Nos hemos (mal) acostumbrado a usar las pruebas PISA como el referente principal consensuado para evaluar la calidad de la educación de los países del mundo que participan en esas pruebas (me incluyo). A partir de ello sacamos conclusiones sobre quiénes son los mejores, los peores, y en el caso peruano asumimos que estamos de coleros porque ese es el resultado que sale de esas pruebas. Sin duda la educación peruana deja mucho que desear a decir de todos los entendidos peruanos, pero no deja de ser preocupante que la referencia que se usa para algo tan complejo y diverso como la educación sea una sola, y que el enfoque de un equipo técnico liderado por Andreas Schleicher y otros de la OECD tengan tanto peso en la evaluación y jerarquización de la educación mundial.

Algo parecido ocurre con los rankings mundiales de universidades que usualmente publican cuatro instituciones y se vuelven en referentes centrales para jerarquizarlas: El Academic Ranking of World Universities (ARWU) de la Universidad Jiao Tong de Shanghái, que ordena a las universidades de investigación del mundo según su desempeño en la frontera del conocimiento. Consideran indicadores como el número de ex alumnos o profesores ganadores de premios Nobel o similares; artículos indexados; publicaciones en las revistas y el índice de investigadores altamente citados. El Times Higher Education que publica en el Reino Unido el THE‐QS World University Ranking que clasifica a las universidades en base a su prestigio y desempeño. Se basa principalmente en el reconocimiento de la institución por pares académicos. El CHE Excellence Ranking, elaborado en Alemania por el Centro para el Desarrollo de la Educación Superior (CHE) que publica anualmente Die Zeit, que evalúa las carreras o programas ofrecidos por las universidades de dicho país en un gran número de indicadores. Combinan información subjetiva de encuestas entre estudiantes y profesores con datos estadísticos entregados por organismos oficiales. Finalmente, el America´s Best Colleges Ranking de U.S. News & World Report, que evalúa las principales universidades de investigación de los Estados Unidos según su desempeño en siete categorías, incluyendo el prestigio institucional medido entre pares, la calidad del profesorado y las tasas de deserción. Curiosamente todos estos rankings tienden a colocar a las mismas universidades en las posiciones de privilegio, algo así como ocurre con Finlandia, Singapur, Shangai, Corea del Sur, Japón, Canadá etc. para el caso de PISA

¿Qué pasaría si se tomarán evaluaciones mundiales de la educación inicial? ¿Si en lugar de los 15 años se evaluara a los 8 o 12 años? ¿Si en lugar de evaluar ciertas materias escolares se evaluara la capacidad de los alumnos de crear luego ciencia, tecnología, patentes, start ups, innovaciones en ciencias sociales al final del proceso educativo escolar y universitario? ¿Qué pasaría si en lugar de evaluar matemáticas, lectura y ciencias se evaluara arte, creatividad, habilidades sociales, informática, desarrollo psicomotor, deportes, o capacidad de resolver problemas cotidianos simples y complejos? Por ejemplo, evaluar qué alumnos logran hacer funcionar una máquina que se detiene por fallas mecánicas, reaccionar ante un desastre natural o un accidente vial, producir manualmente alguna pieza de madera o fierro, encontrar el camino de vuelta a la ciudad cuando se les deja abandonado en el bosque o el desierto, comunicarse con un pueblo nativo que no habla el idioma del alumno, etc.

Claro, como son pruebas muy difíciles de diseñar, estandarizar y crear rúbricas de evaluación, no se hacen y se regresa al esquema de hace siglos de privilegiar matemáticas y lectura como claves para evaluar una buena educación a pesar de las centenares de evidencias de que eso no define el éxito personal y profesional de las personas y los aportes de expertos respecto a inteligencias múltiples, inteligencia emocional, emprendedurismo, habilidades sociales, factores decisivos del carácter, etc.

El problema es que mientras sigamos anclados a las pruebas PISA como único referente, seguiremos en el círculo vicioso de auto condenarnos como fracasados y orientar todos los quehaceres del ministerio de educación hacia las áreas de matemáticas y comunicación.

¿Por qué no juntarse entre países que tienen preocupaciones y afinidades en estos temas para crear una prueba alternativa a PISA, que ayuden a equilibrar el peso exclusivo que tiene actualmente PISA en el escenario educativo mundial?

ANEXO 07 02 2014 Video de Andreas Schleicher, subdirector de Educación de la OCDE y director general de PISA explica la situación del Perú en el contexto mundial (Habla en inglés pero todos los cuadros y textos de apoyo aparecen en castellano ) http://www.youtube.com/watch?v=ETp45JClULo#t=1142 Incluye asuntos que tienen que ver con la autoestima de los alumnos (que creen en su capacidad y esfuerzo), el absurdo de la política de repitencia de grado, el valor clave de los profesores, incentivos, autonomía escolar, uso de datos de las evaluaciones para introducir mejoras en el sistema, diferencias en logros de colegios públicos y privados, presupuestos y su impacto en educación, etc.

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