Correo 24 03 2017

¿En virtud de qué un egresado del colegio tradicional debería entender los huaicos, su gestación, condiciones de riesgo, prevención, consecuencias, mitigación de daños, atención a los necesitados? No por la experiencia escolar que solo valora la matemática y lectura, menosprecia las habilidades sociales y la convivencia ciudadana.

Los autores de los currículos tradicionales solían decir que el currículo cultiva todas las competencias necesarias para tal fin, pero es evidente que ha sido ineficaz hasta ahora.

Los alumnos “estudiaban” en geografía sobre los ríos caudalosos y el clima, en economía sobre el PBI y los costos de los bienes y servicios, en física sobre los estados de la materia y las fórmulas de presión sobre área, en biología sobre insectos y epidemias, en historia sobre las crisis del pasado, en literatura sobre los dramas que emergen de los desastres, en matemáticas calculaban volúmenes de agua y capacidades de reservorios, en química abordaban la desintoxicación del agua, en psicología sobre las emociones que se movilizan en situaciones trágicas y en filosofía y religión sobre el sentido de la vida.

Estos asuntos que además los estudiaban en diferentes grados, meses y áreas y con diversos profesores, cada uno con sus tareas, trabajos, exámenes y notas, se supone que mágicamente se integrarían en la mente de los alumnos para permitirles tener una visión integral sobre los huaicos y poder actuar como ciudadanos responsables y solidarios.
Esperamos que el nuevo enfoque curricular se aplique con un enfoque más integrador y funcional a la formación ciudadana.

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¿Por qué no hay solidaridad sin huaycos?

Las muestras de solidaridad que se hacen visibles en estos tiempos de crisis, son una muestra de que el Perú tiene una enorme reserva de gente solidaria capaz de construir un Perú digno y próspero.

Me pregunto por qué aparece esto principalmente como reacción a una crisis que nos pone a prueba como sociedad. Por qué en el día a día cuando no hay huaycos hay tanta desintegración, egoísmo, vanidad, corrupción, falta de solidaridad. discriminación, indiferencia frente a niños y ancianos desvalidos, enfermos que no reciben la atención debida, personas excluidas por tener alguna discapacidad, políticos incapaces de gestos de desprendimiento y unión…

Esta es una oportunidad para que el gobierno a la par que administra la crisis identifique y articule todos estas energías solidarias y voluntarias para mantenerlas en el tiempo, asumiendo su liderazgo como un cuerpo que genuinamente se interesa por el bienestar de la población y manteniendo el tejido de lazos solidarios de tanta gente bien dispuesta que han aflorado en estos tiempos de crisis.Quizá eso genere una ilusión sobre un Perú grande que se sostenga en el tiempo y que revierta la imagen pesimista de una Perú decadente que no tiene arreglo. Quizá esa sea la verdadera reforma educativa que el Perú necesita

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Lindo material para trabajar con los alumnos

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Vale la pena leer los textos que acompañan a cada lámina https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/1070418126392055?pnref=story

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¿Y si estamos ahogando la sed de aprender de los niños con un bombardeo de estímulos? Los incentivos externos saturan los sentidos, empachan y anestesian la capacidad de saborear lo lento de lo ordinario CATHERINE L’ECUYER «¿Dónde marchitó aquel asombro? ¿Y si la sed de aprender se hubiera ahogado en un océano de información sin sentido, en un bombardeo de estímulos externos compuestos por ruidos, contenidos y horarios que no respetan el orden interior de los niños, y por qué no decirlo también, de nosotros sus padres? Para que la sed sea sostenible, es preciso dejar beber poco a poco a la persona de una fuente que se ajuste a sus necesidades reales. ¿Hay que sorprenderse si uno se ahoga intentando tomar un sorbo de una boca de incendio? El asombro es lento, saborea la realidad a la que se acerca por primera vez, o como si fuera por primera vez. En cambio, los estímulos externos que saturan los sentidos empachan, embotan, anestesian el deseo, la sensibilidad y la capacidad de saborear la dimensión estética y lo lento de lo ordinario».