Cuando un error se encubre, lo repite uno mismo o algún colega que no tomó consciencia de aquello que produjo el error en el otro. Cuando un error se hace público y se vuelve objeto de discusión sin acusaciones, culpas ni juicios negativos a quien se equivocó, se convierte en fuente de aprendizaje colectivo. Demás está recordar que jamás se ha inventado nada sin que en el proceso no se hayan cometido errores “útiles” de los cuales el investigador aprende y corrige hasta llegar a su objetivo. Sin embargo, el común de los colegios hace del error un motivo de vergüenza, un demérito que da a lugar a pérdida de puntajes, un factor para tener miedo de explorar, ensayar, experimentar opciones.

Si realmente queremos educar a niños y jóvenes a que sean emprendedores debemos darle valor a los errores.

Richard Curwin sugiere 9 maneras de enseñar con errores (It’s a Mistake Not to Use Mistakes as Part of the Learning Process, Edutopía 28 10 2014)

1. En vez de marcar errores en las pruebas explicar por qué están equivocados y cómo corregirlo.
2. Dar a los estudiantes la oportunidad de rehacer sus trabajos corrigiendo los errores.
3. Al evaluar al estudiante incorporar su capacidad de corregir sus errores.
4. Cuando un estudiante comete un error en una discusión en clase, no decirle “equivocado” sino repreguntarle para guiarlo en la corrección.
5. Partir de lo que es correcto. Si a la pregunta: “¿Quién fue el primer presidente de los Estados Unidos?” responde “Barack Obama” replicar “Barack Obama es un presidente, sin embargo, no fue el primero. Vamos más atrás en la historia”.
6. Si un estudiante necesita ayuda con una respuesta, dejar que él o ella elija un compañero de clase para ayudarlo.
7. En un lugar de la pared colocar un panel en el que los alumnos colocan libremente los errores que han ido cometiendo y lo que aprendieron de ellos.
8. Haga que las reuniones quincenales de clase donde los estudiantes comparten un error que cometieron, lo que sucedió después, y lo que han aprendido.
9. Asegúrese de decirle a la clase acerca de sus propios errores, sobre todo si son divertidos, y lo que aprendió de ellos.

Libro de León Trahtemberg «Los Errores de los cuales Aprendí»

Dirigir un colegio supone asumir una función que tiene una infinidad de aristas que supone a la vez infinidad de decisiones. Algunas de ellas permiten enrumbar a la institución hacia el logro de sus objetivos, pero otras más bien perturban la buena marcha institucional, y son producto de incompetencias o errores de quienes toman las decisiones. Quien no es capaz de detectar y reconocer sus errores, no podrá aprender de ellos y, por lo tanto, los repetirá, con los consecuentes perjuicios para sí mismo y la institución. Lo mismo ocurre con las decisiones de los profesores que conciernen a sus quehaceres.

En la primera parte del libro explicaré qué situaciones me motivaron a escribirlo.
En la segunda parte, ilustraré la complejidad de las decisiones educativas, a partir de algunos dilemas y situaciones problemáticas, que me han sido relatadas o de las que he sido testigo y partícipe.
En la tercera parte, presentaré algunos casos que reflejan la complejidad de la tarea del director cuando debe tomar decisiones en situaciones muy complicadas.
En la cuarta parte, expondré y discutiré algunos casos en los cuales cometí errores y de los que yo aprendí.
En la quinta parte, presentaré y discutiré algunos casos de errores conceptuales que pude corregir a tiempo como consecuencia de confrontar la abundante investigación existente sobre prácticas educativas usuales, aunque nocivas.
En la sexta parte, mostraré un caso completo sobre un director que enfrenta un fenómeno de masas, de las madres de familia, cuando quieren torcer su decisión frente a una seria falta de conducta de sus hijos el último día de clases
En la séptima parte, presentaré una serie de casos de la vida educativa, casos que se pueden encontrar en diversas instituciones y que, en mi opinión, reflejan una visión equivocada de lo que es una buena educación. Por esta razón vale la pena analizarlas con más detenimiento y profundidad.
La octava y última parte del libro es una reflexión, a manera de conclusión, sobre el conjunto de lo escrito. La expectativa de este libro es hacer reflexionar a los lectores sobre sus casos personales, casos en los cuales pueden haber enfrentado dilemas o tomado decisiones incorrectas; de estos, sin duda, podrían aprender mucho por la vía de la autocrítica.