Cuando los datos, mediciones y estándares son una medida aproximada de lo que se quiere medir, tienen utilidad, pero cuando esas mediciones pretenden reemplazar el juicio humano o la experiencia profesional y convertirse en indicadores solo para aplicar algoritmos, se vuelven contraproducentes. Veamos

En el área policial, estadísticas de incidencia de crímenes para descubrir las áreas más sensibles que requieren atención tiene sentido. No lo tiene cuando quiere usarse la estadística de capturas como incentivos de bonificaciones o para promover los ascensos de los policías, porque se manipula la acción policial hacia lo fácil y se maquillan las cifras para ese fin.

En las universidades se puede usar los registros numéricos de publicaciones, docencia, etc. pero pierden su sentido cuando no se discrimina la calidad de cada ellas y se les pone a todas en el mismo nivel. Además, si se incentiva las publicaciones con bonificaciones se tiende a publicar cualquier cosa irrelevante.

En los colegios las pruebas estandarizadas pueden ser útiles para informar a los profesores sobre los aprendizajes de un tema particular, a manera de retroalimentación. Pero si se convierte en un medio para premiar o castigar alumnos o profesores, se vuelve perverso.

En medicina, las métricas son útiles para reducir los errores, apelando a prácticas más eficaces de higiene y motivación. Pero cuando se usa para recompensar los éxitos médicos, tienden a tener un efecto perverso por aversión al riesgo para evitar malos resultados.

En el ámbito militar las estadísticas son útiles para contabilizar equipo, número de soldados, datos geográficos, acopiar información. El problema surge cuando se deja de diferenciar los diversos ítems de información que pueden significar cosas diferentes cada una.

Las medidas no pueden ser considerados como alternativas al juico experto respecto a qué y cuando medir, cómo evaluar el significado de lo medido, qué decisiones estratégicas, recompensas y penalidades se adherirán a los resultados, y a quién poner a disposición esas mediciones. Además, mientras más se mida, mayor es el costo marginal de esas mediciones y del equipo encargado de hacerlas muy por encima de los beneficios que permitirían obtener.

En el contexto actual, los datos abundan sobre la epidemia del coronavirus. Se recolectan e informan diariamente, con mayor o menor precisión. Lo que parece faltar es el criterio y juicio humano para articularlos en función de una propuesta exitosa que nazca y sea aplicada en la realidad peruana. Me pregunto ¿qué pasaría si en la “comisión de expertos” de salud pusiéramos gente reconocida por su lucidez y capacidad emprendedora, del mundo de la psicología, diseño, artes escénicas, antropología, minería, publicidad, gastronomía e informática? Esa interacción interdisciplinaria de pensadores originales, obviamente junto con médicos expertos igualmente lúcidos ¿no abriría la mente de los gestores estatales, en lugar de encerrarla en los parámetros estandarizados que suele marcar la profesión médica para las crisis en salud? Mejor aún, si se armasen dos o tres equipos interdisciplinarios diferentes, para que cada uno produzca sus propios planteamientos y encontrar luego los que resulten más aplicables al caso peruano a juicio del conjunto.

Lo que el Perú requiere son soluciones creativas, innovadoras, construidas sobre el conocimiento de la realidad peruana, sus fortalezas y debilidades, sus experiencias previas y lo que puede aprenderse de otras de realidades similares, más que redundar en torno a un modelo de intervención que a todas luces no está dando los resultados esperados.

Sé que hay quienes piensan que no es hora de inventar cosas sino de continuar la fórmula ya existente. Pero insisto que la educación y cultura democrática suponen que no hay verdades únicas y que pensar diferente o de modo divergente es más bien una valor. Procurar encontrar mejores respuestas siempre dará ventajas a los gestores y decisores de las políticas nacionales. Y si no las encontramos por ahora, habremos hecho el intento.. hasta la siguiente oportunidad.

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