio uniforme y estandarizador a todos los alumnos, por lo que no potencian sus talentos especiales. Por ello muchas familias de sectores con más solvencia económica ya envían a sus hijos a las mil formas de esta educación complementaria o extracurricular.

Darle a los niños y jóvenes la opción de asistir a actividades educativas complementarias, diferentes a las convencionales, puede abrirles las puertas mentales, corporales, expresivas y emocionales que la educación tradicional les cierra.

Es hora de cerrar esta otra brecha entre la educación pública y la privada. Así como la educación estatal incorporó al sistema público la educación inicial de 3 a 5 años después de décadas que ésta ya existía en la educación privada, la educación complementaria extracurricular ya existe en el sistema privado hace décadas y amplía las oportunidades educativas de sus alumnos. ¿Por qué no podría haber algo similar para los alumnos que acuden a la educación estatal? Sin embargo, así como para los colegios privados esta educación complementaria no está a cargo del ministerio de educación, tampoco tendría que estarlo la educación complementaria estatal, lo que le daría mucho más versatilidad y flexibilidad para su implementación.

Artículos afines:

«Bonos Extracurriculares»: Es hora de pensar en algunas sanas locuras

¿El fin de la escuela? ¡La escuela ha muerto, viva la escuela! Miguel Rivera Alvarado 23/11/2020 “The school of industrial origin, as a temple and monopoly of knowledge, rests in peace.”

PISA, coronavirus y la iIusión de calidad educativa

Reforma o renacimiento educativo: Pareciera que no hay nada que hacer. Pero aún así …

¿Aprenden lo que deberían aprender? ¿Por qué en la escuela no bastan unos pocos «estudios generales»?)

(Varios en América Latina lo venimos diciendo hace tiempo pero el sistema tiene los reflejos de un enfermo terminal….) Chile: llevamos más de una década con los resultados en las pruebas estandarizadas estancados de acuerdo con evaluaciones nacionales e internacionales.Mientras no cambiemos la forma en que la política educativa, la gestión escolar y los docentes conceptualizan el aprendizaje y las prácticas que dicha concepción acarrean, no mejorará la calidad de la educación. Tal como lo planteó Einstein, es una locura hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes. Es el momento de cambiar la mirada y las acciones.

Esta crisis de aprendizaje está ampliando las brechas sociales en lugar de reducirlas. Millones de niños en el planeta van a la escuela, pero no aprenden ni siquiera lo básico para escapar de la pobreza, afirma el Banco Mundial, al advertir de una «crisis de aprendizaje» en la educación global que acentúa la desigualdad social. Aunque en muchos casos completan la educación primaria e incluso secundaria, los estudiantes no logran calcular el cambio correcto cuando compran algo, no pueden comprender una receta médica o interpretar una campaña publicitaria