Ediciones regionales 09 02 2020

Cuando se habla de formación ciudadana se suele aludir a la educación básica, pero Ronald J. Daniels presidente de la prestigiosa Universidad Johns Hopkins sostiene que “es trabajo de las universidades formar ciudadanos. La educación superior no está a la altura del desafío».

Dice además que “somos una ciudadanía más cómoda criticando que comprometiéndose, una que sabe muy poco acerca de las instituciones políticas y que con demasiada frecuencia ve a la democracia como una competencia para ganar”… “Con casi el 70% de todos los graduados de secundaria que se matriculan en la universidad, la educación superior no puede eludir su obligación de formar ciudadanos democráticos” (It’s colleges’ job to train citizens. Higher education isn’t rising to the challenge. Washington Post, 29/12/2019).

Daniels quedó muy preocupado al observar en las encuestas que menos de un tercio de los estadounidenses realmente saben lo que es la acusación del juicio político en el congreso contra el presidente Donald Trump (Impeachment) por trasgredir los límites de la autoridad ejecutiva.

Considera que una educación cívica sólida comprende un conjunto de aptitudes para la buena ciudadanía que incluye una comprensión de la historia y la teoría de la democracia para entender la vida pública, y habilidades de razonamiento crítico para aprender a distinguir la información verdadera de la falsa. También comprometerse con valores como la tolerancia y la igualdad que permiten evaluar a los formuladores de políticas y políticos, así como una disposición hacia la cooperación y la acción colectiva. Lamentablemente es algo que los colegios y universidades no han logrado cultivar.

No deja de reconocer que algo se mueve en la dirección correcta en algunas universidades como la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Virginia, o la misma Johns Hopkins que ofrece cursos para el estudio de la democracia. Con ello han logrado que en las elecciones del 2018 cerca del 60% de los estudiantes votaran, en comparación de tan solo el 22,6% en al año 2014.

Termina sosteniendo que los colegios y universidades deben formar no solo a ingenieros, científicos, humanistas y líderes empresariales, sino también ciudadanos, con la esperanza de que los estudiantes ayuden a construir una democracia donde la columna vertebral constitucional pueda permanecer incólume.

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